12 veces que nos sentimos identificadas con La Vecina Rubia a la hora de ligar
Rubias del mundo uníos. Y morenas, también. Ha llegado el momento de demostrar que a la hora de hablar al chico que nos gusta, a todas nos pasan las mismas cosas.
Bajo la premisa de Si lo dijiste piripi, lo pensaste serena mis amigas y yo hemos cometido las mayores locuras de nuestras vidas (sí, cortarse el flequillo a las tres de la mañana es UNA LOCURA). Si bien es cierto que nunca nos ha hecho falta un dicho para hacer lo que nos salga del unicornio (guiño, guiño, rubia) hay veces que le podemos echar la culpa a las frases hechas de nuestro dudoso gusto a la hora de tomar decisiones (o al horóscopo).
Al canto de Si no me acuerdo no pasó, el 99% de la población debería eliminar de su vida (aka de Instagram y de Tinder, mil gracias Marie Kondo) todo aquello que no le aporte alegría. Es decir, si ese ítem/persona no hace que cantes tengo el corazón contento el corazón contento y lleno de alegría o como dice Kondo does not spark joy, es hora de darle las gracias por lo que haya aportado a tu vida y deshacerte de él. Si hiciéramos esto con los matches de Tinder, queridas lectoras, nos iría mucho mejor. Pero qué le vamos a hacer, tenemos alma de coleccionista. Y como no hay mejor medicina que el ejemplo ajeno, lo de mal de muchos, consuelo de tontos a veces se cumple, hemos recopilado doce momentos en los que La Vecina Rubia fue nosotras a la hora de ligar. O nosotras fuimos ella, aún no nos queda muy claro. O es que, quizás, haya una ley universal que haga que todas, por inercia, hagamos las mismas cosas cuando hablamos de temas dating.
Y es que, nuestra obsesión con La Vecina Rubia no es pasajera. Comenzó cuándo le pedimos que, por favor, se convirtiera en nuestra BFF porque representaba a esa amiga alocada que siempre, pero siempre, dice la verdad en el chat de grupo. Aún no sabemos si ha aceptado la petición, pero eso sí, nosotras nos moriríamos por formar parte de su grupo. Pensamos que tenemos mucho (muchísimo) en común con su amiga Laura. Incluso hemos llegado alguna vez a pensar que alguna de nosotras somos Laura, pero luego recordamos que no tenemos ninguna amiga rubia.
Al menos, de carne y hueso.
Por todo esto y más, hemos hecho la selección perfecta de momentos en los que fuimos rubias con pelazo y cerebro debajo. Porque la dignidad, está donde quieras que esté. No hay vergüenza en escribirle piripi al chico que te gusta a las cinco de la mañana, solo algo de drama al día siguiente.
¿Pero qué sería de la vida sin estos momentos? Algo triste, como un desayuno sin tostadas con tomate.

El día que vimos esta publicación nuestro corazón hizo pop. Y es que, hemos sido La vecina rubia cada viernes y sábado noche. ¿Algo a lo que recurrimos mucho? Archivar las conversaciones. Si no me acuerdo (lo veo) no pasó. El ridículo, queremos decir.

Cuando quieren llevarte al huerto y es tan yogui que piensas que cultiva berenjenas en un rooftop de Madrid.

Y así con todas las canciones que se te vengan a la cabeza. En bucle. Además, las palabras están sobrevaloradas.

Nos ha pasado muchas veces. Entramos en Tinder. Nos enamoramos y cuando tenemos la primera cita todo va de mal en peor... como una montaña rusa que se dirige hacia un precipicio. Lo ves cuando te dicen: ni machismo ni feminismo, igualdad. Y creo que además, yo soy masculinista... Me ha pasado, queridas lectoras, me ha pasado.

Nos movemos por indirectas. Hay incluso un término que describe las de Instagram en el mundo del ligoteo (te la explicamos aquí). Y hay muchas indirectas que nos confunden, a nuestras amigas también. Incluso a nuestro perro. Vivimos en el más profundo desasosiego.

Cuando tu ligue te pregunta si quieres ir a su casa a ver una película y el tráiler de 50 sombras de Grey se pasa por tu cabeza. Una y otra vez. Y tu eres Anastasia.

Vivimos por y para esta frase: el que probablemente sea el hombre de su vida del mes de enero. #truefacts y es que, no sabemos cómo lo hacemos pero nuestros ligues huyen despavoridos a otro planeta a la tercera cita.

Cuando el chico que te gusta te pone un mensajito en Instagram y ya estás pensando en el diseñador que se encargará de tu vestido de novia.

Ante esto, debo compartir lo que una sabia mujer me preguntó una vez: ¿Pero te escribe o te contesta?

Y en esa temporada entran tres viajes por el mundo y Netflix and Chill con tu nuevo match de Tinder.

Nos vamos a tatuar esta frase. No mentimos. En serio. #muymucho.

Y esto, de alguna manera, lo podemos aplicar para todo en esta vida. Haciendo especial hincapié a nuestra situación amorosa.