Las leyes no escritas del gym

Compartir es vivir: eso dicen, pero tu sudor, seguramente, no quiera compartirlo la gente contigo. Sé aseada y limpia con la toalla el sudor de las máquinas del gym que uses. Piensa que si para ti no es agradable sentarte y tocar el sudor de otros, al resto tampoco le parece que el tuyo sea un perfume de rosas.
Y además

Los gallitos de gimnasio existen y, si no quieres comprobarlo, mejor pregunta siempre si están usando la máquina antes de utilizarla tú. Es frecuente ver a la gente paseando alrededor, pero llegar y quitar los pesos de una máquina y ponernos al lío sin preguntar puede hacer que nos veamos en alguna situación desagradable al fastidiar la rutina de alguien.
Y además

No tomes el nombre de tu instructor en vano. Piensa que, aunque las correcciones que te haga o lo que te mande hacer, a veces, no te guste, está ahí para eso. Te obligará a esforzarte, asúmelo.
Y además

No seas la típica mete prisas y vayas por el gym preguntándole a la gente cuánto falta para que terminen el ejercicio: la mayoría reacciona bien y lo que hace es acelerar su entrenamiento para cederte el sitio. No fuerces, porque a ti tampoco te gustará tener que echar la lengua cuando te lo hagan.
Y además

El gym es un buen sitio para las relaciones sociales, pero ¡ojo! no todo el mundo va dispuesto a que le cuentes su vida, estés de colegueo o muestres tus armas de seducción. Ni llevas un cubata en la mano ni estás en una discoteca. Hay gente que solo va a hacer ejercicio y desconectar, respétalo.
Y además