Elegancia suprema: los secretos de Cleopatra de Oettingen
Fue princesa por exigencias del guion y lo es cada día por amor. La aristócrata Cleopatra de Oettingen aterriza en España lista para despegar como actriz. con Dior, viste de color la primavera.
Sus padres tuvieron miedo. Quizá se habían excedido. Tal vez se habían pasado. Se prometieron, mientras viajaban por Egipto, que si tenían una hija le pondrían por nombre Cleopatra. Ahora, frente a la matrícula escolar, de cada letra de la reina ptolemaica colgaba el peso de la historia. Abrieron, entonces, un atajo: para sus compañeros de colegio, la baronesa Cleopatra von Adelsheim se llamaría Olivia. De algo tenía que servir un segundo nombre.
Ollie se reestrenó en Inglaterra. En la Universidad Americana de París, donde estudió Periodismo y Comunicaciones Globales, fue donde volvió a ser Cleo. Allí otras líneas de su biografía se aclararon. Quería ser actriz. La interpretación se convirtió en su objetivo. En Barcelona se formó y en Alemania rodó su primera película. Encarnó a una princesa. Luego vendrían las series de asesinos. Años más tarde, una mudanza a Madrid con marido, dos hijos, gallinas y perros incluidos. A las afueras de la capital no cuentan con el espacio que les garantizaba el castillo de su suegro, Albrecht Ernst, príncipe de Oettingen-Oettingen y Oettingen-Spielberg, con sus hectáreas de bosque colindantes, su museo y hasta una discoteca tapizada de rosa fucsia, pero llegar al centro de la ciudad en quince minutos de Uber tampoco está mal.
Ahora inspecciona unas botas de charol negro con detalles lima de Dior. Son, dice, como botas de agua, pero chic. “Confeccionan vestidos fabulosos, con organzas, sedas, transparencias, bordados. Dior hace los vestidos más maravillosos. Maria Grazia Chiuri es fantástica. Cuando estuve en París para la haute couture fui al showroom y pude ver algunos vestidos. Son espectaculares”.
¿Qué sentido tiene hoy la aristocracia?
Depende del país. En Alemania, como en España, está presente en la sociedad, pero al no tener poder político se centra en la conservación de las tradiciones y del patrimonio. Vela por edificios y parques históricos y por los empleados, y la comunidad, que trabajan en ellos.
¿Has identificado algún tipo de prejuicio derivado de tu procedencia?
Cuando estuve trabajando de actriz en Alemania me lo dijo mi representante: “Mira, tu nombre no te va a abrir puertas para nada”. Y por eso yo siempre quise quitarle el título y solo poner el apellido sin título, porque sí te juzgan. Al artista no le gusta darle posibilidades a quien ellos sienten que puede ser más privilegiado, es un estereotipo bastante fuerte. Sí me he sentido un poco juzgada en este sentido. Yo creo que la gente ya tiene una idea de cómo yo soy o quién soy solamente por un nombre y normalmente cuando me conocen se dan cuenta de que no soy eso.
¿El sufrimiento es necesario para que se valoren los méritos?
No sé si hay que sufrir, pero yo creo que alguien que quiere ser actor sufre mucho ya desde el principio. Desde la escuela de interpretación es muy duro, involucra muchas emociones. Muy pocas actrices han ido paseando por la calle y alguien les ha dicho “oye, me encanta tu cara”, van al casting, les dan el papel de su vida y luego les va todo fenomenal. La mayoría sí sufre mucho. Hay que tener muchísima paciencia.
¿Qué recuerdos tienes de niña en el cine?
La primera película que vi fue El Rey León y me pareció increíble. Fue en un cine en Santiago cuando ir al cine era como, no sé, ir a Hollywood y me acuerdo de que casi me volví loca. A mí padre le encanta ir al cine y vamos mucho, mucho. Sobre todo en Suiza, porque él vive mitad en Suiza y mitad en Alemania y el cine es todo en versión original. Me encanta ver todo tipo de películas, desde las más alternativas a megaproducciones. Te montas en el ascensor con un director de cine y en dos minutos lo tienes que convencer de que tú eres la futura estrella para su película.
¿Quién es él?
A mí me encanta Woody Allen. Me encantan los diálogos, tan realistas. Me gusta lo que atraviesan emocionalmente los personajes, me gustan los conflictos de pareja y cómo combina el humor y la tristeza porque la vida es compleja. Le diría: “Invítame al casting y yo te lo demuestro”. Cualquier cosa así. Es que, claro, hay que tener personalidad.

Traje de algodón elástico, bolso de piel acolchada y charms metálicos Lady Dior, zapatos de piel y neopreno con cierre de velcro y pendientes dorados con cristales y perlas, todo de Christian Dior.

Vestido sin mangas de algodón elástico, abrigo de algodón elástico y anillo dorado con piedra de resina, todo de Christian Dior.

Traje de chaqueta y falda en algodón elástico, bolso Saddle de piel con detalles metálicos y anillo de metal y resina, todo de Christian Dior.

Vestido de algodón elástico con cremallera y hebilla metálica, bolso Lady Dior, botas de charol y detalle en resina y brazalete metálico con esmalte estampado, todo de Christian Dior.

Abrigo de algodón elástico, de Christian Dior.

Vestido de organza, body de microfibra, bolso con cristales y cadena y detalles metálicos, bailarinas La Parisienne de charol con detalle metálico y pendientes dorados con metacrilato, todo de Christian Dior.

Abrigo de seda, zapatos de piel y neopreno con cierre de velcro y anillo de resina y metal con forma de bola, todo de Christian Dior.
Asistente de fotografía: Orlando Gutiérrez.
Maquillaje y peluquería: Olga Holovanova (Another Artists).
Producción: Carlota Martín.
Atrezzo de Westwing.