
Conoce los testimonios más personales de mujeres que luchan contra el coronavirus
Desde Marie Claire Internacional hemos recopilado testimonios de mujeres de todos los países en torno a esta pandemia, con declaraciones muy íntimas que han querido compartir con nuestra comunidad.
El COVID-19 es la mayor crisis a nivel mundial que se ha vivido desde la Segunda Guerra Mundial. La pandemia ya se ha extendido a la mayor parte del planeta, y pese a que en muchos países la cifra sigue aumentando cada día, en China, lugar donde se descubrió el primer caso de coronavirus, el número de contagios a día de hoy es prácticamente nulo, y la gente está recuperando su rutina diaria poco a poco. Para que el resto de países podamos frenar esa curva al alza y retomar nuestra vida normal, es necesario que todos nos quedemos en casa y escuchemos a los expertos, porque debemos darnos cuenta de que nadie es inmune al virus, y que, aunque haya personas que sean asintomáticas, estas podrían transmitir el virus a las personas que les rodean. Pero si hay alguien que nos puede alentar para tomar fuerzas en esta lucha contra el coronavirus son las personas que han luchado mano a mano con él, esa gente que ha tratado cara a cara con la enfermedad, o que ha ayudado a paliarla a través de sus trabajos. Nos referimos a enfermos de coronavirus, familiares, sanitarios, científicos o cualquier persona que haya aportado su granito de arena en esta lucha. Son sus palabras alentadoras las que nos harán más fuertes.
Desde Marie Claire Internacional hemos recopilado testimonios de mujeres de todos los países en torno a la pandemia, con declaraciones muy íntimas que han querido compartir con nuestra comunidad. Han participado tanto mujeres que han sufrido la enfermedad, como otras que tienen a familiares en el hospital ingresados o que han perdido alguno de sus seres queridos. Pero también hemos recogido el punto de vista de médicas o científicas que trabajan a diario para paliar esta pandemia y encontrar una vacuna para su erradicación. Hemos conocido cómo es su día a día y la gran carga de trabajo a la que se someten. Desde la revista Marie Claire solo nos queda dar las gracias a todas estas mujeres por contar historias llenas de emoción, a todos los trabajadores que continúan su actividad para ayudar al resto de ciudadanos, y sobre todo, a los sanitarios que ponen en riesgo sus vidas para salvar a millones de personas y a los científicos que trabajan sin descanso para encontrar la cura para al coronavirus. Nos sumamos a la afirmación de nuestra fotógrafa Gema López, que es una de estas mujeres que nos cuenta cómo está sufriendo las consecuencias de esta enfermedad al haber afectado a un ser muy querido, en que "todos los aplausos se quedan cortos para estos héroes de carne y hueso”.

El primer testimonio es el de Dimitra Voulgaridou, una empresaria a la que la comunidad médica y científica griega registraron como el primer caso de coronavirus en el país. Ella había viajado con un amigo a Milán para la Semana de la Moda, un evento al que asisten todos los años. "Sí, soy «paciente cero» y había viajado a Milán en febrero, no teníamos ni idea en Grecia sobre medidas preventivas cuando lo hice. Entendimos la gravedad de la situación cuando, en la última noche de nuestra estadía, algunas grandes casas de moda y salas de exposiciones anunciaron por correo electrónico que cancelaron todos los eventos y espectáculos debido al COVID-19. Sin embargo, al llegar al aeropuerto de Bergamo no hubo medidas preventivas o de seguridad", asegura.
Días después de llegar a Grecia, empezó a tener síntomas. Cuando se acercó al hospital le diagnosticaron esta enfermedad, y además los médicos le informaron que tendría que ser hospitalizada en una cámara de presión negativa con su hijo de 9 años. "El primer sentimiento que se apoderó de mí fue el miedo. Estaba pensando en mi salud, las consecuencias para mi hijo, mis personas más cercanas y todas las personas con las que había estado en contacto. Estos pensamientos me pusieron de rodillas, me llenaron de ansiedad, culpa, pero también responsabilidad. A menudo lloraba pensando en lo que les pasaría a quienes me rodeaban. Nunca imaginé que algo así me sucediera. Sin saber mucho sobre el virus y sus consecuencias para el organismo humano, tuve ganas de caminar en el desierto sin dirección", afirma.
Ahora ya está recuperada, pero según el protocolo, debe permanecer en cuarentena en casa durante unos días más. Cuando salió del hospital, caminó hacia su coche y sintió la necesidad de mirar hacia al sol y el cielo, y decir gracias. "Fue una experiencia que cambió la vida en todos los niveles, que decidí compartir con el público con un libro que estoy escribiendo estos días basado en el diario que guardé encerrada todos estos días en la cámara de aislamiento de presión negativa. También he decidido dar todo el dinero de la venta de libros al hospital AHEPA para comprar el material necesario, apoyando de esta manera el trabajo de médicos y enfermeras. Vivimos en tiempos difíciles y todos debemos contribuir de cualquier manera que podamos", concluye.

Cristina Freuler es la Jefa de Infectología del Hospital Alemán en Buenos Aires, la primera institución que tuvo un caso de coronavirus en Argentina. La profesional asegura que su vida laboral ha cambiado con esta pandemia, pues ya no tiene un horario fijo y nunca sabe a qué hora llegará a casa. La carga de trabajo es enorme para el equipo de coronavirus, formado por cuatro médicos y tres residentes: "Trabajamos codo con codo, no hay jerarquía en términos de carga de trabajo y carga por hora. El resto del hospital colabora, por supuesto. El comité epidémico, que se inicia en situaciones como ésta, también nos echa una mano. El trabajo es pesado, pero hay un espíritu de unidad muy inspirador entre nosotros".
El horario de consultas de Cristina está lleno, pues su consulta es una de las pocas que todavía tiene pacientes e incluso también atiende consultas telefónicas que no tiene programas, pero la doctora se toma su tiempo para responder a cada persona que acude a ella, pues piensa que todo ser humano merece ayuda. "Creo que, en unos meses, mi trabajo será exactamente el mismo que antes. El trabajo sobre enfermedades infecciosas, en general, está infravalorado. En estas epidemias nos convertimos en personas muy importantes, pero esto nunca se traduce en remuneración. Lo que ganamos es mucho trabajo extra, y seguimos soportando más y más carga", afirma.

Gema López, fotógrafa de Marie Claire España, cuenta en primera persona cómo ha vivido el contagio de coronavirus y la hospitalización de su marido Javier, quien se encuentra ingresado en la UCI:
“Antes del confinamiento decretado por el Gobierno, mi marido estaba bien. Pero al tercer día de estar confinados en casa, empezó a tener casi 38 de fiebre. Llamaba a los números de teléfono que habilitaron para consultas sobre el coronavirus y nadie me lo cogía. Así que decidí llamar a mi doctora de familia, que además es mi vecina, y me dijo que tenía toda la pinta de que tuviera coronavirus. Al sexto día se levantó ya muy cansado, ducharse le costó mucho e incluso ya respiraba mal, tenía fatiga. Yo soy muy fuerte y siempre tiro para delante, pero también soy muy aprensiva, así que cuando vi como estaba, no dudé ni un segundo en que teníamos que ir cuanto antes al hospital.
En cuanto llegó lo metieron a urgencias y tomaron todas las medidas que se sigue en estos casos: le aislaron y después le hicieron una radiografía, y esta confirmó que tenía un inicio bastante considerable de neumonía, solamente en un pulmón. Me dijeron que se tenía que quedar ingresado en planta, con un tratamiento con el que estuvo dos días. Al tercer día, el protocolo manda hacer otra vez placa y ya la prueba para ver si está contagiado con el COVID-19. La prueba dio positivo y curiosamente ese día al hacerle la placa se le disparó todo: la neumonía, que estaba en un pulmón, pasó al segundo agrandándose bastante; pero incluso lo que más alertó a los médicos fue que se dispararon todos los parámetros en la analítica. No le llegaron a intubar porque con una careta que se les pone podía respirar perfectamente, y con esta ganó mucho, porque en cuatro horas me volvieron a llamar para decirme que tranquila, que los pulmones estaban respondiendo y que ahora que lo que había que hacer era bajar la hinchazón de estos pulmones y de varios órganos que estaban muy hinchados. Ese día fue horroroso, aunque lo bueno es que nos mantuvieron informados de todo, no solo en ese momento sino de todos los avances o complicaciones que surjan, llamando como mínimo dos veces al día.
El siguiente protocolo consta de inflamatorios y corticoides en dosis potentes, que es lo que verdaderamente ataca a este virus, a parte del antibiótico que ya de por sí lo tienen que tomar por la una neumonía, pero esto otro es lo que verdaderamente lo frena. En el caso de Javier fue rapidísimo, al día siguiente me llamaron y me dijeron que había reaccionado muy bien, que los niveles de analítica los estaba recuperando y que los pulmones se estaban recuperando. A día de hoy, Javier todavía está en la UCI y los médicos creen que hasta que no complete su capacidad respiratoria total, es decir, que sus pulmones no respiren prácticamente bien sin ayuda, no volverá a planta, porque hay que terminar de limpiar la neumonía. Es un proceso muy duro y muy largo.
Personalmente, esta situación en casa la vivo como un infierno, porque no tengo a nadie con quien llorar, ya que mi hijo tiene 17 años y no quiero cargar en él este miedo, quiero ser fuerte para él, porque además está en segundo de bachillerato y no tienen ni idea de lo que va a pasar con la Evaluación para el Acceso a la Universidad. Desde que dejé ingresado a Javier no veo la televisión ni escucho la radio, solo veo películas de risa y documentales, porque es muy doloroso ver las cifras y la cabeza te da mil vueltas. Solo me queda esperar, y dar las gracias a todos los sanitarios, porque cuando estamos tan mal nos damos cuenta de la calidad humana que tienen, del tesón, de la alegría que irradian aunque vean lo que están viendo ellos. Los sanitarios son héroes de carne y hueso que tienen unos valores increíbles y están muy poco reconocidos socialmente, al igual que los científicos, que están trabajando a contrarreloj para encontrar la cura a esta pandemia. Gracias de corazón”.

Dora Kránicz tuvo una hija en el transcurso de la pandemia, y si pasar las primeras semanas con un recién nacido ya es una especie de cuarentena, vivir bajo la amenaza del coronavirus hace que esto haya sido muy diferente para todas las mujeres que están teniendo a sus bebés durante este período. Antes del parto (su hija nació el 22 de febrero), lo que más asustaba a Dora era que el padre no pudiera estar presente en el momento del parto. Pero finalmente pudo estar presente, aunque los tres días posteriores no se le permitió visitarla. Esta madre primeriza esperaba que la situación no se agravara, y que sus familiares y amigos pudieran visitar a su bebé. Pero esto fue imposible a medida que la crisis se hizo cada vez más urgente, pues se sintió indefensa, estaba en un estado muy débil y vulnerable en un momento en que debería haber estado protegiendo otra vida.
"Cuando se supo la noticia de los primeros casos en Hungría, no me sentí avergonzada de tener miedo, o al menos ya no importó, así que comenzamos a cancelar a nuestros posibles visitas. Mi propia madre me visitó con una mascarilla, y después de una cuidadosa desinfección de las manos, pudo ver a mi hija, su nieta, desde una distancia de dos metros. Fue extraño y triste: había estado esperando toda su vida por este momento, y no podía sostener a su primera nieta en sus brazos. He pensado mucho en el hecho de que las personas más cercanas a nosotros tendrán que perderse uno de los capítulos más importantes de nuestras vidas, que mis mejores amigos quizás verán a mi hija por primera vez cuando ella tenga tres o cuatro meses de edad", asegura.

Marie Geukens, editora jefe de Marie Claire en Bélgica, comparte el correo electrónico que recibió de Miek, una amiga que ha perdido a su madre por el coronavirus. Lieve Hylebos falleció en Bélgica a los 89 años de edad, y su hija Miek, que vive en Madrid, tomó uno de los últimos aviones a Bélgica y llegó justo a tiempo para despedirse de su madre. No hubo velatorio, solo una breve ceremonia en el cementerio con sus cuatro hijos y nueve nietos. Así relataba Miek la despedida de su madre:
"Mi madre perdió una breve batalla injusta contra el coronavirus y nos dejó el 19 de marzo de 2020. Era la mejor madre con la que podríamos haber soñado. Siempre positiva, lista para ayudar con consejos pragmáticos y sabios, uniendo a familiares y amigos en su acogedor hogar. La vamos a extrañar mucho, pero estamos muy agradecidos por lo que ha compartido con nosotros. Ella nos dejó como quería. Estuvo enferma solo una semana, viviendo independientemente en su propia casa y siendo muy activa hasta el último día. Se negó (como enfermera jubilada) a recibir atención adicional en un hospital, porque quería dar cabida a pacientes más jóvenes. Ése era su fuerte deseo. Su lema era: 'Te ganas la vida con lo que obtienes, te ganas la vida con lo que das'. Éste es un período duro para todos, pero juntos superaremos esta crisis del coronavirus. Mantente a salvo allá donde estés, y comparte la felicidad por pequeña que sea”.

Petra Balvínová es una diseñadora de moda checa, que creó su marca Tiqe en 2006, y que está ayudando en esta crisis cosiendo mascarillas con su equipo: “Comencé a coser mascarillas el domingo 15 de marzo, cuando descubrí que las tiendas habían cerrado. Mientras diseñaba el corte, me di cuenta de que mis amigos y clientes también necesitarían algunas. Llamé a mis costureras y les pregunté si aceptaban venir a ayudarme después del almuerzo, porque quería coser mascarillas para los necesitados. Publiqué en Facebook que con gusto haríamos mascarillas para cualquiera que quisiera una, gratis. En media hora, todas mis cuentas en las redes sociales se inundaron con miles de solicitudes. Me decía a mí misma: "¡Es suficiente!" Pero realmente no pude parar. Finalmente colapsé por el agotamiento. Afortunadamente, vi que mucha gente se unió al esfuerzo, así que completé todo lo prometido hasta ese momento y luego me prometí descansar. No quería una cola frente a mi boutique, así que sugerí intervalos apropiados y les expliqué a todos los que se acercaban a través de una puerta de vidrio cómo ponerse la mascarilla. Necesitamos frenar el aumento de personas infectadas y obedecer las reglas de cuarentena. No creo que haya hecho algo especial, todos están ayudando. ¡Todo el mundo está cosiendo mascarillas!".

Otra de las mujeres que ha ayudado a la fabricación de mascarillas ha sido Emily Tai, fundadora de la página de Facebook “Mask Dispatch”, a través de la cual ha repartido multitud de mascarillas a las personas que más lo necesitaban. Para ella, esta pandemia es la oportunidad de expresar el espíritu de ayuda mutua, no solo a través de las donaciones, sino simplemente compartiendo mensajes de ánimo.
"Inspirada por la película Pay it Forward, quería hacer todo lo posible para alentar a las personas a compartir los bienes con extraños y difundir el amor. Tal vez pienses que soy ingenua, pero si puedo ayudar a una sola persona, entonces lo he hecho bien. No represento a ninguna institución u organización. Hice todo con mis propias manos: búsqueda de suministros, embalaje, comunicación y transporte. Fue más agotador que mi trabajo real. Pero sentí felicidad en mi interior. Para hacer frente a esta pandemia, los suministros podrían no ser la única clave. Las buenas cualidades psicológicas son más importantes a largo plazo. Es más importante cuidar a los que te rodean y tener un buen estado mental. Quizás este brote sea una oportunidad para que las personas recojan el espíritu de ayuda mutua, como lo hicimos en los años setenta y ochenta. Mucha gente piensa que solo importan las donaciones, pero simplemente las publicaciones con palabras alentadoras y gratificantes pueden tener un buen impacto", afirma.

Debbie Kilroy, de 59 años, dio positivo cuando regresó de un viaje de trabajo a Estados Unidos. Tras el viaje, la australiana tenía síntomas, y además se había confirmado que Peter Dutton, Ministro del Interior del país, había dado positivo en Covid-19, y ella había viajado en el mismo avión (a solo dos asientos) que él en el trayecto de ida a EE.UU. Tanto ella como su acompañante acudieron al hospital para hacerse las pruebas, y tras dar positivo, tuvieron que ser hospitalizadas por un tiempo, pero ahora se encuentran recuperándose en un AirBnb lejos de sus familias, ya que todavía tienen que permanecer en cuarentena al seguir dando positivo en las pruebas.
"Cinco días después de dar positivo, ingresamos en el hospital porque nuestros síntomas empeoraban. Estuvimos hospitalizadas durante una semana y en mi momento más bajo, sentí que estaba en lo más profundo de la miseria. Tenía muchas náuseas y mucho frío, con cinco mantas encima. La parte más difícil para mí fue no poder besar y abrazar a mis seres queridos. Cuando finalmente tenga un resultado negativo y esté todo bien para ir a casa, voy a darle a mi esposo, a mi nieta y a mis perros el mayor abrazo que les haya dado nunca. Y respiraré profundamente. Parece que haya estado conteniendo la respiración durante tres semanas desde que aterrizamos en el aeropuerto de Brisbane, esperando a exhalar", cuenta la australiana.

Alejandra Prian, pediatra, regresó de las playas de Yucatán para asistir a un parto en un hospital de la Ciudad de México. Cuando todo comenzó a ponerse serio, ella estaba disfrutando de sus vacaciones en una playa cerca de Yucatán, pero como había estado en un aeropuerto, tuve que mantenerse socialmente aislada durante 2 semanas. En ese momento, todas las familias que trata estaban en un estado de confusión y caos mental, así que comenzó a sentirse inútil e hizo lo que pudo de forma remota, haciendo muchos stories con expertos en Instagram y Facebook. Su marido y ella decidieron conducir de vuelta a la Ciudad de México (18 horas en coche) porque la necesitaban en la ciudad para asistir a un parto.
"Cuando llegamos a la Ciudad de México, la culpa comenzó a hacerse mayor. ¿Por qué traje a mi marido conmigo? ¿Por qué estoy exponiendo a mi familia? ¿Realmente necesito ir a un hospital ahora? No necesitaba hacer nada, pero mi voz interior me dijo que era lo correcto. Tengo la suerte de tener un hombre a mi lado que me apoya en mis decisiones profesionales. He estado yendo todos los días al hospital desde que regresamos. Recibí un recién nacido y ayudé a sus padres con la lactancia y la bienvenida en un ambiente lleno de amor. Y luego viene la parte difícil ... Tengo que volver a casa, desinfectar todo lo que llevo puesto, bañarme y lavar mi ropa, saludar a mi marido desde una distancia de 1 metro, dormir en una cama diferente, no tocarlo, usar mascarilla cuando estemos más cerca para no propagar el virus en caso de que lo tenga... es agotador. Aún así, estoy agradecida por tener a mi familia, por tener un trabajo que amo, el mejor compañero del mundo y por poder cuidar nuevas vidas todos los días", añade la doctora.

La Dr. Chai Lay Ching, científica, nos cuenta que la ciencia desde casa la ha mantenido ocupada y activa durante este período. "A pesar de que el laboratorio se cerró, la investigación, el análisis de datos y la escritura se llevan a cabo desde casa. Es interesante experimentar cómo esta pandemia global cambia la forma en que trabajamos, enseñamos, nos comunicamos y socializamos. A pesar del distanciamiento social, continuamos interactuando y manteniéndonos conectados a través de Internet. Mis días están llenos de reuniones virtuales con estudiantes, colegas de universidades y científicos de Malasia y del extranjero", afirma.
La pandemia de Covid-19 ha puesto a los científicos a la vanguardia de la respuesta al brote, pues muchos científicos preocupados de diferentes orígenes y áreas de experiencia están trabajando desde casa para apoyar la respuesta al brote. "Como presidenta de Young Scientists Network-Academy of Sciences Malaysia, una academia que reúne a los mejores investigadores menores de 40 años en Malasia, estoy trabajando en estrecha colaboración con nuestros jóvenes investigadores y la academia para brindar información precisa y soluciones respaldadas por la ciencia para el público, los medios y los políticos. Luchar contra la información errónea que causa confusión y temor generalizado durante esta pandemia mundial es esencial para un plan exitoso de contención de enfermedades. ¡Trabajemos de la mano para combatir la pandemia de Covid-19 y para un mundo mejor mañana!", añade.