11 libros clave que deberías leer antes de que acabe la primavera
Hay novelas, ensayos y cuentos y están recién salidos de la imprenta. Tienes algo más de un mes para ponerte al día con las novedades de la biblioteca.
En una biblioteca debe haber lecturas de metro y lecturas de sofá. Las primeras deben provocar el efecto de los cascos con cancelación de ruido exterior: aislar. Eso hace Permafrost, de Eva Baltasar. La primera novela de la poeta catalana absorbe, succiona la atención. Los tumbos sentimentales, emocionales, laborales y geográficos de su protagonista, una licenciada en Bellas Artes que convierte a sus amigas en amantes con fecha de caducidad, hacen peligrar la puntualidad de su lector. Muy tendrá avispado que ser para no saltarse su parada.
La genialidad esférica de Cristina Morales es para el sofá. Su Lectura fácil necesita pausa y buena iluminación. A través de Patri, Nati, Àngels y Marga, primas y hermanas con diferentes grados de discapacidad intelectual, Morales desgarra lo establecido y hace del cuerpo de la mujer su terreno de emancipación.
Las mujeres de María Sánchez vienen de la tierra. En forma de ensayo, la poeta y veterinaria de ganaderías recuerda cómo de niña solo quería ser como los hombres de su familia. Ni su madre ni su abuela le interesaban. Ahora comprende y defiende los ritmos del campo. No se le puede exigir al feminismo rural lo mismo que al de ciudad. En Tierra de mujeres escribe para que ellas dejen de ser objeto de escritura y pasen a ser sujetos. También, para que la España de los márgenes no sea narrada como una postal bucólica, plana, por hombres de ciudad que solo van al campo en vacaciones.
Tenemos ficción para amueblar. Emilia Pardo Bazán lo hace, casi sin querer, a través de los cuentos reunidos en El encaje roto. Los miedos de la mujer y la violencia machista llegan, con ella, como nuevos desde finales del siglo XIX. Iván Repila ejercita la sátira en El aliado. Que podría, pero no, no es la biografía de Roy Galán.
En esta lista también hay deberes. Hay dos tareas que deberían ser diligentemente completadas. Una, cubrir antecedes con Patricio Pron, el escritor con novelas de títulos más largos que la cola de la Bruja de Oro. El argentino acaba de ganar el premio Alfaguara por Mañana tendremos otros nombres, donde Él y Ella, sus protagonistas, encadenan relaciones como si fueran pipas. En la sociedad que levanta Pron, la vida sentimental se ha convertido en un elemento de consumo rápido.
En la segunda misión aparece la firma Ottessa Moshfegh. Sus razones son dos. Una: porque una mañana desenroscarás la cafetera y aparecerá ella tumbada en el filtro del café. Mi año de descanso y relajación va a ser El Libro. Ya lo está siendo. Hay que estar atenta. Dos: porque en esta vida hay que disfrutar.

El libro de Jacobo Armero camina por Madrid. Va de acá para allá, enseñando y aprendiendo. En Historias de un agente inmobiliario, la crónica, las memorias y una guía secretísima para comprar pisos y encontrar las mejores mesas de la ciudad se encartan con elegancia.

Ojo con Lucía Baskaran, talento joven, pero bien armado (y militante) que comienza esta novela áspera con una pérdida: Alicia tiene 28 años y se acaba de quedar viuda. Los fantasmas familiares, la amistad, el cuerpo y el deseo conforman el mapa por el que se mueve la protagonista.

Cuando el amor se oscurece, deja de serlo. En los cuentos de El encaje roto, Emilia Pardo Bazán pasa el maltrato a través de la ficción.

Una se licencia en Bellas Artes y ¿en qué bar pone copas? La protagonista de Permafrost se apoltrona en el piso vacío de su tía y se emborracha de literatura. Hasta que su tía la echa y se va a cuidar niños a Escocia. Y luego a dar clases de español a Bélgica. Entre amantes y cuchillas de afeitar que no le cortan las venas porque, mierda, tiene puesto el capuchón, se va a quemar la velocidad con la que gasta la vida y con su propio permafrost, la capa de hielo que recubre la Tierra. A ella, mantener congelados sus sentimientos la protege. ¿Y de qué sirve eso?

En Malaherba, de Manuel Jabois, Tambu, un niño de diez años, se hace mayor en la Galicia ochentera. El Corte Inglés de Vigo, con sus escaleras mecánicas y su perfumería, es la tierra prometida, los descampados deben ser barridos de jeringuillas antes de jugar al fútbol y su padre acaba de morir por primera vez. Con Elvis, su vecino, se hace mayor. Aprende que jugando puede dejar de jugar. Lo que ya es y ellos ya intuyen no necesita ser nombrado.

Si alguien te pusiera verde como el trigo verde, ¿querrías saberlo? Más vale. Porque Anna Caballé te lo va a contar. La profesora de Literatura Española ha recopilado las perlas machistas más brillantes de la literatura, desde don Juan Manuel a Quevedo y Cela. Con esta reedición, Caballé quiere que los tropiezos con la misoginia se reduzcan hasta desaparecer.

En forma de ensayo, María Sánchez recuerda cómo de niña solo quería ser como los hombres de su familia. Ni su madre ni su abuela le interesaban. Ahora comprende y defiende los ritmos del campo. No se le puede exigir al feminismo rural lo mismo que al de ciudad.

Nombre clave de la literatura británica actual, Alan Hollinghurst borda esta novela que se despliega a lo largo de tres generaciones y retrata, con humor, la clandestinidad gay en la alta sociedad británica de posguerra y el aperturismo que la prosiguió.

Sus padres se mueren y sus ganas de vivir, también. Durante algo más de doce meses, la protagonista de Mi año de descanso y relajación se mete en la cama con narcóticos, películas de Whoopi Goldberg y webs de lencería en acceso directo en el ordenador.

Legendre le tiene miedo al miedo. La vida es lo que la asfixia. En El nenúfar y la araña, la francesa pasa del ensayo a la autoficción, ironía y capítulos breves mediante, para explicarse a sí misma. Y a todos.

Cuatro mujeres comparten un piso tutelado en el centro de Barcelona. Una controla los gastos, otra necesita ir a clases de danza de una vez por todas, Àngels debe terminar sus memorias y Marga tiene que empezar a olvidarse del sexo. Esto no puede ser. Su cuarto no es un bufé libre de sexo. O se controla o la acabarán esterilizando. Por si acaso. Cristina Morales escribe sobre la Barcelona de Ada Colau, la opresión invisible y la emancipación a través del cuerpo.