
Crea tu propia vida: hablamos con las seis emprendedoras del mundo del arte que deberías conocer
Todas abandonaron carreras meteóricas para hacer de sus pasiones negocios de éxito.
Audaces, elegantes, brillantes, intrépidas... Eau de Rochas nos presenta a seis emprendedoras que comparten el espíritu de la fragancia. Visitamos sus casas, talleres y tiendas para conocerlas. Tú solo tienes que darte una vuelta por nuestra galería.

Nos encontramos en el hogar de Gadea (1983), tres pisos por debajo del de su prima Gabriela (1982), en el edificio señorial que estas madrileñas cambiaron por Latinoamérica durante una época. "Cuando llegaron los niños volvimos a Madrid", recuerda Gabriela. "Tenía mellizos de diez meses y necesitaba algo que no fuera 'un trabajo'". Licenciadas en Historia del Arte y Arquitectura de Interiores, respectivamente, ambas se apuntaron a clases de porcelana: "Fue de casualidad todo, y mira: ha funcionado".
Instalaron el taller en casa de Gabriela, y en 2014, participaron en un mercado al aire libre del que nació G de C (gdec.es). «Ahí se fraguó nuestro estilo: pájaros, cereales, flores de colores brillantes», dice Gadea. El boca-oído propició la incesante lluvia de pedidos, vajillas y otras piezas, que decoran según las indicaciones del cliente. "Todos dicen que deberíamos contratar a más gente, pero yo me niego... Perdería la gracia", afirma Gabriela con una sonrisa.
Gabriela (de pie) lleva blazer, de Sandro; top lencero, de Zadig & Voltaire; pantalón de pinzas, de Sportmax; pendientes, de La Bonne Étoile; sortija, de Corres Madrid; pulsera de oro amarillo y perlas, de Gold&Roses, y pulsera de diamantes, de Messika. Gadea (sentada) lleva vestido estampado, de Gucci.

Plato pintado a mano de G de C, la firma de las primas Cañedo.

"Empecé a hacer diademas como un hobby, aunque siempre tuve una meta muy clara: ser diseñadora y crear mi marca", nos cuenta Susana (35 años) en su acogedor taller, ubicado en el madrileño barrio de las Letras. Estudió Historia y Diseño de Moda, y tras ejercer de estilista en grandes cabeceras, se lanzó al diseño de "accesorios para la cabeza" en 2008, allá por los albores del boom de tocados al que aún asistimos.
No obstante, las piezas de Suma Cruz (sumacruz.com), elaboradas con joyas y semillas, huyen del tópico. «De hecho, cuando algo está muy de moda, dejamos de hacerlo, aunque sea nuestro must en ese momento», afirma la creadora, que renunció a canotiers y coronas de flores fridakahlistas tan pronto como llegaron al gran público. Suena música clásica mientras su equipo engarza y pule con técnicas de joyería. Y aunque cada temporada lanzan colección, trabajan por encargo: "Siempre con cita previa, hablando... Son como un vestido a medida", dice Susana.

Detalle de unos de los accesorios de Suma Cruz (Susana Cruz).

"Hace cuatro años decidimos hacernos un bolso para el verano. Se empezaba a llevar la impresión textil, y planeamos imprimir una foto nuestra de una playa de Cuba. Mercedes la editó, cosió el bolso y me lo regaló por mi cumpleaños", recuerda Elena. Tal fue el éxito entre sus familiares y amigos que, tras agotar las partidas que crearon para ellos, estas madrileñas dejaron sus empleos (Mercedes, 38 años, su estudio de interiorismo, y Elena, 33 años, en una multinacional farmacéutica) para crear Zubi (zubidesign.com).
Hechos a mano en España, sus complementos y piezas decorativas incorporan paisajes fotografiados por las hermanas, así como sus coordenadas. "Cuando viajamos, nos enteramos de a qué tiendas ir, dónde comer... ¡Todo!", revela Mercedes. "Las fotos muestran las experiencias que articulan las colecciones".
En la foto, Mercedes (sentada) lleva chaqueta cruzada y pantalón de pinzas, ambos de Cos; zuecos, de Robert Clergerie; broche y sortija, ambos de Corres Madrid, y pulsera, de Pandora. Elena (de pie) lleva jersey de punto y falda, ambos de Sportmax, zapatos de cordones, de Robert Clergerie, y pendientes de oro amarillo y diamantes, de Anton Heunis.

Neceser de boca abierta de Zubi.

Dalla polvere (dallapolvere.com) significa "desde el polvo" en italiano. "Quiere decir que cualquier pieza que, siempre que transmita un sentimiento, cualquier pieza que encuentres puede ser rescatada y convertida en algo bonito", nos explica Patrizia. Criada en España, esta turinesa estudió Económicas en EE. UU. y se consagró como diseñadora de moda (Health-Tex, Burberry).
Por fin se dedicaba a su pasión, pero el deseo de educar a sus hijos tuvo un peso mayor. Se estableció como freelance y, casi sin darse cuenta, en 2008 se convirtió en interiorista. «Al final, moda, arte, decoración... todo va ligado al gusto por la estética. Me asocié con una amiga y comenzamos a comprar antigüedades. Nos surgieron proyectos cada vez más grandes», resume. ¿El resultado? Se caracteriza por un particular uso del color y la elección de piezas tan eclécticas como ella misma.
Patrizia Casarini lleva chaqueta de punto oversize, de Las Antonias; camiseta de punto, de American Vintage; pantalón y cinturón, ambos de Nina Ricci; zapatos de tacón, de Jimmy Choo, y su propia sortija.

Detalle del estudio de Patrizia Casarini.