
Sofía de Grecia: la Reina enamorada de Mallorca
La Reina emérita se encuentra disfrutando estos días de su isla favorita más que nunca en medio de la tormenta familiar que la rodea
Dicen que tras la tormenta, llega la calma. Sin embargo, hay quienes prefieren buscar refugio en otra parte mientras la tormenta pasa, como ha sido el caso de Sofía de Grecia, la reina emérita de España, quien tras la polémica salida del país de Don Juan Carlos de Borbón, ha decidido buscar la paz y tranquilidad que necesita en uno de sus lugares favoritos: Mallorca. Más de 40 años marcan la tradición de los veranos de la familia real en la isla balear, y hace unos días, la madre de Felipe VI era la primera en llegar a la residencia ‘real’, el Palacio de Marivent, situada a orillas del Mar Mediterráneo y a donde, desde 1973, vuelve año tras año para relajarse allí durante sus vacaciones. Y es que parece que la belleza natural de la isla ha encandilado especialmente a la Doña Sofía, definiéndose como una auténtica enamorada de Mallorca y quien ha podido disfrutar este verano más que nunca de ese mar que para ella es un lugar de referencia desde que era niña.
Durante décadas, al acabar sus actividades oficiales dentro de la agenda institucional de la familia real, la reina emérita se trasladaba a mediados de julio a Palma, donde se la ha podido ver disfrutar de la gastronomía y actividades autóctonas, además de preparar la residencia de Marivent con las decoraciones típicas mallorquinas. Una tarea ilusionante para ella que llevaba a cabo sin problema. Unos días de relax que siempre la han servido para rememorar los veranos familiares con sus padres y hermanos en la isla de Corfú, en Grecia, su tierra natal. En Mallorca ha vivido muchos de los mejores y más felices momentos de su vida familiar, ya sea bien disfrutando de largas jornadas sobre las aguas mallorquinas en yate, paseando por el casco antiguo y visitando tiendas emblemáticas de la capital, o haciendo gala de su faceta más cariñosa y familiar como la abuela orgullosa y entregada que demuestra ser. En varias ocasiones, ha acompañado a sus nietos al Club Náutico de Calanova, donde han estado tomando clases de navegación y ha participado en entregas de los diplomas de vela del club.
Muchos gestos cariñosos y una permanente y radiante sonrisa, son las características señas de la actitud de Doña Sofía en la isla por la que siente debilidad y pasión. Un amor que lleva representado en el pecho en forma de colgante con la cruz de Calatrava, una oda a la historia de Mallorca adquirida en la joyería de la diseñadora local y por excelencia de la reina emérita, Isabel Guarch. A pesar de la atípica situación, la madre de Felipe VI no ha querido prescindir de sus vacaciones baleares en compañía de su hermana, la princesa Irene de Grecia, mientras su familia se sitúa en el ojo del huracán, y así coger fuerzas para encarar la nueva etapa tras el verano.

Durante su estancia en Mallorca año tras año, Doña Sofía ha sacado a relucir su faceta más cariñosa y familiar, mostrándose como una abuela orgullosa y entregada. En varias ocasiones ha acompañado a sus nietos al Club náutico de Calanova, donde han estado tomando clases de navegación, y ha participado en la entrega de los diplomas de vela del club, algo que ya ha hecho otros años.

Muchos gestos cariñosos y una permanente y radiante sonrisa, son las características señas de la actitud de Doña Sofía en la isla por la que siente debilidad y pasión, sobre todo con sus nietos, siempre atenta a cada uno de sus movimientos.

Muchos gestos cariñosos y una permanente y radiante sonrisa, son las características señas de la actitud de Doña Sofía en la isla por la que siente debilidad y pasión. Un amor que lleva representado en el pecho en forma de colgante con la cruz de Calatrava, una oda a la historia de Mallorca adquirida en la joyería de la diseñadora local y por excelencia de la reina emérita, Isabel Guarch.

Es habitual ver a Doña Sofía paseando por el casco antiguo de la capital balear, al igual que visitando las tiendas locales más típicas de allí, como la vidriera de Gordiola, de la cual se considera una clienta muy habitual, o incluso comprando en el mercado de Palma de Mallorca.

Sus vacaciones en la isla balear de la cual siente predilección, la han servido para rememorar los veranos familiares con sus padres y hermanos en la isla de Corfú, en Grecia, su tierra natal.

Durante años, entre sus muchas actividades vacacionales, Doña Sofía se embarcaba algunos días en el maxi Hispania de la Armada Española para tomar parte en la regata y recordar los tiempos en los que se preparaba para formar parte del equipo griego que iba a competir en los Juegos Olímpicos de Roma y en los que su hermano Constantino resultó vencedor.

Durante el día, era común avistar a la reina emérita en las regatas de la Copa del Rey desplazándose a El Fortuna, yate de la Familia Real española, o bien a embarcaciones rápidas que podían seguir más de cerca los veleros con los que Don Juan Carlos, Felipe VI, que por aquel entonces era el Príncipe de Asturias, y la Infanta Cristina competían en las regatas cada año.

El Palacio de Marivent, situada a orillas del Mar Mediterráneo, es ahora más que nunca el refugio de Doña Sofía. Convertida en residencia ‘real’ desde 1973, allí se instala siempre a mediados de julio para disfrutar del verano en compañía de su familia.

Desde su designación como residencia fija de la familia real durante las vacaciones estivales en 1973, la madre de Felipe VI se encargó personalmente de redecorar acorde a sus necesidades la mansión real, por la que han pasado personalidades nacionales e internacionales, como el príncipe Carlos y Diana de Gales, o Michelle Obama.

A pesar de la atípica situación, la madre de Felipe VI no ha querido prescindir de sus vacaciones baleares en compañía de su hermana, la princesa Irene de Grecia, y unos amigos, el matrimonio Fruchaud, mientras su familia se sitúa en el ojo del huracán, y así coger fuerzas para encarar la nueva etapa tras el verano.