El álbum más íntimo que la infanta Elena guarda bajo llave

Son muchos los momentos que ha vivido la primogénita de los reyes eméritos que, seguramente, querría guardar intactos de manera perenne. Aquí, seleccionamos algunos de los más icónicos, aquellos donde su sonrisa siempre ha estado presente.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar se conocieron en 1987 durante un curso de literatura francesa en París. Este primer contacto dejó una marca en ambos, que decidieron viajar juntos a la India, Nepal y Bután dos años después. En 1993 ya se les había visto juntos en tantas ocasiones que se sospechaba de la relación sentimental que compartían, algo que confirmaba la Casa Real a finales de 1994. “Sus Majestades los Reyes tienen la satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial de su hija, Su Alteza Real la Infanta Doña Elena, con Don Jaime de Marichalar Sáenz de Tejada. La boda se celebrará en Sevilla el 18 de marzo de 1995” compartían el 23 de noviembre.

La despedida de solteros la celebraron junto a sus familiares y amigos en una finca de Morón de la Frontera, propiedad del conde de la Maza y de María Victoria Ybarra. Pese a que la Infanta indicó que no quería “ver a ningún periodista ni que nadie saque una foto”, los invitados sacaron múltiples instantáneas del momento. Platos típicos nacionales para celebrar el enlace que se aproximaba y el hotel Alfonso XIII cerrado completamente para que descansasen los invitados.

El enlace tiene lugar en la catedral de Sevilla, a donde acudieron representantes de todas las casas reales europeas. La novia lució un traje nupcial del diseñador Petro Valverde y usó el mismo velo que había llevado doña Sofía, su madre, y la reina Federica. Don Juan Carlos acompañó al altar a su hija favorita y no pudo evitar emocionarse tras oír el sí quiero.

Pasearon orgullosos por las calles de Sevilla, en una calesa tirada por seis caballos, hasta llegar a los Reales Alcázares. Allí les esperaban los invitados, un menú con lubina del Cantábrico y perdiz roja y la imponente tarta nupcial.

La pareja disfrutó de una preciosa luna de miel en Australia. Pasaron cuatro días en el hotel InterContinental de Sydney y el resto de su viaje en la isla de Herón. Con su vuelta a la rutina deciden comenzar a vivir en París, donde se conocieron, en un apartamento próximo al museo del Louvre.