
Charlene y Alberto: nueve años de amor marcados por la inestabilidad y los rumores
Este 1 de julio se cumplían nueves años desde que el príncipe Alberto de Mónaco dio el 'sí, quiero' a la exnadadora Charlene Wittstock. Así ha sido su historia de amor.
Nueve años después, la nombrada como ‘la novia triste’ se mantiene fielmente al lado de Alberto de Mónaco. "Creedme, me casaré... Pero cuando encuentre a la persona adecuada". Estas fueron las palabras que pronunció Alberto II en julio de 2005 -cuando ya estaba con Charlene-, lo que pasa es que tardaría un año en reconocer que sí, que Charlene Wittstock era la mujer de su vida, y la que le iba a hacer abandonar su cotizada soltería.
El amor por el deporte hizo que se conocieran durante el Encuentro Internacional de Natación de Montecarlo en el año 2000. Asaltan las dudas de si fue amor a primera vista, lo que está claro es que el Príncipe se quedó prendado de la nadadora sudafricana aquel mismo día. Sin embargo, no fue hasta dos años más tarde cuando el príncipe le pidió una cita en otra competición de natación en la que se encontraron. "El no no sería una buena respuesta", le dijo Alberto por si ella tenía alguna duda.
Fue en noviembre de 2010 cuando el príncipe Alberto habló por vez primera de su relación con Charlene Wittstock, a la que presentó como una mujer que había forjado su personalidad a partir de los valores de un deporte que admira. En una entrevista a ‘Le Figaro’ dejó claro que no tenía duda alguna de que su futura esposa sabría desempeñar su labor correctamente, una función que hasta el día de hoy muchos han puesto en duda por las contadas veces en las que Charlene y Alberto han comparecido juntos en público.
El 1 de julio de 2011 se juraban amor eterno en una boda civil celebrada en el Salón del Trono del Palacio Grimaldi. Un inolvidable momento, al que seguirían 48 horas de festejos entre los que se encontraba una ceremonia religiosa, y en el que tan solo acudieron familiares y un selecto grupo de invitados. Carolina de Mónaco, Carlota Casiraghi, Estefania de Mónaco, Pauline Ducruet... Todas acompañaron a la pareja en su primer sí, quiero, al que seguiría un concierto de Jean-Michel Jarre como reunión lúdica. Paralelamente a esta cita con la música electrónica, los miembros de la realeza que ya habían llegado al Principado (Máxima de Holanda, Matilde de Bélgica...) participaron en una recepción donde nos mostraron sus elecciones de cóctel más elegantes.
No obstante, los rumores sobre una posible crisis de pareja no tardaron en llegar y la Princesa se quiso pronunciar. “Alberto es el hombre que amo, de lo contrario no sería su esposa”, explicó al diario ‘Nice Matin’ en una entrevista. “No quiero dar la imagen de una princesa de cuento de hadas, como algunos quieren imaginar. Mi única ambición es ser eficaz, junto a mi esposo, para aquellos a quienes quiero ayudar”, aseguraba. Sobre sus dos hijos extramatrimoniales, dijo: “Su pasado no me pertenece. Y, además, francamente, si él fuese de otro modo, yo no sería su esposa”. Callando así las malas lenguas, tres años después la pareja de royals daba la bienvenida a sus dos hijos, los mellizos Jaime y Gabriela, que fueron bautizados en una ceremonia católica celebrada en la catedral del Principado.
Sin embargo, en febrero de 2015 saltó la noticia de que el matrimonio hacía vidas separadas. Algunas revistas aseguraron por aquel entonces que Charlene había abandonado el palacio del Principado con los mellizos para trasladarse a una pequeña localidad al sur de Francia. Los fotógrafos captaron una imagen de la princesa pasando la aspiradora y sacudiendo alfombras en una casa, mientras dos niñeras sacaban de paseo a los mellizos. Ahora, cuatro años después, el presunto contrato prematrimonial habría expirado, y Charlene podría pedirle el divorcio a Alberto. ¿Se convertirá de nuevo en el soltero de oro del Principado?

La pareja se conoció en las Olimpiadas de Sidney del año 2000. Él era un Príncipe y ella, una campeona olímpica. No fue hasta años después cuando decidieron empezar una relación.

Fue a primeros del año 2006 cuando se les vio en actitud cariñosa a bordo de un barco durante un viaje que realizaron por el Caribe, por lo que los rumores no tardaron en inundar los titulares de la prensa más royal.

Unos meses más tarde de haberse hecho públicas las imágenes de su romance a bordo de un barco, Alberto de Mónaco decidió presentar a Charlene Wittstock durante el Gran Premio de Fórmula 1 en mayo de 2006. Ese mismo año, Charlene Wittstock acudió al Baile de la Rosa, el evento más importante del Principado. Pero no fue hasta el año siguiente, en 2007, cuando posó en la foto de familia.

Habían pasado cuatro años desde que se hiciera pública su relación cuando se celebró el compromiso oficial en junio de 2010. Ese día, Charlene lució una sortija de diamantes que le había regalado su prometido para la petición de mano. Al poco tiempo, Charlene se instalaba en la residencia de verano de los Grimaldi.

Mucho se habló sobre el rígido contrato matrimonial que tuvo que firmar Charlene antes de pasar por el altar con el Príncipe. Una de las cláusulas decía que la sudafricana tenía que darle un heredero para asegurar la continuidad de la dinastía. En otra, se comprometía a estar cinco años al lado de Alberto.

El 2 de julio de 2011 y tras tres días de celebraciones llegó el momento más esperado: la ceremonia religiosa de su boda. El evento tuvo lugar en el Patio de Honor del palacio Grimaldi, que se transformó en una iglesia para ofrecer a los novios una ceremonia en la que se combinó la tradición monegasca con toques sudafricanos.

Se supone que una novia está radiante de felicidad el día de su boda, o eso dicen. Sin embargo, Charlene se mostró triste, fría y distante durante la ceremonia. La exnadadora parecía estar en un funeral en vez de en su propia boda. Sus lágrimas no parecían de felicidad sino de pena. Además, se fugó días antes del enlace aunque ella mismo confirmó que viajó hasta París para recoger unos zapatos para el gran día.

Durante estos nueve años de matrimonio, los rumores han corrido como la pólvora sobre la escasa relación entre ellos. Charlene parece que nunca ha encontrado su sitio en la corte monegasca. Sus repetidas ausencias en actos oficiales son prueba de ello. Asimismo, su vida matrimonial no ha sido lo ideal que se suponía. En 2015, Charlene abandonó el Principado con sus dos hijos para instalarse en el sur de Francia. Incluso durante su luna de miel en Sudáfrica durmieron en diferentes hoteles, aunque el Príncipe comunicó que fue por seguridad.

Los príncipes Alberto y Charlene vieron cumplido el sueño de ser padres tres años después de su unión religiosa. En diciembre de 2014 nacieron sus hijos Jaime y Gabriela. El 10 de mayo de 2015 Mónaco vivía uno de los acontecimientos más esperados del año. El pueblo del Principado se volcó con el bautizo Real del príncipe heredero Jaime y la princesa Gabriela. Tras recibir las aguas bautismales, los niños junto a sus padres abandonaron la catedral, entre grandes aplausos y gritos de alegría.

Nueve años han desde que se juraran amor eterno. El 1 de julio de 2011 Alberto II de Mónaco y Charlene Wittstock se daban el 'Sí, quiero' en una ceremonia civil que tuvo lugar en el Palacio Real de Mónaco. Un día más tarde, se celebró la ceremonia religiosa.