Estos son los restaurantes favoritos de la redacción de Marie Claire
De la mejor embajada de Cerdeña y Sicilia en España a la tarta de queso más espectacular de Madrid. En esta selección, la redacción de Marie Claire revela sus restaurantes favoritos y ejercita el único órgano interno de cuyo ritmo depende la felicidad: el estómago.
En un restaurante siempre es festivo. Las celebraciones frenan la rutina, marcan el tiempo. Son las responsables de fijar los recuerdos. El ritual del restaurante, con la ladera de copas al frente y la servilleta en pose de yoga sobre el plato, corta la cotidianeidad y la ensalza. Comer es un acto diario que el trabajo, la prisa y el cansancio vejan. Salir a cenar fuera es infiltrar en el calendario un día de fiesta. La redacción de Marie Claire sabe dónde debe acudir para activar el mecanismo.
A Madrid. Porque toda vive allí. Aquí. Y en Madrid los restaurantes brotan en las esquinas como las amapolas en el campo y las obras en las calles de un solo sentido. Se suceden y encadenan casi sin avisar. A cada semana le corresponde su ráfaga de inauguraciones. Madrid es una ciudad viva porque su estómago ha sabido muscularse.
Y sin embargo, una no cena fuera a menos que haya recordado reservar. En Madrid el ritmo y la extensión geográfica también se sientan a la mesa. Las ocupan y, al que haya hecho su reserva, lo mandan a la barra. O a la medianoche. El sistema de turnos ha cuajado en algunos restaurantes madrileños. Se reproduce la estrategia organizativa de las familias grandes: primero los pequeños, luego los mayores. Primer pase a la 21.30, segundo a las 22.45. El autoritarismo gastronómico junta la merienda con la cena y la cena con la recena. Niega la más relajante de las costumbres españolas, una solo entrelazable con el cine de Berlanga y las novelas de Delibes: niega la sobremesa.
Pero la tensión ante la posibilidad de que el camarero martillee la mesa con el cofre de la cuenta en ocasiones merece la pena. Un restaurante es un refugio, un fuerte. Llena el estómago cuando la imprevisión ha vaciado la nevera. A la mesa de un restaurante se da una comunión: todos quedan bajo una autoridad ajena a sí mismos. La sartén la han agitado otras manos. El responsable del éxito o fracaso del plato no se sienta en la silla de al lado.
Por inercia histórica, o sea, por costumbre, más hombres que mujeres escriben sobre comida. Ellas recopilan (recetarios, desde Sor Juana Inés de la Cruz a Isabel Maestre) y ellos relatan, como Julio Camba en La casa de Lúculo, ellos recuerdan, a la manera de Ignacio Peyró en Bebimos y comimos, y ellos, en mayoría, opinan en columnas. En Comida viejuna la periodista gastronómica Ana Vega puentea los tres géneros. Y en Madrid, quienes de verdad tienen la sartén por el mango son ellas.
Como en este listado. Desde la responsable de que esta web esté en pie a nuestro corresponsal gastro, estos son los restaurantes favoritos de la redacción de Marie Claire.

"Declaro amor incondicional a su tortilla de bacalao, a sus peculiares y sabrosas 1001 recetas de legumbres, a su música en directo de los viernes, a la mesa grande atestada de amigos y a su limonada con jengibre. Devoción por su escalope con huevo y trufa, sus erizos de mar y, obviamente, su tarta de queso. Sueño con cualquier plato que Gabi saque fuera de carta. Confianza ciega".
"Digamos que, como punto de partida, no soy de “restaurantes favoritos”, o mejor dicho, no soy una persona de costumbres. Cambio mucho, me gusta probar y lo que es peor: tengo mala memoria para este tipo de cosas, así que me cuesta crear rutinas. Pero ahora mismo diría:
– con mi familia suelo elegir Camino, un restaurante de siempre, enfrente de casa, con comida rica, excelente servicio y cero complicaciones. Últimamente se ha convertido en meca de “influenciadas”. No en vano, su dueño, Vituco, es padre de María Pombo. Pero mantienen su elegante despreocupación.
– Con mis amigas es fácil que quedemos en Madame Sushita. Restaurante femenino donde los haya, una carta muy bien hecha y un ambiente estupendo.
– Con grupo grande de amigos, Filandón o Carbón Negro. ¡No fallan! Con grupo pequeño, Floren Domezain. El de Castelló mejor que el de Abascal. El segundo es mejor local, con terraza, pero el primero tiene una atmósfera especial.
– Con amigos de fuera de Madrid es turno de los restaurantes de Sandro y Marta. De todos, el que más me gusta es Quintín, pero los de fuera adoran Amazónico.
– Si estoy en el barrio de Salamanca, intento Cristina Oria. Me encantan su estética y sus recetas".
"Fue un flechazo en toda regla: además de un audaz toque neoyorquino, cuenta con una vista imperdible. Fui a por dos grandes clásicos culinarios, la ensaladilla y la pluma ibérica, y no tuvo desperdicio. Siempre anhelo un puntito cosy y dio en el blanco. Imprescindible". En Marqués de la Ensenada, 16.

"Por el trabajo de de Miguel Ángel García, que moderniza y sofistica el estilo de un bistro de su Francia natal".

Está a punto de abrir en La Moraleja, pero Shanghai Mama ya tiene raíces en Madrid. En este restaurante chino, la decoración mezcla azulejos, terciopelo y madera y la carta, gyozas de Sichuán y dumplings de langostinos y jengibre.

"Por ser cien por cien bretona: de la sidra al tapizado de las sillas, pasando por sus deliciosas galettes".
"No podría dar solo una razón. Su carta entera es mi razón. Si tuviese que dar dos serían la french toast y el batido verde de Tommy. El único "pero" es la cola para esperar a que te asignen mesa".
"Lo fundó a finales de los 80 una neoyorquina superestilosa que se vino a vivir a Madrid. Está en un local a pie de calle, en Alfonso XII, 4, y la carta mezcla comida norteamericana con española. Para mí, lo mejor es el brunch de los domingos, que es inmenso. De primero sirven zumo de naranja con una selección de bollería casera riquísima. Luego eliges entre varios platos salados (huevos benedictinos, steak tartar, hamburguesa). Y de postre, un mimosa o un bloody mary".

Los dumplings de Nakeima son Los Dumplings. Con todas sus mayúsculas. El local no admite reservas. "Hay que llegar muy pronto o te quedas sin cenar", advierte Rut Baticón, directora de moda de Marie Claire. Pero pronto. Incluso alrededor de las 18. En Nakeima solo caben 20 personas. Ocho podrán sentarse.

"La pasta de La Tavernetta debería establecerse por decreto ley como la medida oficial de toda la pasta en España. Me obsesionan sus busiati con costilla de cerdo ibérico: tengo que ir a por ellos al menos una vez al mes, con la ansiedad de quien lleva cincuenta días en el desierto. Por pulsiones más suaves se han fundado círculos de adictos anónimos. Su carta, con sus platos dedicados, me divierte muchísimo. Me gusta imaginar cómo serán los amigos de Angelo, el chef de este sardo-siciliano, que se han ganado uno de sus platos mientras me atiborro de su tapenade y su mortadela. Y en La Tavernetta la vida pasa. En su sótano, de ladrillos blancos, que a mí siempre me recuerda a una cueva, la cobertura de los móviles se pierde y las mesas se llenan de políticos, abogados, jueces, periodistas, productoras de cine, arquitectos y escritores que rondan Justicia, uno de los barrios más bonitos de Madrid".