
Ibiza en 72 horas: cómo disfrutar de la isla (sin morir en el intento)
La isla blanca nos abrió su corazón con audacia, belleza y mucha personalidad.
"…suelta las cuerdas de tus velas. Navega lejos del puerto seguro. Atrapa vientos favorables en tu velamen. Explora. Sueña. Descubre”. decía Mark Twain. Puede que en esta vida tan fugaz como impredecible, importen realmente los viajes que llevan a conformar, trozo por trozo, nuestra personalidad, eterna desconocida. Me atreví, con el deseo salpicado de picardía, a saborear. Saborear las blanquecinas casas, infinitas aguas azules, higueras, almendros, olivos y algarrobos que se mezclan en un ambiente vívido, con una exquisita mezcla de pollo payés y flao, y belleza. Belleza en cada rincón, en cada suspiro, en cada mirada. Ibiza se desnudó ante mis ojos, en un viaje que cambió definitivamente mi percepción de lo conocido. Y me llevó a sentirme más que nunca viva.
Descubrí de la mano de Playasol Ibiza Hotels durante tres días de lo más intensos las maravillas que me podía brindar la isla de las Baleares: al programa mar y arena, dúo imparable con el que solemos soñar, pero también una propuesta gastronómica y estilística únicas, diversión y alegría. Así es uno de los lugares más codiciados del mundo, que oculta, tras una fama de extravagancia, una gran intimidad. La isla emblemática del Mediterráneo pide audacia: adéntrate en sus sinuosas calles, el mítico Dalt Vila, patrimonio de la Humanidad, sin dejar de hacer tu compra en mercadillos típicos, inundados de prendas Adlib y capazos de paja, antes de hacerte con una de las prendas exclusivas de la línea de Dior exclusivamente creada para la isla, J'adior Ibiza, tomar un delicioso capuccino en Croissant Show, una de las numerosas referencias gastro, dejarte llevar por la caricia de las olas en las primeras líneas de playa y finalmente disfrutar de la fiesta en su esencia en Pacha... las opciones son casi infinitas: más allá de su ambiente de celebración constante, cuenta con algunos de los paisajes más bonitos del Mediterráneo.
Ibiza, siempre te querremos y he aquí mil razones por ello. Tres días. Son los que me han permitido conocer esta pequeña maravilla del archipiélago que definitivamente, solo espera a por ti, que tengas un alma viajera o no... a por ella.
La isla, situada en el mar Mediterráneo, forma junto a las de Menorca, Mallorca y Formentera el archipiélago de las Islas Baleares.
¿De dónde proviene? ¿Cómo evolucionó?
Esta pequeña joya del Mediterráneo de más de 571 km2 tuvo su momento de máximo esplendor en la época fenicia y púnica. Fue fundada 654 antes de Jesucristo, según investigaciones, es 50 años más joven que Cádiz. Su época de esplendor ha sido el púnico, vivían 5000 habitantes, en 200 antes de Cristo... fue estratégico hasta el Imperio Romano. Su situación, a 250 kilómetros de Argelia, entre la Cerdeña y la Península, la convirtieron en un punto de paso. importante.
La palabra "Ibiza" viene de la lengua fenicia, de la palabra "Ibossin", que significa "isla del dios Bes", una divinidad egipcia, que protegía a los humanos de las serpientes. Proveniente del norte de Sudán, lleva un martillo en la mano derecha y una serpiente izquierda. Es también conocido como el dios del baile y de la fiesta, en algunas representaciones parece tener de hecho tres piernas, es obsceno... el dios protege el parto, la infancia pero también de los sueños, las pesadillas, a la intimidad, el acto sexual... de ahí la leyenda generada en torno a la isla.
Ibiza no contaba históricamente con animales peligrosos como las serpientes, el único que existía además de las aves e insectos, eran las lagartijas que se han convertido en el símbolo de la isla. Se considera una isla sagrada, de hecho los romanos utilizaron la tierra de la isla para curar de las picaduras de serpientes.

Ubicado en el barrio de Dalt Vila (Patrimonio de la Humanidad), se construyó en el siglo XVI, precisamente en el año 1585. Destaca por el imponente escudo español, símbolo del Imperio, en la fachada visible de la muralla. Se creó inicialmente para defender la frontera del ataque de los Otomanos, cuenta con baluartes, y no torres, según recalca nuestro guía Emilio.
Existen actualmente restos de muralla medieval, púnica aunque es la del siglo XVI que pervive mayoritariamente. Detrás se ubica el Museo de Arte contemporáneo, un palacio militar a prueba de bombas, donde yacen los restos de la ciudad fenicia, y el patio de armas.
No prescindas de una visita a la Catedral de la Virgen de las Nieves, también situada en el Dalt Vila. Construida en el siglo XIII sobre la antigua mezquita de Yebisah, aunque con toques barrocos añadidos en el siglo XVII, cuenta con una representación de Santa María en un retablo en el altar, además del emblemático Cristo yaciente.

¿En busca de platos tradicionales... reinventados? No te pierdas bajo ningún concepto el bodegón payés de delicatesen caseras, el embutido de porc negre, paté de conejo con hierbas ibicencas, pan de trigo xeixa, tomate del huerto y manteca con hierbas del campo, sus croquetas de bullit de peix, cerdo negro a la barbacoa y coliflor con parmesano todas ellas sin bechamel (presentadas en un maniquí con peinado punk), su trampantojo de ensalada cesar (la presentación te dejará también sin palabras) y su tradicional cochinillo de porc negre con frutas encurtidas en vinagre, que podrás probar con un toque de limón.
Deslízate a las sombras de los edificios del barrio marinero: encontrarás algunas boutiques pequeñas pero repletas de maravillas típicas de la isla. Es la ocasión perfecta para sumarte al famoso estilo AdLib: a por tus prendas blancas y ligeras.

Prueba literalmente el sabor del mar pero también de la tierra en este restaurante, ubicado en el corazón del hotel PlayaSol y en primera línea de la playa: podrás saborear entre otros manjares su ensalada de langostinos y aguacate con leche de tigre, tentáculo de pulpo braseado con parmentier de patata y sobrasada, ensalada de espárragos trigueros de Navarra con all i oli de azafrán, una langosta con huevos camperos, sobrasada y patata payesa y el tradicional pollo Ibicenco con foie y boniato asado con ensalada de brotes tiernos. ¿Nuestro flechazo? Sin duda alguna el pollo payé.
Sabrás que las posibilidades de alojamiento en Ibiza son (casi) infinitas y aunque creas prescindible la elección de un hotel todo en uno, te ayuda vivir la experiencia de otra manera. Descubrí por mi parte el hotel Playasol The New Algarb, avenida Pere Matutes Noguera, un cuatro estrellas que cuenta con la ventaja no menospreciable de estar en primera línea de la Playa d'en Bossa, una de las más grandes de la isla. Camas balinesas, piscina, espacio de cóctel e incluso tienda...
Un lujo que te puedes permitir para una estancia corta que además te dará un acceso fácil al resto de la isla (no cuentes más de 20 minutos para llegar al centro en coche).

Las aguas del Mediterráneo son sin duda alguna parte de la magia de Ibiza. Antes de montarte a un barco, no dudes en lanzarte a por la aventura del puerto marino, Marina Ibiza: toma un delicioso capuccino en el Capuccino Grand Café (las vistas son increíbles) antes de irte de compras por algunas de las tiendas de las casas de Alta Costura que han llegado hace poquito: Dior, (que cuenta con una colección exclusivamente ibicenca, J'adior Ibiza), pero también Dolce & Gabbana, entre otros.
Tómate un descanso en Calma Bistró, un lugar especialmente recomendable para desayunar y descansar, a orillas del mar.

Es también un paso casi obligado de la isla... este verano, aprovecha el candente sol del Mediterráneo para pasear en barco. Lánzate a por la conquista del agua viajando hasta la Platja Ses Salines. Te espera un buen chapuzón (además de sensaciones fuertes). Eso sí, atenta a las olas, que podrías llevarte alguna sorpresa...

Si buscas un lugar con vistas que te quitarán el sentido común, este es el tuyo. Te permitirá disfrutar de un menú típico de la isla, con toques mediterráneos más generales: no te pierdas sus almejas de la casa, gambitas ibicencas frescas salteadas y Frita de pulpo Vino Blanco así como su entrecot de wagyu, entre otros.

Aprovecha tu paso por la isla para descubrir una de sus grandes maravillas culturales: las galerías. Si eres una inmensa fan de arte, pásate por Santa Gertrudis de Fruitera, encontrarás joyas como la Galería También.

La leyenda dice que si no has salido de fiesta en Ibiza, no has estado de verdad. Resulta difícil por no decir imposible no pasárselo en grande en la isla, cuenta con un ambiente realmente único. Las 24 horas del día son motivo de celebración y te será incluso más fácil disfrutar de una fiesta de día que de noche. Aún así, si no quieres renunciar a tu tradicional "sábado por la noche" de party, no te pierdas el ambientazo de Pacha.
La discoteca, recientemente renovada, cuenta con un espacio principal donde se suceden cada noche referencias electro (tuve la suerte de asistir a una representación de Martin Solveig), salas con músicas de diferentes estilos y sobre todo una terraza al aire libro cosy en el que podrás relajarte y tomar algo en un ambiente totalmente distendido. La entrada te puede suponer unos 80 euros (la copa 22), pero no te lo pienses dos veces.
Menos conocida pero realmente abrumadora es la propuesta gastronómica del espacio: no te pierdas sus sushis (de los mejores que podrás probar en toda la isla), el solomillo con puré de patata trufado y chalotas y su mix de postres, para todos los gustos, con el que quedé especialmente fascinada.

Se ha convertido en uno de los lugares indispensables de la isla por múltiples razones: su vistas increíbles y su menú de lo más audaz. Renovado hace un par de años, este espacio de ensueño que cuenta con un número limitado de habitaciones y un restaurante que mezcla recetas típicas con un toque moderno es ya toda una referencia por sus barbacoas (a precio asequible), tanto en verano como en invierno.