Marie Claire

La tendencia alucinante: vestir a lo Cleopatra.

Las colecciones de, sobre todo, Givenchy pero también aunque de refilón, Loewe, parecen inspiradas en las reinas de Egipto.

-Y decimos reinas porque lo mismo da Cleopatra, que Nefertiti que Hatshepsut, ya saben ustedes que la moda no es precisamente una ciencia exacta y que lo mismo le da ocho que ochenta, no es un fenómeno riguroso, le va el lío, el potaje, la mezcla de referencias, el pastiche…

-Vestir de Cleopatra quiere decir vestirse con ropajes estampados con motivos que de algún modo nos remiten al antiguo y faraónico Egipto, lo cual, dicho sea desde el corazón, puede precipitarla a una al desastre estético más absoluto porque dichos motivos tienen mucho de souvenir…

-También decimos que una cosa es “a la Cleopatra” o a la “egipcia” cuando hay mucho dorado, no se sabe exactamente por qué, pero en occidente vemos dorado y nos da por pensar en el Nilo y, sobre todo, en los supuestos tesoros que se esconden en los recovecos de las pirámides y demás tumbas de las muchas que hay repartida por todo el Valle de los dioses.

-Otro elemento que te hará egipcia es el plisado (o plisé como dicen las finas), pero también los drapeados, las líneas en diagonal, los escotes y cortes asimétricos.

-Si te cuelgas ojos de la suerte -esos de cristal- y figuritas de azul lapislázuli (un hipopótamo, un pelícano, un león, una ratón, un báculo y un látigo…) también sacas adelante este look.

-Y no te digo ya si te pintas los ojos a la manera de Liz Taylor en la película de Mankiewicz, que, por cierto y dicho sea de paso, es un documento fundamental para inspirarse si te da por ahí, y si tienes tiempo, eso por descontado, porque la película de marras es larguísimo, larguísima total…

-Para llevar este look hay que tener más moral que el alcoiano, eso es seguro, y bastante valor. Llévalo lejos de la playa porque la arena te da desierto y vas a parecer una momia, no lo lleves cerca de un museo arqueológico ni de un yacimiento, por razones obvias, ni cerca de un cabaré no sea que alguien, al pasar, te cante: "ai va, ai va, ai babilonio qué mareo".

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