Marie Claire

Apuntes desde la trinchera: 'Las chicas del frente'

Meses sin ducha, con mucho frío y bajo los bombardeos… Así es la vida en las trincheras del frente. No es un sitio para las mujeres, dicen algunos. Yaryna y Alina son chicas que ya llevan años luchando por su patría en la línea cero.

Olha Kosova

"¿Cuántas mujeres hay en nuestro batallón?... Creo que tenemos dos chicas médicas, pero las he visto solo un par de veces en la segunda línea. Las chicas no deben estar en "el cero" (la línea de colisión). Es duro. Imagináte estar varios días sin ducha o dormir en una trinchera", me cuenta Sergiy, de 25 años, de camino hacia la zona de batallas activas en el coche de ambulancia. Tras una semana de "descanso" en el hospital por una contusión bastante grave, este soldado vuelve a la guerra. "Sois unas criaturas bonitas, no tenéis que estar en el frente", sonríe Sergiy. Para apoyar su argumento saca su móvil para enseñarme la foto de su "agujero" cubierto por los palos, donde estaba durmiendo cuando cayó una bomba. Tuvo una suerte enorme. Un metro a la izquierda y ya hubiera quedado en trozos.En mi caso parece que Sergiy tenía toda la razón. No puedo imaginarme durmiendo en una trinchera. Aunque nunca digas nunca... Cuatro meses atrás, tenía estándares "demasiado altos": colchones y capuccino con lavanda por la mañana. No podría imaginar que en los próximos meses estaría viviendo como una vagabunda en las casas ajenas, llevando un chaleco antibalas de 15 kilos y una mochila táctica. Lo que más lamento es la ausencia de deporte en mi vida y un carnet de conducir. Si os falta motivación para ir al gimnasio: fuera de la comodidad de una megalópolis para la gente entrenada en situaciones críticas la oportunidad de sobrevivir aumenta drásticamente.

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En fin, tras pasar unas cuantas noches en el hospital a unos kilómetros al frente bajo el sonido de artillero y de sirenas, creía que ya había alcanzado mi límite. Así que cuando un caballero me ofrece ayuda con la mochila o el chaleco, me regala chocolates (no sé de dónde viene esta bonita costumbre de los militares ucranianos) o una manta para que no tenga frío mientras escribo, casi me pongo a llorar de emoción. Para ampliar mi visión, decidí hablar con mujeres que ya tienen experiencia para entender cómo viven las chicas que luchan en la línea cero. Allí, en el frente de Donbass, la vida se divide en dos fases principales: los días de combates duros cuando uno se levanta cada día despidiéndose de su vida y cumple con su "tarea" y los periodos de descanso "para respirar un poco". En este rato pillé a Yaryna de 26 años, en uno de los bosques de la región. Se le nota un poco el cansancio y el bajón. Once meses en la guerra sin parar.

Olha Kosova

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Yaryna siempre fue activista cívica, lo que está haciendo ahora, para ella es una continuación lógica de la lucha por su país. Hace años la guerra le quitó su novio. Por él y por el futuro de su hija, decidió optar por una vida en las trincheras. A Yaryna le gusta su trabajo y ahora junto con su marido están defendiendo al país. "No soy de los que están en la segunda fila o los que están esperando", comenta Yaryna. Desde el primer día destaca que "no es una mujer, es un soldado sobre todo". Con todos camina unas decenas de kilómetros, vive en los campos sin ducha, hace todos los ejercicios… Dice que cuando lo haces sistemáticamente y muestras que para ti es importante, los chicos empiezan a reconocer la igualdad. Al pertenecer a la Infantería Marine, una de sus tareas fue ir a la Isla de Zmiynyi en sentina de un barco en diciembre… Pasó varios días de frío y de mareo constante.

Olha Kosova

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El otro día Yaryna estuvo caminando durante unas 48 horas con una mochila de 70 litros y con un suministro de medicamentos para un grupo de seis personas. Al final del trayecto estaba agotada, por eso, cuando tuvieron que cruzar rápido la carretera se paró. Uno de los chicos volvió y le propuso su ayuda, pero Yaryna lo rechazó para mostrar a su grupo que era capaz de terminar el camino sola. "Al principio, los chicos se sienten dolidos cuando rechazas su ayuda… Quieren verte "como una mujer". Que les sonrías. El único momento en el que "cedí a su capricho" fue cuando empecé a prepararles pancakes сon miel de maple por primera vez en dos semanas", dice Yaryna. La historia de Alina de otro batallón se parece mucho a la de Yaryna. Amor a su país y la imposibilidad de aguantar la injusticia y el sufrimiento de la gente fueron las emociones que le llevaron al ejército. La pérdida de su amigo fue la gota que colmó el vaso.

Olha Kosova

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Alina ha pasado cinco años de su vida en la guerra pero los últimos cuatro meses se han convertido en una experiencia muy dura. "Cuando todos se iban para implementar una tarea me encerraba en el saco de dormir por dentro y lloraba... Era el único capricho que me permitía. Este saco de dormir era mi sitio seguro", comenta Alina. Durante casi un mes, vivieron en una cafetería en el suelo, sin gas, sin luz y calefacción. Todos los soldados temblaban por la noche sin posibilidad de dormir por el frío. Alina es vegetariana pero tuvo que comer la grasa del cerdo para no morir de hambre. En estas condiciones la sopa caliente o té se convertían en el lujo. "La gente local no tenía comida pero nos llevaron sopa… Encima nos pidieron perdón porque la sopa no llevaba carne. Pero para nosotros ha sido la mejor sopa del mundo", dice Alina.Alina y Yaryna comentan que tras meses de servicio militar se han convertido en los ejemplos para seguir e inspiración para sus compañeros. "Si una chica puede y no se queja - entonces podemos", son los comentarios que escuchan a menudo.

Olha Kosova

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Las últimas batallas para Alina también se han convertido en el asunto familiar, ahora está en el ejército con su padre y con su marido que es comandante. "Mientras en otras parejas discuten quién saca la basura, en nuestra familia, el tema de peleas principal es mi seguridad. Mi marido a veces no me deja ir con él porque no podría hacer bien su trabajo mientras estoy en peligro", sonríe Alina que a pesar de las circunstancias no pierde la cordura. Estar en el frente le da un falso sentimiento de control de las circunstancias. Además de todos las incomodidades, estas chicas luchan con sus miedos, con el sentido de inseguridad que todos tenemos, contra los prejuicios en la sociedad… Abrigada con la manta que me trajo Anatoliy, un chaval de 19 años que se unió al ejército el marzo, recuerdo que las mujeres tanto como los hombres, somos capaces de aguantar mucho y hacer las maravillas por nuestros ideales, por amor u para proteger a nuestras familias.

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