Marie Claire

Gal Gadot, la nueva Wonder Woman

Este mes, Wonder Woman finalmente consigue su propia película, y Gal Gadot (antigua reina de belleza y exentrenadora de combate) está empuñando su lazo de la verdad.

Es una agitada hora del almuerzo en el Chateau Marmont cuando Gal Gadot llega, deteniéndose brevemente en el patio para abrazar a una amiga antes de dirigirse hacia su mesa. Conforme se sienta, otra conocida se acerca para admirar sus botines de Burberry… y todo lo demás. Gadot, de 32 años, acepta graciosamente el cumplido, alisando su jersey sobre unos pantalones negros Wolford y recostándose con una exhalación familiar a cualquier mujer que haya estado alguna vez en el tercer trimestre de su embarazo. (Su hija Maya nació en marzo, uniéndose a su hermana Alma, de 5 años de edad). Su cabello está recogido en una coleta bien sujeta, y sus ojos, muy delineados de negro. Su aspecto, pulcro y cosmopolita, es un contraste refinado a la escena habitual de Los Ángeles (donde muchos adultos todavía parecen competir a ver quién puede gastar más dinero para vestir como un niño).

Cuando la visitante se aleja por fin de la mesa, Gadot se estremece, avergonzada por la atención no solicitada. "Cuando llegué por primera vez a Los Ángeles, no podía leer a la gente", dice con franqueza. "Siempre sentí que había algo entre líneas." Una opacidad que no existe en su país de origen, donde la audacia más directa rige el día. "En Israel, la gente tiene chutzpah" (audacia en hebreo), afirma, levantando un puño. "Obviamente eso puede causar problemas, pero prefiero tener eso que andar con jueguecitos. Aquí, todo el mundo es como, 'te queremos; eres maravillosa'. Yo prefiero saber la verdad y no perder el tiempo." Es esta franqueza la que convierte a Gadot en el mejor tipo de chica, una mujer con espina dorsal y sin gusto por tonterías. Lo ves en sus apariciones públicas, donde es infaliblemente rápida en gritar a sus colegas femeninas. Lo oyes de boca de la directora de Wonder Woman, Patty Jenkins, quien considera a Gadot una de las mujeres más auténticas y sólidas que jamás haya conocido. Lo notas cuando Gadot se encuentra contigo en persona por primera vez y te da un abrazo completo, pese a estar embarazada de ocho meses, una etapa donde la mayoría de las mujeres no quieren nada, y mucho menos que nadie toque su cuerpo. Un cuerpo que, embarazo aparte, ha sido objeto de mucho escrutinio público desde el lanzamiento de Gadot como Wonder Woman.

Inicialmente, con su 178 cm de altura, creían que Gadot era demasiado baja. Y sus pechos pequeños, (porque como todo el mundo sabe, es ahí donde residen los superpoderes de las mujeres). Gadot no dejó que el descrédito o las expectativas demasiado altas hicieran mella sobre ella. Recordó a sus opositores que en la leyenda original, Wonder Woman habría tenido un solo pecho (en la mitología griega, las amazonas se amputaban un pecho para manejar mejor el arco), y se puso a fabricar 7 kilos de músculo.

Cuando Wonder Woman apareció en el filme de 2016 Batman vs Superman, Gadot silenció –y enamoró– a los críticos con una ceja arqueada. Después, permaneció elegante, eligiendo no regodearse en su victoria sobre el ejército crítico. "En mi vida no me gusta el conflicto", dice claramente. "A diferencia de Wonder Woman, no soy una luchadora." Bebe un trago rápido de agua y reconsidera. "Pero sí lucharía por el bien. Soy..." Hace una pausa, buscando en su segunda lengua la palabra adecuada. "Justa".

Una supermujer

Isla Fisher, que trabajó con Gadot en la comedia negra del año pasado Las apariencias engañan, ve a su amiga en una dimensión más traviesa. "Cuando se publicó mi primer libro para niños, Gal me llevó a la librería y compró una copia", recuerda Fisher. "Después cogió otra y la colocó rápidamente en el escaparate de la tienda para que todo el mundo lo viera."

Tratándose de la primera mujer en dirigir una película de superhéroes, Jenkins admite que llevar a la gran pantalla la versión moderna del ídolo de DC Comics ha sido una "olla de presión", un estrés tan intenso que la unió hasta tal punto con Gal Gadot que ahora pasan juntas las vacaciones, unión de la que está profundamente agradecida. "Gal se convirtió rápidamente en la persona con la que quería hablar de todo", dice Jenkins. "Rodábamos juntas todo el día. Y luego los fines de semana, estábamos en plan: ¿Qué quieres hacer? Eso no es demasiado normal ¿no?", admite, riendo. Lo que atrae a Jenkins de Gadot son las mismas cualidades que convierten a la actriz en la opción ideal para encarnar el icono, dice su directora: "De verdad creo que lo que hay dentro del ser humano aparece en la película. Wonder Woman tiene un fondo honorable. Igual que Gal."

Lo que quiere decir que Gadot es tan decente fuera como en la pantalla, intachable como lo fue Christopher Reeve en Superman. No parece que vaya a terminar apareciendo en el portal de cotilleos TMZ con la máscara de pestañas corrida, mientras su guardaespaldas la intentaba sacar de un bar. Según cuentan, Gal es también un caballo de batalla. Descrita por sus colegas como incansable, Gadot cree en el esfuerzo. Es la primera en llegar al trabajo y la última en irse. "Estaría muerto si trabajara tanto como ella", se maravilla Jon Hamm, otra de las estrellas de Las apariencias engañan. "Simplemente parece imposible. Solo puedo especular lo difícil que debe ser actuar en un idioma que no es el tuyo. Y a este nivel, en esta película gigante, tiene que ser desalentador. Gal trabaja muy duro. Y lo demuestra." "Puede hacer cualquier cosa que le pidas ", dice Jenkins. "Eso no es algo que encuentres todos los días. Gal lo tiene todo."

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Wonder

De vuelta en el Chateau Marmont, Gadot reconoce que 'darlo todo' para ella es de rigor. Fue Miss Israel y a la vez entrenadora de combate de las Fuerzas de Defensa de Israel. Practica meditación y conduce motos. Es una persona muy sociable pero que desearía tener más tiempo para ella. No es amiga del desorden, profesional o personal. "Soy una control freak", dice. "Mi madre solía decir: 'Cuando algo está desordenado a la vista, está desordenado en la cabeza'. Soy incapaz de dejar platos sucios en el fregadero. Me gusta mucho organizar las cosas, tener mi casa limpia. Digamos que disfruto sabiendo lo que pasa con mi mierda." A la pregunta de si es competitiva, Gadot mira de reojo. "Muuucho", contesta con orgullo. "Hay una parte de mí donde todo tiene que ir a toda pastilla, logrando cosas, queriendo más", explica. "Y luego otra parte que se inclina hacia la simplicidad, no queriendo consumir tantas cosas. Es gracioso. Supongo que soy una persona de... ¿Cómo lo decís? Opuestos".

Y esa dicotomía la siente especialmente a la hora de criar a sus hijas junto a su marido, el empresario Yaron Versano. "Alma solía preguntar, '¿por qué las otras madres vienen a la escuela para el recital y tú no?' Me dejaba hecha polvo", recuerda Gadot, más conocida por su papel como exagente del Mossad en tres de las películas de la franquicia Fast & Furious, que intentaba explicar a su hija que el trabajo le hacía "muy, muy, muy feliz" y que ella esperaba que Alma en su momento persiguiera una pasión que le trajera independencia y alegría. Sin embargo, "la culpa es algo que estoy intentando apartar de mi cabeza." Su madre, Irit, una maestra de educación física de la escuela secundaria, enfatizó la autonomía y la competencia en sus dos hijas. "He tenido mucha suerte. Crecí sin pensar demasiado en el género", dice Gadot. "Mi madre nos crió a mi hermana y a mí para ser mujeres seguras de nosotras mismas y con aspiraciones. Y siempre me he sentido capaz. No estoy diciendo que sea más fuerte que la mayoría de los hombres. La anatomía tiene sus propias reglas. Pero todos tenemos el mismo cerebro; podemos lograr las mismas cosas."

De niña en Rosh HaAyin, Gadot practicaba varios deportes y pasaba la mayor parte del tiempo escalando cercas y arañándose las rodillas. A los 12 años, le regalaron un diario, que encontró inútil: "Intenté escribir en él porque mis amigas lo hacían", recuerda. "Pero me sentía como si estuviera fingiendo. Hola, querido diario... Y pensaba, ¿a quién le importa?" Gadot prefería explorar y estar al aire libre. Su paso por el ejército israelí solo consolidó su fortaleza. "No lloro con facilidad", dice con calma. "Cuando alcanzo la meta que quería alcanzar, pongo el listón más alto." Mientras rodaba Batman v Superman, Gadot no reveló a sus compañeros de trabajo que estaba embarazada. Vomitaba discretamente por los rincones. Escondió las migrañas que le provocaban las hormonas. Temía que le dispensaran un trato especial, anunciando cualquier cosa que pudieran considerar una debilidad. "Lo deseché. Comencé a acudir al set de rodaje con gafas de sol. Tenía una jarra de agua con grandes piezas de jengibre. Uno de los productores no paraba de preguntarme por qué bebía agua de patata". Gadot se ríe. "Pensaron que se me había subido Hollywood a la cabeza."Algo que Gadot desafiantemente no es. "Cuando me mudé aquí, me dijeron que para lograrlo, debía ir a fiestas y clubes", recuerda. "Eso es una patraña. Consigues papeles porque haces bien el trabajo, no por salir y alternar."

Su teléfono suena. Es su padre, Michael (un ingeniero), llamando desde Tel Aviv, donde vive la mayoría de los amigos de Gadot, incluyendo su grupo de seis amigas que conoce desde cuarto de primaria. Charlan cordialmente en hebreo, y la cara de Gadot se ilumina. Gal cuelga, llena de nostalgia. "Llevamos entre Tel Aviv y Los Ángeles los últimos ocho o nueve años. Cuando volvemos a casa, solo el olor del aire, el saber que podemos estar con nuestra familia..." Su voz se apaga. "Aquí es tan distinto." Al menos una cosa hace que se sienta como en casa. "En Israel, vivimos pegados a las noticias todo el tiempo. Hablamos todo el día de política. Ahora en los EE. UU. pasa igual." Gadot presta atención y disfruta de un debate cordial, pero al final del día, se distancia. "Estando embarazada, mi mecanismo psicológico hace que quiera protegerme. Es aterrador traer niños al mundo. Pero de nuevo, viniendo de donde yo vengo… –se encoge de hombros–. Estuve en el ejército; vi gente morir. El mundo es… complicado."


Cuando se sugiere que hay mucho desconcierto de ese tipo en estos días, Gadot sonríe lentamente. Ella simpatiza con el anhelo por los superhéroes y el idealismo que representan, especialmente un personaje como Wonder Woman, "que desearíamos que existiera aunque solo fuera por su lazo de la verdad."

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