Costa Rica: un destino sostenible para volver a disfrutar del viaje
"Pura vida" es el lema vital de este fascinante destino. El país más ecológico del planeta ha desarrollado un concepto de turismo integrado con lo natural: hoteles que se funden con la vegetación o que aprovechan las edificaciones de viejos cafetales, actividades al aire libre de mínimo impacto ambiental... Te damos las claves para conocer un país que concentra el 6,5% de la biodiversidad mundial y es emblema de la sostenibilidad y el ecoturismo.

¿Cómo imaginas tu primer viaje tras el confinamiento? Si buscas un destino soñado, seguro, sostenible, natural, de amplios horizontes, distinto a todo lo que has visto y bellísimo, Costa Rica es tu lugar. En esta nueva realidad en la que uno de los gestos que más cambiarán es la forma de viajar, Costa Rica se encuentra en una situación privilegiada por todo el camino que ya había recorrido.
Pionera de la sostenibilidad y el ecoturismo seguro, recibió el premio Campeones de la Tierra, el máximo galardón ambiental de las Naciones Unidas, por su papel en la protección de la naturaleza y su compromiso contra el cambio climático. El éxito de Costa Rica al colocar las preocupaciones ambientales en el centro de sus estrategias políticas y económicas es evidencia de que la sostenibilidad es alcanzable y económicamente viable. Por eso, si una de tus prioridades es proteger el planeta, no encontrarás un destino mejor.
¿Por dónde empezar? Costa Rica lo tiene todo: alberga el 6,5 % de la biodiversidad mundial. En este paraíso de poco más de 51.000 kilómetros cuadrados —un poco mayor que Aragón— hay más de 230 especies de mamíferos, 850 especies de aves y 12.000 tipos de plantas. Además, el viajero se encuentra con la calidad de sus maravillosas playas, una temperatura promedio anual entre los 20 y los 27 grados y un modelo de turismo que promueve la economía local y favorece la reinserción de especies animales en su hábitat natural. Estas son algunas de las propuestas para vivir una experiencia única en Costa Rica.

Historia, cultura y ocio en San José
Las calles de San José, la capital de Costa Rica, conocida como Chepe, se asoman a bellísimos espacios naturales pero la ciudad es única por sí misma, llena de tesoros. Podemos comenzar en la Plaza de la Cultura, cuyos principales espacios están ocupados por el Museo de Oro Precolombino, y el de Numismática del Banco Central. En el lado sur de la Plaza se levanta el edificio más emblemático de San José, el Teatro Nacional. Símbolo de las aspiraciones europeas de la sociedad cafetalera liberal, fue construido a fines del siglo XIX, mediante un fuerte impuesto a la producción cafetalera. Muy cerca se encuentra la Librería Lehmann. El edificio construido en 1914 es de influencia neoclásica y junto con los valiosos inmuebles del Knöhr y el antiguo Ministerio de Economía permiten rememorar el San José de inicios del siglo XX.
El Mercado Central es visita imprescindible. Sito en la Plaza Nueva, los puestos tradicionales de alimentos básicos, ropa, accesorios para la casa se combinan con flores y plantas, especias y hasta imágenes y estampas de santos y remedios milagrosos para casi todo. Lo mejor es quedarse a comer y tapear en sus sodas, como en la Cantina El Gran Vicio, la más antigua de Latinoamérica, parada obligatoria para tomar una Imperial bien fría y la soda Tapia, que desde hace 123 años es de obligada visita para saborear un típico casado, rematando con su legendaria ensalada de frutas. Para terminar la centenaria Heladería de Don Lolo Mora.
Entre la oferta museística destaca el Museo del Jade que exhibe la mayor colección de jade precolombino de América. Muy cerca se encuentra el Parque Morazán, corazón de la vida social y política josefina de finales del siglo XIX y donde se realizaron por décadas las fiestas de fin de año, hasta que se trasladaron a la Plaza González Víquez en 1930. Cruzando el Parque Morazán, se llega hasta el Museo de Arte y Diseño contemporáneo, situado en la antigua bodega de rones de la Fábrica Nacional de Licores. Y muy cerca está la Casa Amarilla. En 1912, Andrew Carnagie donó fondos para construir la sede en San José, de la Corte de Justicia de Centroamérica, la cual se terminó en 1916. Desde su primera época y hasta la actualidad ha sido la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Desde allí se puede hacer una caminata a pie por el barrio de Amón, residencia de la élite urbana josefina cuya construcción inició el francés Amón Fasileau-Duplautier. Allí está el Castillo del Moro, el ejemplo más representativo de la arquitectura de influencia mudéjar en el país.
Cuando cae la noche, una opción es hacer un recorrido guiado por San José con amantes de esta ciudad. Se trata de Carpe Chepe, empresa que se dedica a mostrar los encantos ocultos o no tan ocultos de esta ciudad que asombra en cada rincón.
Entre los locales que hay que visitar está el Café Mundo, con su terraza en una mansión del barrio de Otoya; el Café Kalú, cuya chef Camille Anton prepara platos de fusión; el Café de los Deseos, algo bohemio y muy colorido; el restaurante Grano de Oro situado en el hotel del mismo nombre; o el Park Café, con el chef Richard Neat, estrella Michelin, a sus fogones. Pero la tendencia josefina la forman dos restaurantes con sus correspondientes chefs. Uno es de cocina contemporánea, Silvestre, a cuyo timón navega el chef Santiago Fernández con la pesca artesanal y la agricultura orgánica. El otro es Sikwa, al mando el chef Pablo Bonilla, o lo que es lo mismo, el maestro que está rescatando la comida indígena.
Impresionante naturaleza
Cerca del 26% de la superficie del país son espacios protegidos, en total 145. Entre ellos, tres considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Isla del Coco, Parque Internacional La Amistad y área de conservación de Guanacaste.
Hay que adentrarse en esta impresionante naturaleza costarricense. Comenzamos en la localidad de San Gerardo de Dota y, junto a ella, el Parque Nacional de los Quetzales. Allí se encuentra el alojamiento Trogon Lodge, varias cabañas de madera distribuidas en un exótico jardín que ameniza el permanente canto de los quetzales. Estas aves sagradas por los mayas tienen plumajes de vivos colores y su belleza resulta hipnótica.
Como la de los colibrís, que son las pequeñas grandes estrellas de la reserva biológica Monteverde. En el país existen algo más de 50 especies de estas pequeñas aves, muchas de las cuales se pueden avistar aquí. Por lo demás, este espacio protegido, situado a unos 1.600 metros de altitud, es un bosque nuboso, hogar de una enorme cantidad de especies vegetales y animales.
La reserva puede recorrerse a través de varios caminos y senderos, algunos entre vertiginosos puentes desde los que se puede disfrutar de una preciosa vista que se despliega entre el mar y la laguna del Arenal, junto al volcán del mismo nombre.
El sabor de los cafetales
Las condiciones climáticas de Costa Rica (temperaturas cálidas y abundante humedad) favorecen que proliferen cultivos de plantas tropicales como plátanos y bananos, macadamias, naranjas, caña de azúcar y, sobre todo, café.
Desde luego, es una delicia el paseo entre los cafetos, asistir al proceso de recolección, selección, secado y tostado de sus frutos, con los que se elabora uno de los mejores cafés más valorados del mundo. Muchos de los procesos de cultivo son ecológicos y el proceso de elaboración, artesanal. Hay cafetales en las laderas del volcán Poas, a 50 km de la capital San José, cuyo cráter se encuentra anegado por una laguna de un color verde intenso. Un volcán bastante vivo y con frecuentes erupciones, protagonista de uno de los entornos naturales más visitados del país.
Los volcanes son grandes protagonistas de Costa Rica, que se sitúan dentro del llamado cinturón de fuego del Pacífico que reúne a la mayoría de los volcanes del mundo. En sus cordilleras (excepto la de Talamanca) se localizan 300 edificios o focos volcánicos de los cuales menos del 5% están activos. Entre estos se encuentran los volcanes Orosi, Miravalles, Rincón de la Vieja, Tenorio, Poás, Congo, Barva, Cacho Negro, Irazú Turrialba y Arenal.
Destaca el aprovechamiento del potencial geotérmico de los volcanes. De hecho, esta energía, junto con la hidroeléctrica, cubren las necesidades de las viviendas y alojamientos de Costa Rica durante buena parte del año. Otro tanto más que se apunta este destino eco.

Playas y surf
Pero Costa Rica es, además de naturaleza y cultura, mar. Es famosa por sus playas y por sus olas. Miles de surfistas se desplazan cada año a la costa del Caribe para practicar este deporte. En la costa del Pacífico, el destino preferido de los costarricenses para disfrutar de la playa son las de Mal País y Santa Teresa, donde se puede alquilar una cabaña a pocos metros del mar.
En el parque nacional Marino Ballena, en el Pacífico, puedes ser testigo del paso de ballenas jorobadas durante sus migraciones anuales. Un auténtico espectáculo que refleja el lema de este maravilloso país: ¡Pura vida!

La Reserva Bosque Nuboso Santa Elena, en la zona de Monteverde, está bañada por los vientos alisios del norte creando un sistema nuboso que se mantiene durante casi todo el año, propiciando el desarrollo de una exuberante diversidad de plantas que dan vida a un bosque mágico siempre verde.

La belleza de una de las últimas fronteras salvajes del mundo. Rica en fauna, poco poblada, y hasta ahora, con un acceso difícil, la mayor parte de esta área está compuesta por parques nacionales como el Parque Nacional de Corcovado.

Cría de danta, el tapir amazónico, en Corcovado.

El río Celeste se halla en el cantón Guatuso de Alajuela, en el Parque Nacional Volcán Tenorio.

Aguas termales junto al volcán Rincón de la Vieja.

El Parque Nacional Braulio Carrillo es uno de los parques más extensos en Costa Rica con siete variedades de hábitats. A 38 km de la capital, se encuentra en la cordillera Volcánica Central.
Sentado a lo largo de las estribaciones de la Cordillera de Talamanca, el pequeño pueblo de San Gerardo de Dota le sobra la belleza natural. Los viajeros vienen aquí para ir de excursión a través de la naturaleza virgen y ver alguna de la flora y fauna más predominantes de la región.
El golfo Dulce es un pequeño fiordo tropical de Costa Rica situado en la costa meridional del país, en aguas del océano Pacífico.

Paraíso de surfistas de la costa de Oro de Guanacaste.

En Costa Rica se pueden observar cinco de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo: las tortugas Lora, Baula, Carey, Verde y la tortuga Cabezona.

En Costa Rica se puede disfrutar de las tortugas marinas en el Parque Nacional Tortuguero, en el Refugio de Vida Silvestre Gandoca Manzanillo, en el Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste, en el Refugio de Vida Silvestre Ostional y en la Estación Biológica Nancite.

El Parque Nacional Tortuguero es una zona silvestre protegida de Costa Rica, situada en el norte de la costa caribeña. Sus playas son zonas protegidas para la anidación de tortugas marinas.

Conocido como un paraíso para los surfistas, Pavones es una pequeña comunidad ubicada a lo largo de la costa sur del Pacífico y alberga algunas de las mejores y más largas olas del mundo.
Es un edificio de arquitectura historicista de 1897 y se considera uno de los inmuebles más importantes de la historia de Costa Rica y principal joya arquitectónica de la ciudad de San José.

El histórico edificio de Correos y Telégrafos es uno de los más emblemáticos de la capital. Fue concebido por el arquitecto de origen catalán Luis Llach en un estilo neorenacentista y se terminó en 1917.

Vista de la Avenida Central de San José, capital de Costa Rica, con una escultura del costarricense Jorge Jiménez Deredia.
Las misteriosas esferas de piedra de Costa Rica se hicieron mundialmente famosas por aparecer en la secuencia de inicio de En busca del arca perdida, en la que una de estas reliquias misteriosas rodaba a gran velocidad a punto de aplastar al mismo Indiana Jones. Actualmente, se conoce la existencia de 250 de estas bolas de distinto tamaño -la más grande pesa unas 16 toneladas y mide dos metros de diámetro-, la mayoría concentradas en la región del Delta de Diquís.

El Mercado central de San José es el mayor mercado de la ciudad de San José, Costa Rica. Establecido en 1880, ocupa toda una manzana de la avenida central.

El Museo del Jade y de la Cultura Precolombina es un museo histórico, cultural y arqueológico ubicado en San José, que resguarda la considerada colección arqueológica más grande del mundo de piezas elaboradas con jade.

El recorrido por este museo invita a preguntarnos cómo llegaron los primeros pobladores al territorio que hoy es Costa Rica y cuál es la realidad que viven los pueblos indígenas descendientes. Destaca su colección de 688 piezas de oro precolombino.

Conoce la rica herencia cultural del país en este museo sito en la ciudad de San José.

El Mercado Central es el mejor sitio para disfrutar de las típicas sodas.

Arquitectura típica de la capital costarricense.

La Feria Verde de Aranjuez, evento ecológico celebrado en San José.

Una de las mejores zonas de ocio nocturno de la capital es el barrio de Escalante.

Cantina El Gran Vicio, la más antigua de Latinoamérica, en el Mercado Central.

Bar en el barrio de Escalante.

Cantina del barrio de Escalante.

Restaurante Furca, en San José.

Grafitis en Chepe, apodo de la ciudad de San José.

Fachadas coloreadas en San José.