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Rosa Oriol, el alma creativa de Tous

Cuando se cumplen 50 años de su trayectoria profesional, viajamos a la sede de la firma de joyería en Manresa para repasar junto a Rosa Oriol una vida de éxitos, según ella, inesperados.

Empezó, casi como quien no quiere la cosa, recién casada, a los 18 años, ayudando en la joyería que su suegro tenía en Manresa (Barcelona). Descubrió, a base de tratar con las clientas y saber escuchar, un camino inexplorado en la joyería, y lo conquistó. Hoy, es el cerebro creativo que mueve una empresa descomunal en éxitos, beneficios y calor humano. Que Tous no sería lo que es sin su creatividad, empuje y esfuerzo, es un hecho. Pero que nadie como ella se siente menos importante o responsable, también.



Los primeros años

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Conociendo a la diseñadora creativa de Tous, Rosa Oriol

Tu marido, Salvador, dice de ti que eres un "genio". ¿Te impresiona?
No, no me siento nada especial; me parece que lo que he hecho ha sido normal. Quizá, al hablar con la gente te das más cuenta de que no lo es.

¿Siempre has sido creativa o la creatividad se puede trabajar?
Yo creo que se puede trabajar, porque al menos a mí es lo que me pasó. Yo iba a ferias, veía cosas que me gustaban y no podía comprar, y cuando volvía aquí, intentaba hacerlas, o compraba cosas a medio hacer y las arreglaba.

¿Y ahora tu proceso creativo es similar?
No, primero pensamos un concepto y de ahí desarrollamos las piezas. Hay dibujos, muestras, está mucho más profesionalizado de lo que estaba antes conmigo…

¿Crees que ahora es más difícil encontrar un concepto original?
Ahora es complicado. Cuando empezamos, estábamos solos. Hoy hay no sé cuántos detrás nuestro… Por eso cuesta cada vez más.

Atribuyes el éxito de Tous a la capacidad de repensar la joyería en clave femenina. ¿Cuál es la diferencia?
Cuando yo empecé había una alta joyería, de mucho dinero, que compraban hombres para regalar, y luego había otro tipo que no tenía ninguna gracia. Lo que hicimos fue democratizar la joyería para que llegara a más gente y eso es una gran satisfacción porque pienso que fuimos los primeros en hacerlo..

Este año se habla mucho de empoderamiento femenino. ¿Será esta década la de las mujeres?
¡Absolutamente! Yo no soy feminista, porque siempre me han hecho sentir muy a gusto. No te digo que me hayan servido todo en bandeja, pero sí que he tenido un compañero en la vida y en el trabajo que me ha ayudado mucho. Es verdad que a las mujeres nos puede costar más que a un hombre, pero cada vez llegan más. Lo que pasa es que si eres madre a los 40 años y aún no has explotado en tu trabajo, es muy difícil conseguirlo. Yo a los 40 estaba libre de hijos y eso ayuda. Nadie te regala nada y menos siendo mujer.

Dices muchas veces: “A nosotros todo nos ha pasado sin darnos cuenta”.
Sí, claro.

Todo el mundo se pone medallas menos tú…
No.

Difícil caso de estudio… ¿Alguna vez habéis analizado vuestro éxito?
(Interviene Rosa hija) Es el esfuerzo, el tener claras las ideas y el haber sido pioneros. Hace 30 años empezamos a preocuparnos por cómo gestionar Tous y, también de forma excepcional, empezamos a trabajar con consultores externos para desarrollar nuestros valores y visión.

(Rosa madre retoma) Es verdad lo que dice Rosa. Empezamos desde muy pronto a tener consejeros que nos ayudaran, a entendernos y estar unidos. El momento difícil no fue hace 10 o 20 años; han sido estos últimos cinco años, los del cambio.

¿Ceder vosotros el testigo?
Eso es lo que cuesta. Nuestro deber es dejar paso a la siguiente generación, nos guste o no.

¿Y te has acostumbrado ya?
Pues aún no sé qué tengo que hacer. Ahora estoy mucho mejor, porque he pasado un año fatal, de crisis, de preguntarme ¿qué voy hacer? Ahora ya lo sé: dejar hacer a los demás. Pero sigo buscando mi hueco. Me han pedido que haga piezas especiales, pero no me puedo pasar de una cifra, que no sé qué, que no sé cuántos…

Por primera vez tienes jefe…
Muchos días me traen la nota de lo que me queda por hacer y Salvador me dice, "tú haz lo que quieras". Entonces surge la duda. Por un lado, sé que vale la pena hacerlo, pero necesitas tiempo y un grado de locura porque si no, no avanzas y yo ahora o me pongo o me salgo del todo. Si mimamos este departamento y lo trabajamos, puede ser una línea de negocio más. Lo que tengo que ver es si lo que hago gusta y vende. Pero no puedo fracasar.

Muchos empresarios dicen que han aprendido más de sus fracasos que de sus éxitos. ¿En tu caso?
También. ¿Sabes qué me pasó? Que de joven, íbamos a las ferias con un amigo de Salvador y su mujer, que eran mucho mayores y ¡me lo hacían pasar tan mal! Reconozco que me ayudaron; ella tenía mucho gusto, aprendí de ella, pero por otro lado me hacían sentir una pueblerina y con los años he llegado a la conclusión de que lo que he hecho ha sido porque tenía una espinita clavada, tenía que sobresalir con lo que hacía…

Una de las cosas que mejor te define es la sinceridad. ¿No llega a ser peligroso?
No, es muy cómoda porque no tienes que estar pensando qué dije, qué le dije… (risas).

¿Te consideras una persona disciplinada?
Lo era más. Ahora cada vez lo voy siendo menos, porque además me apetece no serlo. Hasta cuando no hago algo que tendría que hacer, me pongo contenta (risas).

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