Riesgo, atrevimiento y descaro sobre la pasarela
La tercera jornada de Cibeles ha estado marcada por el atrevimiento de David Delfín y por el vanguardismo de Amaya Arzuaga.
La tercera jornada de Cibeles ha estado marcada por el atrevimiento de David Delfín y por el vanguardismo de Amaya Arzuaga. Sin duda, estos han sido los dos desfiles más esperados, tanto por el público como por la prensa especializada. Y los que han apostado por la teatralidad.
David Delfín convirtió la pasarela en una especie de jaula gigante con cadenas colgantes y luces de neón. La espectacular escenografía de Amaya Arzuaga consistió vestirla con grandes adornos geométricos negros e idénticos que caían del techo, para lo que contó con el prestigioso experto en la materia De Francesc Pons.
El front-row, en ambas ocasiones, estuvo ocupado por lo más moderno del famoseo español, como Quim Gutierrez, Oscar Jaenada, Leonor Watling, Jordi Labanda, ¡la Terremoto de Alcorcón y sus amigas!
Sin embargo, el día comenzó mucho más convencional, de la mano de Kina Fernández. La gallega revisita el estilo safari, sirviéndose de los típicos colores terrosos de la tendencia. Los estampados con reminiscencias étnicas, los vestidos con aplicaciones tribales y los accesorios naturales como diademas de piel trenzada hicieron el resto. Como novedad del look "atardecer en África", Kina dota de volúmenes y formas abullonadas a sus vestiditos.
Mirian Ocariz, muy en su línea, presentó unos diseños cien por cien femeninos y dulces. El blanco fue el color estrella del desfile, aunque también hubo piezas en verde pistacho; de brillantes acabados metalizados; con maxi estampados; grises, versionando el traje sastre, o en delicados tonos nude. En cuanto a prendas, triunfo absoluto del minivestido.
Al mediodía, el recinto de Cibeles se convertía en un hervidero. Era el momento de David Delfín y la gente estaba ansiosa por ser sorprendida. Todos se esperaban que el malagueño rompiese moldes... y lo hizo.
Para empezar, en vez de un dossier de prensa que explicara su colección, el socio de Bimba Bosé nos dejó en el sitting un poema de Oscar Wilde. Sus diseños desfilaron dentro de la especie de jaula de cadenas y neones de la que antes hablaba, y de música ambiental utilizó la genial canción "Como yo te amo", de Rocio Jurado, interpretada por Bimba (que, como no, también desfiló) y remezclada con las bases de Twin Peaks.
En cuanto a diseños triunfó el color negro, el estilo andrógino y las líneas simples. Y respecto a los accesorios, las pajaritas y las corbatas finas. La aparición de un modelo totalmente vendado, nos dejó a todos boquiabiertos.
Tras Delfín, volvió la elegancia y la exaltación de la mujer con los Victorio&Lucchino. La silueta femenina captó todo el protagonismo, con voluminosas faldas por debajo de la rodilla bajo las que asomaba tul. Nos encantaron sus biquinis negros años 50, con la braguita tipo culotte muy alta, y el top bandeau. Su línea de hombre, sin embargo, se desmarcó de lo habitual, con un aire mucho más sport e informal.
Lydia Delgado nos deleitó con "Paradise" una maravillosa colección inspirada en diosas y niñas. Conjuntos lenceros, largas túnicas de encaje, vestiditos transparentes con aplicaciones brillantes y corte en la cadera... Como accesorios, preciosas coronas de flores de latón y unas psicodélicas y fantásticas gafas de ensueño. En el desfile participó la joven actriz Manuela Vellés y Miranda, la hija de la diseñadora.
El día terminó con otro plato fuerte, el desfile de Amaya Arzuaga. Además de la puesta en escena, (con la escenografía de la que antes hablé y totalmente a oscuras) la diseñadora sorprendió con unos modelos de líneas avant-garde cuya base, según ella, parte del desarrollo del rectángulo. Pudimos ver volúmenes exagerados a la altura de las caderas (lo que nos recordó un poco a Balenciaga), vestidos milhojas resultado de la papiroflexia, acabados acolchados tipo gofre y trajes con pequeñas bombillas que desprendían luz (de verdad) inluídas.
El público se fue a casa maravillado gracias a la creatividad de la Arzuaga.