Marie Claire

Balenciaga

Si hay algo que ha caracterizado a la figura de Cristóbal Balenciaga (Getaria 1895, Valencia 1972) ha sido su discreción e incluso el misterio, ya que poco se sabe de su vida más allá de su labor como modisto. Nunca concedió una entrevista a ningún medio de comunicación, de manera que todo lo que sabemos del diseñador es gracias a su ingente legado y a sus amigos cercanos como Hubert de Givenchy o Emanuel Ungaro.

Si hay algo que ha caracterizado a la figura de Cristóbal Balenciaga (Getaria 1895, Valencia 1972) ha sido su discreción e incluso el misterio, ya que poco se sabe de su vida más allá de su labor como modisto. Nunca concedió una entrevista a ningún medio de comunicación, de manera que todo lo que sabemos del diseñador es gracias a su ingente legado y a sus amigos cercanos como Hubert de Givenchy o Emanuel Ungaro.
Cristóbal Balenciaga nacía en el seno de una familia humilde de Getaria; su madre era costurera, por lo que su pasión por la ropa le sería inculcada desde muy pequeño. Cuando él contaba sólo 13 años, la marquesa de Casa Torres, que veraneaba en esta localidad guipuzcoana, quedó prendada de la sensibilidad de este joven que ocupaba sus ratos libres en dibujar los diseños de los grandes trajes de la época. La marquesa le propuso un reto: le envió un trozo de tela junto a uno de sus vestidos más costosos, y Balenciaga lo copió con gran destreza. Balenciaga había encontrado a su mecenas; la suerte estaba echada.

Con sólo 23 años abría su primer taller en San Sebastián, y muy pronto haría lo propio también en Madrid y Barcelona. Su fama de perfeccionista y gran conocedor de la elegancia femenina pronto llegaría allende nuestras fronteras, algo que le permitió exiliarse a Londres y después a París al comenzar la Guerra Civil. En 1937 abriría su primer taller en la capital francesa, en el número 10 de la Avenida George V, el centro neurálgico de la moda mundial del momento. Balenciaga, a diferencia de otros modistos de la época que sólo elaboraban bocetos de sus creaciones, dominaba a la perfección el arte de la costura, de manera que participaba en el proceso de creación desde el comienzo hasta casi el final. Coco Chanel diría de él que "es el único de nosotros que es un verdadero couturier", muy acertadamente. La indudable maestría técnica del creador combinaba con su singular estilo, extremadamente revolucionario para la época, que le ha permitido ser recordado hoy como el Rey de la Costura.

Su fuerte eran los volúmenes, y era capaz de elaborar complejas piezas utilizando las mínimas cantidades de tela. Fue capaz de anticiparse al New Look de Dior ya en 1939, remarcando la silueta femenina y poniendo especial énfasis en destacar la cintura y las caderas redondeadas. Fueron muy célebres e innovadores sus trajes "saco", con un corte totalmente inaudito, las faldas bombonera, popularizó el uso de la manga tres cuartos o el talle alto, entre otros estilos. Pasaron a la historia de la moda dos trajes de novia recordados aún hoy: el de la reina Fabiola de Bélgica y, más tarde, el de Carmen Martínez Bordiú, dos auténticas piezas de museo. También realizó otra tarea mucho más funcional pero igualmente creativa que fue diseñar los uniformes de las azafatas de Air France.

Las clientas de Cristóbal Balenciaga, grandes damas de la alta sociedad, le eran tremendamente fieles no sólo por su estilo, sino porque confeccionaba los trajes en muy poco tiempo y sin apenas pruebas ni retoques. Organizaba desfiles privados en su atelier, alejado de los focos y la popularidad, llevando su trabajo casi como un artesano más que como un célebre diseñador. Se mantuvo activo hasta 1968, cuando diseñó su última colección; se retiró discretamente, tal y como había vivido, y la última vez que apareció en público fue en el funeral de Coco Chanel en 1971 . Un año después moría en Javea, Valencia, y sus restos reposan en Getaria.
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