Los místicos de Hollywood

Sectas, cultos, conspiraciones, comunas espirituales… Cuando creíamos haber tocado el techo de lo extraño con la famosa Cienciología, descubrimos que la fe de las estrellas puede ser aún más estrafalaria. Algunos la heredaron de sus padres, como Joaquin Phoenix, que se crió en Los Hijos de Dios, una secta que profetizaba el Apocalipsis y aseguraba salvar a sus adeptos. Tan escarmentada acabó su familia que, cuando salieron, cambiaron su apellido Botton por Phoenix como símbolo de un nuevo comienzo.
Por María G. Aguado

En esa misma secta se crió también Rose McGowan hasta que varios delitos comprometieron a su líder.

Glenn Close tenía 7 años cuando su familia se unió a Rearme Moral, un movimiento que buscaba el renacer del mundo. La actriz confesó la represión sexual y la pérdida de identidad que sufrió hasta que salió, con 22 años.

También con 7 años, Winona Ryder se incorporó con su familia al grupo pacifista The Rainbow Commune, donde vivían en comunidad sin agua ni luz.

La misma situación vivieron David Arquette y sus hermanas, Patricia y Alexis, en la comuna Skymont.

Otros sintieron la llamada de la fe siendo ya adultos. En el caso de Prince, testigo de Jehová tardío, le llevó a renegar de su pasado como ídolo sexual.

Michelle Pfeiffer se incorporó, para su desgracia, al Respiracionismo cuando llegó a Hollywood: le hacían ayunar (y pagar millones) por la creencia de que los seres humanos podían vivir sin comida ni agua. Salió gracias a un papel sobre otro culto destructivo.

Bastante más normal es la devoción de Demi Moore por la disciplina esotérica de la Cábala judía. Pero si hay un nuevo culto de moda que despierta el interés de casi todos los famosos es el de los Illuminatti.

Entre su ejército de seguidores se encuentra Beyoncé, que confesó a Oprah sus actividades dentro de la organización.

La última en manifestar sus ganas de entrar es Katy Perry. Curiosas aspiraciones las de las estrellas.