Oscar y Estelle de Suecia, unos dulces e improvisados apicultores

Victoria de Suecia nunca dejará de sorprendernos. La heredera al trono nórdico es una de las royals más activas en redes sociales, donde suele compartir entrañables imágenes en compañía de su marido, el príncipe Daniel, y de sus hijos, Estelle y Oscar. A veces se trata de vídeos en los que muestra la intimidad de su residencia, el Palacio de Haga, con detalles que nos permiten ver cómo es su vida cotidiana. Jornadas en las que disfruta de la compañía de sus hijos, decorando la casa para las fiestas navideñas, preparando dulces típicos, haciendo tareas de bricolaje o incluso enseñando a Estelle y a Oscar cómo deben lavarse las manos de la manera correcta en momentos de pandemia.

Pero esta vez ha dado un paso más y nos ha querido enseñar una de sus facetas más desconocidas. Con motivo del Día Mundial de las Abejas, Victoria y su familia se han convertido en unos improvisados apicultores por unas horas. La Princesa y sus hijos se han vestido con los correspondientes uniformes de protección que requiere esta tarea y han ejercido como tal en las colmenas que hay en los jardines del castillo de Haga, su residencia oficial. Unas colmenas que fueron un regalo de la Confederación Sueca de Apicultores con motivo de la boda de la Princesa y Daniel Westling, de la que se cumple dentro de unos días diez años. Un bonito detalle para que ahora sus hijos aprendan sobre la rutina de las abejas en una jornada dedicada a ellas.

Aunque en 2010 solo había dos colmenas en el palacio, ahora se han ido multiplicando hasta albergar hasta 60.000 abejas en la temporada de verano, momento en el que se cosecha la primera miel, que suele ser entre 80 y 100 kilos por cada estación. Esta miel está disponible para su adquisión a través de la tienda del propio Palacio y sus beneficios se donan a la Fundación de Victoria de Suecia, que los destina a mejorar la salud de los niños y jóvenes del país. Su precio es de 12,50 euros un tarro de 240 gramos.

Tanto Estelle como Oscar se han mostrado muy sorprendidos durante toda la jornada y muy dispuestos a ayudar en todo momento a los apicultores profesionales que iban dándoles instrucciones en el proceso. Quizás el pequeño es quien más ha disfrutado de la experiencia que, seguramente se convierta en un recuerdo inolvidable para los dos.