El ratón de Zara: el último escándalo ‘low cost’
El descubrimiento de un roedor en un dobladillo vuelve a poner en entredicho a las cadenas de bajo coste
Las firmas low cost siguen dando de qué hablar por cuestiones totalmente ajenas a la moda. El último escándalo es el ratón cosido en el dobladillo que una clienta de Connecticut encontró en su vestido de Zara. Pero este no es un hecho aislado. Las cadenas de bajo coste han sido denunciadas en varias ocasiones por sus propios clientes tras sorprendentes descubrimientos que se convierten en virales gracias a las redes sociales. Te recordamos los escándalos más sonados en los últimos tiempos.

Este desagradable descubrimiento ha sido el último escándalo low cost en golpearnos. Un desagradable olor alertó a Cailey Fiesel de que algo no iba bien con su nuevo vestido de Zara. Un roce en su pierna terminó de descubrir la ‘sorpresa’. “Vi cómo una patita asomaba de la costura que acababa de tocar. Me quedé paralizada, mis ojos estaban viendo un ratón, pero mi cerebro se negaba a creerlo”.

Pero otro escándalo sacudía al buque insignia de Inditex a principios de este verano cuando una sevillana denunció las quemaduras que unas sandalias doradas le habían provocado en los pies. Ante la situación de alarma generada en las redes sociales entre sus clientas, Zara retiró el calzado de sus estanterías.

En 2011, el ministerio de trabajo de Brasil detectaba varios talleres en los que inmigrantes ilegales fabricaban ropa en condiciones de esclavitud para Zara. Inditex intentó calmar la situación declarando que se trataba de una "situación excepcional".

La cadena irlandesa tampoco se encuentra exenta de polémicas. En 2014 una clienta compartía en las redes sociales la imagen de un maniquí extremadamente delgado en el escaparate de una de sus tiendas. La foto no tardó en hacerse viral y poco después los maniquíes fueron retirados.

El gigante del bajo coste se volvió a ver en el ojo del huracán cuando una joven galesa encontró un mensaje de socorro en la etiqueta de un vestido. “Obligados a trabajar horas agotadoras”, rezaba el texto. La noticia corrió como la pólvora y Primark se apresuró a decir que no tenía conocimiento de que sus prendas se elaboraran en condiciones de explotación.

Otro nuevo escándalo sacudió a la compañía irlandesa en 2015 cuando se publicó la noticia de que la existencia de fábricas en dudosas condiciones en Bangladesh y los bajos sueldos de sus trabajadores eran la clave de sus bajos precios.