¿Lavarse el pelo con agua de lluvia? Truco de belleza o contaminación pura y dura
Puede que formes parte del grupo de personas que pone la cara de Joey Tribbiani ante las situaciones difíciles cuando escuchas que alguien se lava el cabello con agua de lluvia o puedes formar parte del grupo que lo ha escuchado pero que aún no las tiene todas consigo. O puede que, tal vez, seas una de esas valientes que lo ha hecho.
Sea como fuere, lavarse el pelo con agua de lluvia no es una novedad sino una práctica en desuso que tuvo su momento álgido en el pasado. La falta de agua corriente en las casas llevaba a las mujeres y hombres a buscarse la vida a la hora de lavarse el cabello y, si el río o la fuente quedaba lejos, acumular el agua de lluvia siempre era una opción fácil y económica.
En la actualidad lavarnos el pelo nos cuesta tan poco como abrir el grifo y dejar que el agua corra. Sin embargo, en un momento en el que somos plenamente conscientes de los altos niveles de contaminación, que hablemos de la cal o del cloro en el agua que llega a nuestras casas -ese mismo con el que lavamos nuestra ropa, rostro y cabello- no nos sorprende y por ello surgen alternativas a esta agua tan nocivo para nuestro cabello. Y ¿qué mejor forma de estar en contacto con las técnicas más naturales que volver a los orígenes?

Agua de lluvia para el pelo
Aquellos barreños con los que las mujeres de los entornos rurales acumulaban el agua de la lluvia para lavar su cabello se ha vuelto a convertir poco a poco en una tendencia. El agua de lluvia tiene un Ph casi neutro, lo que evita que el cuero cabelludo se irrite. Otro de los beneficios que se le atribuye a la práctica de lavarse el cabello con agua de lluvia es la suavidad y el brillo del pelo tras haber sido aclarado con el agua de lluvia que hemos acumulado. Hasta así todo es cierto, sin embargo, el kit de la cuestión está en la calidad del agua de lluvia que podamos recoger.
La contaminación atmosférica es una realidad tan presente en nuestros días que el agua que cae en nuestras ciudades nada tiene que ver con aquella agua pura de los entornos rurales. Pero, ¿qué tiene en realidad esa agua? La respuesta nos la da Mar Gómez, meteoróloga de eltiempo.es: "En las ciudades, la lluvia puede arrastrar partículas contaminantes resultantes de actividad industrial como son ozono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre, plomo y partículas en suspensión".
Es decir, al acumular el agua de la lluvia, lejos de almacenar un agua pura, más limpia que la que nos llega a través del grifo, estaremos acumulando agua con una alta tasa de contaminación. Pero no toda la lluvia es igual según nos aclara Mar Gómez: “La cantidad de contaminación que arrastra la lluvia depende obviamente de las emisiones de dichos contaminantes y de la frecuencia de las lluvias, que van a determinar que los contaminantes se acumulen más o menos tiempo en la atmósfera. Es decir, no será lo mismo un agua de lluvia recién caída después de mucho tiempo sin llover en una ciudad y que arrastrará más polución que lluvias continuadas más ‘limpias’”.
Por lo tanto, las primeras gotas de lluvia tendrán una mayor "suciedad" que el agua que caiga en las horas posteriores o si lleva varios días lloviendo. Otra curiosidad, aunque no tiene tanto que ver con los tratamientos de belleza es que el agua no se lleva la polución como siempre hemos creído, es el viento el que más limpia el ambiente, alejando la contaminación.

Agua de lluvia pelo
Suavidad y brillo a golpe agua cargada de polución o un poquito de agua caída de la lluvia más limpia. Cuestión de teorías y gustos, pero de momento nosotras nos quedamos con el agua corriente.