
Lo mejor del tercer día de desfiles en #MBFWM17
Marcos Luengo, Ailanto, Juana Martín, Custo Barcelona... Te contamos todo sobre la jornada del domingo en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid.

La tercera jornada de la MBFWM la ha inaugurado el asturiano Marcos Luengo. Consciente del invierno de su tierra y de sus clientas más fieles, Luengo ha poblado el armario de la mujer con sofisticados vestidos para esas reuniones familiares (véase bodas, bautizos y comuniones) en las que lucir espectacular es una norma no escrita.

Los materiales con los que ha decidido contar el creador asturiano van desde la robusta piel de cordero al punto, la napa, la lana tocana, el mohair, el terciopelo, el twill elástico, el crêpe o las plumas.

El ejercicio de sastrería facturado sobre algunos abrigos y capas de esta colección bebe, indudablemente, de los impecables trabajos de Madeleine Vionnet, Cristóbal Balenciaga y Sybilla.

La paleta cromática que ha decidido utilizar Luengo para su propuesta de otoño - invierno 2017/2018 (mostaza, sepia, violeta, rojo, fresa, petróleo) se suaviza y se vuelve delicada con esta blanco perlado de matices grisáceos. Un color que, gracias a su aplique de inspiración vegetal en oro viejo nos transporta a la, siempre chic, Antigua Grecia.

Quien iba a pensar que, para este 15 aniversario de Ailanto, los creadores vascos no nos tenían ninguna sorpresa preparada. A pesar de que la inspiración de esta colección se basa en la cultura gaucha, los hermanos Iñaki y Aitor la han pasado por su habitual filtro folk.

Dejando aparte el manido verde inglés y el verde pino, una de las tonalidades fetiche de los hermanos Ailanto han subido el ánimo del invierno con prendas en azul cerúleo (si, el color con el que Miranda Priestly articula un discurso para explicarle a su nueva ayudante, Andy Sachs, cómo influye la industria de la moda incluso en gente como ella que se cree al margen de las tendencias) y en un tangerine tango en su versión más rosa.

Los estampados geométricos comparten protagonismo con los motivos florales. La pena es que, más que estudiar nuevas especies vegetales, los creadores vascos repasan lo que ya se saben. Por eso, se ha echado de menos más riesgo.

Lo mejor de esta colección, que seguro se venderá sin problemas, han sido los pendientes de metacrilato: un balón de oxígeno en forma de bisutería Art Decó con motivos vegetales.

Dice Ulises Mérida que su colección Tótem representa “la fuerza de la figura femenina como pilar de la sociedad desde sus orígenes: segura de sí misma y libre de todo prejuicio”. La libertad que proporciona sentirse empoderada, da la confianza suficiente como para combinar el morado nazareno con el naranja. ¿Arriesgado? Sí, pero no imposible.

El creador manchego ha materializado su particular visión del empoderamiento de las féminas en favorecedores pantalones de corte capri o en vestidos de mini lentejuelas para la noche.

Los materiales de esta propuesta para el próximo otoño - invierno se equilibran por sus diferentes densidades. El punto grueso mezclado con cuero y tejidos tecnológicos troquelados (en versión mate) conviven con la personalidad liviana (y resplandeciente) del satén, el punto de seda y los tejidos tornasolados.

Para la noche, el juego de volúmenes del que ha hecho gala Mérida en esta colección también se teatralizan en este look para la noche en el que lo transparente y lo opaco funcionan a la perfección.

En esta propuesta para otoño - invierno llamada Rock - Uz (que hace referencia a la mezcla del rock con lo andaluz) la diseñadora andaluza ha querido utilizar tres colores clave: el rojo, el blanco y el negro.

¿Lo que más se ha visto? Estilismos ochenteros -que parecen sacados de un desfile de Anthony Vaccarello- con un toque flamenco.

Para ambientar su desfile, la diseñadora se ha trajo hasta Madrid al grupo de rock Medina Azahara que tocó hits como Todo tiene su fin (siento que ya llega la hora) o Necesito respirar.

Tonalidades materializadas en espectaculares trajes y vestidos que, además, se combinaban con transparencias y pedrería estratégicamente situada.





El dúo Maria Ke Fisherman nunca decepciona. Para su colección otoño - invierno, los diseñadores han formulado una oda a la cultura bakala y al sonido makinero tan característico de la Ruta del bakalao levantina. Tanto es así, que hasta el kit de prensa se ha escenificado con un nuevo logo de la firma (en cada colección lo cambian, al igual que lo hacen con la tipografía) escenificado en un cartel de fondo negro, con un Dóberman y una bandera de España) y con un flyer en el que se anuncia la fiesta after show.

Pero no solo de referencias patrias se nutre esta propuesta. La influencia de la cultura japonesa, el manga y el mundo del motor se ha materializado en la colaboración de la firma textil con la casa de neumáticos Bridgestone. Para el calzado, como ya es habitual, han contado con diseños de New Rock.

El nombre de la firma, Maria ke Fisherman, ha aparecido transformado en los icónicos logotipos de El Niño, Rottweiler (cambiado por un Dóberman) o Nike, en un claro guiño a las marcas que se popularizaron entre los integrantes de la cultura bakala. Prendas imprescindibles y asociadas siempre al conocido movimiento levantino, como gorras, sudaderas blancas, pantalones con botones laterales o camisetas, han copado los looks del desfile.

Y, como en cualquier desfile, la música ha acompañado a la puesta en escena, por lo que han sonado algunos de los temas más conocidos de los ritmos electrónicos que tan famosos se hicieron en nuestro país en la década de los noventa y principios de los dos mil, como Pont Aeri. ¿El broche de oro? El conocido tema Fly on the wings of love que ha acompañado al carrusel final de modelos.

La vuelta de Custo Barcelona a la pasarela madrileña nos ha hecho recordar el por qué de su éxito: haber permanecido fiel a sí mismo reinventándose en cada temporada. En la imagen, la modelo Carla Pereira. Su pareja, Cholo Simeone, no quiso perderse el desfile y lo vio desde primera fila.

La temporada de frío en la que piensa Custodio Dalmau (nombre y hombre detrás de la firma) se proyecta en el interior de un club en el que el house y el techno caldean un ambiente repleto de mini vestidos de inspiración espacial para vestir a las Barbarellas del s. XXI.

Para combatir las bajas temperaturas del exterior, nada mejor que abrigos yeti en versión glam que lo mismo se facturan en formato trench que bajo las hechuras de una bomber.

Y todo esto, sin olvidarse de su querencia hacia lo retro tamizada por su creativa interpretación de las décadas de los sesenta y los setenta.