Sri Lanka: más allá del té
La antigua Ceilán es conocida por su plantaciones. Pero al visitarla descubrimos un patrimonio y unos paisajes impactantes, que recorremos haciendo parada en sus hoteles-destino.
Una mujer con un elegante sari atraviesa la sala y se dirige al spa para recibir un masaje de cortesía. Un hombre en sarong se sirve un curry con arroz mientras ojea en su tableta una isla muy grande. En ocasiones, los viajes comienzan con las escenas que se desarrollan en el aeropuerto. Este previo tiene lugar en el Premium Lounge de Etihad antes de entrar en el avión con destino a Colombo.
Tras 14 horas de vuelo, con escala en Abu Dabi, el viajero aterriza en la capital comercial de Sri Lanka. Una urbe populosa, con 647.000 habitantes, que crece a las orillas del océano Índico, en el golfo de Bengala, al oeste del país. Su puerto fue parada obligatoria para los comerciantes que surcaban estas aguas en las rutas que llevaban a Oriente. Por allí pasaron portugueses, holandeses y británicos hasta la independencia del país, allá por 1948.
Desde el minuto uno del viaje, comienza la inmersión en Sri Lanka, un país de más de 65.000 kilómetros cuadrados llenos de alucinantes sorpresas naturales. Aunque sea paliza te recomendamos que nada más aterrizar te dirijas hacia la zona del Triángulo Cultural para ver amanecer y lanzarte a descubrir los templos que conforman la antigua ciudad de Anuradhapura (siglo IV a.C). Recuerda que en ellos debes cubrirte brazos y piernas. El Ulagalla, con palafitos de lujo entre arrozales, es nuestro hotel favorito como base antes de empezar a explorar la zona. Un must es subir los 1.200 escalones del fuerte de Sirigiya, también conocido como Lion Rock (La roca del león), construido en el siglo V en la cima de una enorme roca. El ascenso no es del todo complicado, pero no recomendable para quien sufra de vértigo. Llévate un cambio de camiseta para ponerte tras el descenso, la humedad y el calor hacen estragos. La estupa de Jetavana y las cuevas-templo de Dambulla tampoco deben faltar en el itinerario.
A continuación, dirígete hacia el centro del país, a Kandy, una ciudad colonial con aires europeos en la que las parejas pasean al borde del lago presidido por el Templo del Diente (guarda uno de Buda). No te pierdas el Real Jardín Botánico de Peradeniya. Cacao, café, pimienta, aloe vera, vainilla, sándalo, nuez moscada, cúrcuma... son algunas de las plantas y especias que verás aquí y que son exportadas a todo el mundo por este país asiático. Hospédate en el Ellerton House, una casona de 1910 de atmósfera hogareña, que te encantará.
Para ascender hacia la región del té te recomendamos hacerlo en tren desde Gampola (cerca de Kandy) hasta Hatton. El paisaje y la vida a bordo (con familias cantando y bailando) te conectarán con el país. Luego puedes regresar al lujo en el muy british Tea Trails, un hotel-destino en el que descubrir todo lo relacionado con las plantaciones que lo rodean. Por supuesto, el afternoon tea se sirve puntual y con toda su pompa (scones, sándwiches, cakes…), mirando a sus jardines inmaculados, entre antigüedades y con el mayordomo siempre atento.
En el sur está el descanso. Comienza el relax en el resort Amanwella, de espectacular diseño y ubicación, donde dejarte mimar en una playa virgen y salvaje. Las aguas pueden ser bravas, pero siempre están las más sosegadas de la piscina o contemplar desde la bañera una lluvia de luciérnagas entre las palmeras.
Terminamos el "tumbing" en Cape Weligama (del mismo equipo que el Tea Trails) con residencias de lujo en un cabo. La carretera está llena de vida: colegiales con impecables uniformes blancos, tuk tuks cargados de cocos, enormes lagartos que cruzan sin inmutarse. Llegamos a Galle para hospedarnos dentro del fuerte holandés del siglo XVII en lo que fuera el Grand Oriental Hotel, inaugurado en 1863. Aman lo ha transformado en Amangalla, epítome del lujo colonial. La ciudad fortificada, con un pasado también portugués, nos transporta a lugares como Cartagena de Indias o Goa. Sus faros hablan de rutas comerciales, pecios, marineros y leyendas. Por la carretera de la costa vemos hostales de surferos y recordamos el tsunami, que ha obligado a edificar en altura.
Llegamos por fin a Villa Bentota, una casa muy chic de vacaciones en la playa. Es el lugar perfecto para terminar nuestro viaje conociendo las casas y jardines (Brief Gardens y Lunuganga) de los hermanos Bawa, arquitectos y paisajistas que crearon muchos de los edificios más importantes de Colombo.

Sarongs elaborados con tejidos originales.

El curry, con arroz y diferentes complementos, es el plato nacional.

Arquitectura de la época colonial en una calle de Colombo, la capital.

Interior de una tienda de decoración en Paradise Road, en Colombo.

Edificio principal y entrada del resort Ulagalla, en el llamado Triángulo Cultural del país.

El bar y resturante del espectacular Amanwella, en Tangalle, miran hacia el mar y hacia su gigantesca piscina infinita.

La del Amanwella es una enorme playa virgen de agua y arena inmaculadas.

Además de disponer de unas habitaciones de lujo, el hotel Cape Weligama es perfecto para disfrutar de los deportes acuáticos.

Zona de estar del Amangalla, otro de los resorts imprescindibles del país.

Uno de los porches del hotel Villa Bentota, con una exquisita decoración en la que brillan las formas locales.