Los 7 libros con los que nos haremos en cuanto podamos ir a una librería
Estos libros están rellenos de historias de amor, de misiones internacionales y de ramos de flores olvidados. Son novelas para leer con la ventana abierta. Son libros de primavera.
Estos libros salieron de la imprenta cuando los almendros empezaron a gotear de blanco los arcenes de la carretera. Comenzó el polen a picotear las narices y ellos llegaron a las librerías. Están rellenos de historias de amor, de misiones internacionales y de ramos de flores olvidados. Son novelas para leer con la ventana abierta. Son libros de primavera.
Fueron los primeros de la temporada en salir y, por tanto, los mayores afectados por la cuarentena. En cuanto las librerías abran y los pedidos vuelvan a colarse en los buzones con normalidad, serán ellos los que alcancen nuestra mesita de noche.
En esta selección hay novelas y un manual de instrucciones. Jean-Martin Fortier enseña en El jardinero horticultor (Ed. Atalanta) a comértelo y guisártelo. En Saint-Armand, de Quebec, el agricultor ha logrado reidear los cultivos a pequeña escala. Con su mujer, Maude Helène Desroches, ha diseñado una microgranja en la que la baja tecnología proporciona un altísimo rendimiento. Lo suficiente como para que su media hectárea de terreno consiga alimentar a doscientas familias. Y sin emplear tractores.
También hay un herbario con firma de novelista. Clarice Lispector lo confeccionó para el periódico Jornal de Brasil y la editorial Nórdica lo ha pescado de entre las crónicas que conforman Revelación de un mundo. En veinticuatro anotaciones, la autora de Cerca del corazón salvaje mira a las flores y redefine la botánica. Elena Odriazola, Premio Nacional de Ilustración, ilustra sus 54 páginas.
Las flores toman la portada, y el arranque, de Para que vuelvas hoy, la última novela del andaluz Eduardo Mendicutti. ¿Cómo se llaman las flores amarillas de sus recuerdos? ¿Eran aquellas mimosas? Probablemente, sí. Aún debe rascar algo más en su memoria. Es su cuidadora la que instala en su rutina la curiosidad. ¿De quién se enamoró ella durante su juventud? ¿De quién podía enamorarse una prostituta?
En La gran fortuna, de Olivia Manning, el amor comienza a resquebrajarse. Alemania acaba de invadir Polonia y el matrimonio Pringle, de llegar a Bucarest. Él es profesor de universidad. Ella observa. Harriet no sabe cómo encajar en el nuevo círculo social Guy. Ni si lo que creía conocer de él era la verdad.

Ellas solo trabajan al dictado. Son secretarias. De la CIA. No pueden ser solo secretarias. La organización les asigna horas extra: han de infiltrar El doctor Zhivago en la URSS. Deben desestabilizar el régimen.

En el herbario de Clarice Lispector, una prosa sobria y breve deshoja las flores. Los trazos de Elena Odriozola, Premio Nacional de Ilustración, las acompañan.

Harriet quiere a Guy. Se lo dice. Él responde tres palabras: ya lo sé. La biografía de Olivia Manning se hace ficción, afilada, en el Bucarest de la Segunda Guerra Mundial.

Isabel fue el primer amor de Fernando. Y prostituta. Ahora es una anciana que intenta recordar. Es su enfermera la que le rasca la memoria: ¿de quién se enamoró quien no debía hacerlo?

Élisabeth recibe una casa y unas cartas. La primera la llevará al sur de Francia. Las segundas, por media Europa. Tiene un diario en clave, de la Primera Guerra Mundial, que descifrar.

Katherine quiere vender las tierras heredadas. Solo producen agave. Hasta que hurgan en ellas. Los cadáveres de una pareja enterrada reavivan los misterios familiares.

Jean Martin-Fortier es agricultor. Él y su mujer tienen al cargo media hectárea de cultivos. Y los labran sin tractor. En papel, la receta para dirigir una microgranja de alto rendimiento se ilustra (y vende como churros).