
Carolina vs. Charlène, las dos grandes mujeres de Mónaco
Este mes Carolina de Mónaco y la princesa Charlène han cumplido años haciendo inevitable que aparezcan las eternas comparaciones. Pero, ¿quien es la verdadera reina de estilo?
Desde que Charlène Wittstock apareció en la vida del príncipe Alberto de Mónaco, se ha buscado a toda costa la rivalidad entre la que sería nueva Primera Dama del Principado y la siempre mega hit estrella del papel cuché, Carolina.
La sudafricana lo tuvo difícil, ¿cómo podía competir con un icono de estilo que llevaba reinando en las portadas casi cinco décadas?
Poco a poco, con la ayuda de expertos asesores y diferentes retoques estéticos, la rubia nadadora ha ido mejorando su imagen hasta convertirse en una digna consorte que ha sabido sentarse en el trono y reinar.

En una de sus primeras apariciones junto a su cuñada, en el Gran Premio de Fórmula 1 de Montecarlo en 2006, Charlène no destacaba por su estilismo precisamente, al contrario, las raíces de su cabello indicaban un escaso cuidado de su apariencia.

Seguía corriendo el 2006 y la novia del príncipe no posaba junto a él como familia real, llegaba a la alfombra unos pasos más atrás como manda el protocolo. Era la 58 edición de la Gala de la Cruz Roja y Carolina apareció radiante, destacando entre todos al lado del que todavía era su marido, el príncipe Ernesto de Hanover.

Doce meses habían pasado cuando se tomaron estas imágenes. Nueva Gala de la Cruz Roja y otra vez es Carolina la que se ve resplandeciente. La sudafricana, aunque guapa, no aportaba nada a las miradas con este vestido blanco y ese peinado. Realmente pasaba desapercibida en los artículos de moda si no fuera por ser la pareja de quien es.

Baile de la Rosa en 2008. La emperatriz del glamour luce un sexy modelo negro con transparencias. El atuendo de Charlène vuelve a ser frugal y sin nada que aportar, no suscitaba comentario alguno.

El Baile de la Rosa es uno de los principales eventos del glamour mundial. La expectativa por ver los trajes de alta costura en los que se enfunda la primogénita de Raniero y Grace siempre está servida y siempre sorprende. Aunque en 2009 fue Charlène la que sorprendió y no por su originalidad, sino por lucir un modelo que no le sentaba nada bien.

Y ya no digamos el contraste entre ambas al año siguiente en el mismo baile. Carolina brilla como una estrella y Charlène brilla con una especie de salto de cama adornado con pedrería que esperamos haya desterrado de su vestidor.

Hasta para asistir a un festival de música al aire libre que se celebró en la Plaza del Palacio Grimaldi en Montecarlo, la top mundial vistió para la ocasión pantalón y blusa de espíritu sesentero acorde con el concierto que ofrecían Iggy Pop & The Stooges. La discreta novia, aunque bailó a rabiar, prefirió un segundo plano presentándose con un soso conjunto negro.

Sobria y distinguida acude la princesa a la Gala de la Ópera. La ex deportista de élite repite vestido palabra de honor, un corte que resalta sus hombros muy desarrollados gracias a la natación. Está guapa pero el “outfit” no llega a ser impecable.

En el Día Nacional de Mónaco de 2010 Charlène apostó por un ceñido traje de chaqueta de Giorgio Armani, diseñador que ha sido clave para su camino hacia el glamour y el estilo. Contrariamente a lo que las Grimaldi lucían, todas de negro, ella apareció en tonos beiges y marrones complementado el atuendo con una preciosa pamela ladeada.

Carolina sabe perfectamente vestir un look que parezca casual pero envuelta en Chanel. Así lo hizo en una de las Fiestas del Árbol donde cada año se reparten regalos por Navidad. La rubia sudafricana insiste en no despuntar.

Hasta en un funeral, como fue el celebrado por la princesa Antoinette de Mónaco, se distingue de las Grimaldi porque envuelven su cuello con la mantilla, ella no.

Incluso con camiseta Carolina seguía reinando en 2011. Mientras Charlène parecía una más en la Global Champión Tour de Hípica, la princesa aparecía cuidando cada detalle.

Boda civil de Alberto II y Charlène Wittstock. Empieza el despegue de clase y estilo y la rivalidad de las dos princesas. Hasta entonces Carolina no veía una oponente en la campeona olímpica de natación pero su boda suponía abandonar la palestra como Primera Dama. ¿Permitiría dejar de ser el centro de atención y conformarse con un segundo plano? Pues no, ¡no! La novia eligió el azul para su modelo y ella también, un alta costura de Chanel en un tono que resaltaba aún más y que con la impresionante pamela que lució en su cabeza la convirtieron en protagonista de la elegancia.

Y otro maravilloso Chanel en el cuerpo de Carolina para la boda religiosa, aunque esta vez sí destacó la novia que estaba bellísima de Armani con un vestido de seda en blanco roto, de estética minimal y cortado en “duchesse”, con bordado floral frontal. El recogido, completado con un broche de brillantes, y un velo en tul de seda ponían el remate de oro a su imagen.

El despunte de Charlène va siendo una realidad. Los colores, el maquillaje, sus gestos y maneras se van puliendo y ofreciendo a las cámaras una mujer más segura que tiene a su favor su juventud.

De vez en cuando cometía errores y descuidaba su aspecto. Ronda el 2013 y a pesar de afirmar ser feliz con el príncipe Alberto, dentro de ella algo se resquebraja. Muchos aseguraban que se sentía prisionera en una cárcel de oro.

Charlène sigue sin arriesgar en sus modelos, prefiere lo clásico, al contrario que su cuñada quien siempre es osada cuando quiere ser el centro de atención.

Hasta en los gestos, altivos en la Grimaldi e inseguros en la Wittstock, denotan las diferencias de cuna. La primera nació y se crió en un palacio, la segunda debe tomar nota de los protocolos para estar a la altura de su estatus.

Minimalista pero radiante se vio a Charlène en una de las celebraciones del Día Nacional del Principado. Los cambios en ella empezaban a ser notables. Algún que otro retoque comenzaba a dar sus frutos, más adelante vendrían nuevos arreglos estéticos.

Un alta costura de Chanel para Carolina y un vestido de noche con desacertada cazadora motera de Ralph Lauren para Charlène, marcaron las diferencias en esta pose donde la veterana vuelve a triunfar.

Fiel a Karl Lagerfeld, Carolina optó por un vestido blanco de Chanel con ribetes en negro súper elegante y chic, mientras que Charlène, aunque espectacular, llamaba menos la atención con un palabra de honor con cristales de Swarovski de Atelier Versace.

De nuevo un palabra de honor, diseño de Patrice Papa, para la esposa del príncipe en una alfombra roja. Otra vez el mismo estilo sin arriesgar, aunque sus deslumbrantes y espectaculares pendientes absorbían las miradas. Nos gusta, pero el fabuloso traje de Carolina, firmado por Chanel, en encaje azul marino y blanco con aplicaciones de pedrería, remarcan la devoción de la princesa por esta firma que nunca le falla.

Un picnic las enfrenta acompañando a Alberto II. La esposa viste traje regional con blusa blanca con volantes, cuerpo de terciopelo negro y falda de rayas rojas y blancas. La real hermana impecable de azul marino con bolsito verde.

Aprendiendo cada día más de los estilismos adecuados, los atuendos de Charlène se van acercando a los de Carolina con gran acierto.

La consorte luce en la imagen un vestido en azul noche de última tendencia con transparencia en la falda de la firma Akris que le sentaba increíble. Pero la hermanísima sabía cómo empatar y acompañó el look de su sempiterno Chanel con unas zapatillas deportivas igualmente firmadas por la línea francesa. Por supuesto ella ganó en las portadas.

Charlène se convierte en madre de mellizos, un niño y una niña, ya hay heredero para el Principado. Carolina deja de ocupar el primer puesto en la línea de sucesión al trono pero sabe perfectamente como no pasar desapercibida ante las cámaras. En el bautizo de Jacques y Gabriella no cesa de hacer carantoñas al varón mientras la madre, que tiene en sus brazos a la niña, la mira perpleja.

Los protagonistas eran los príncipes de Mónaco, era el día del 10 aniversario de la subida al trono de Alberto II. Ambos demostraron su amor, sentirse a gusto en su papel de monarcas y transmitieron al pueblo monegasco que su pequeño país estaba en buenas manos para decirle al mundo que siguen siendo los reyes de las crónicas de sociedad. Carolina, que por protocolo debía relegarse a un segundo plano, tomó al pequeño Sacha Casiraghi en sus brazos y, lógicamente, los fotógrafos se volvieron locos tomando esa instantánea.

Finalizaba 2015 y el cambio absoluto de Charlène era más que evidente. Flanqueando al príncipe en el Día Nacional de Mónaco, aparece sorprendiendo a todos con un original modelo en tono berenjena, de estética formal pero muy atrevido, de inspiración años 20 y complementado con un sombrero de corte retro con rejilla. Carolina, fiel a Chanel, se decanta por un abrigo de tweed gris marengo, con clase pero nada sobresaliente.

En la actualidad, la mayor de las hijas de Grace Kelly sigue despuntando como icono de moda y estilo pero su cuñada ya no se queda atrás. Mucho más delgada, con el rostro afinado, un cutis perfecto y un favorecedor corte de pelo, se ha convertido en la perfecta compañera no solo de su marido, con quien ejerce de anfitriona real, sino también de Carolina a la hora de representar el glamour monegasco. Su transformación es indiscutible.