Hay artistas que se construyen a fuego lento, en silencio, lejos de los focos. Najwa Khliwa es una de ellas. Nacida en Urdúliz, un pequeño pueblo vasco, y criada por sus abuelos, su historia es la de una vocación que se intuye desde niña —bailando, dibujando, escribiendo poemas— y que se confirma a golpe de perseverancia y sensibilidad. Medio marroquí, medio vasca, Najwa encarna una nueva generación de actrices que no temen mezclar raíces, géneros ni disciplinas. Tras destacar en Menudas Piezas y brillar en Olympo, prepara su salto al cine mientras termina de rodar su próxima serie. Hablamos con ella sobre sus inicios, los papeles que la han marcado y lo que significa vivir con el arte bajo la piel.
Creciste con tus abuelos en un pueblo pequeño. ¿Qué parte de ti como actriz crees que nació ahí, en Urdúliz?
Toda mi parte creativa nació en mi pueblito. Siempre me ha gustado cantar, bailar, dibujar, la moda… Tengo muchos vídeos de cámara antigua (grabados por mi familia) haciendo mis primeros pinitos. Esos vídeos me dan mucha nostalgia y es un tipo de calidad que me gusta para el cine, ya que me parece crudo y real. También, con mis amigas salíamos a hacernos sesiones de fotos por el campo de Urdúliz; vamos, nos recorríamos todas las localizaciones posibles buscando la mejor foto. Después, en Madrid, ya siendo más adulta, se desarrolló todo eso que llevaba dentro desde pequeña. Me animé a estudiar interpretación, a escribir y cantar de manera más profesional e indagar en lo que realmente me remueve por dentro. Siempre parece todo muy perfecto en el camino de un artista, pero ese camino lleno de colores también tiene sus grises.
Tu primer personaje en Menudas Piezas originalmente era un chico. ¿Cómo fue meterte en una historia escrita para alguien tan diferente?
Fue sencillo porque lo adaptaron muy bien. Al final, creo que tenía el mismo valor moral y personal, entonces fue entrar a un personaje nuevo como en otros proyectos.
Vienes del piano, la pintura, la danza… ¿Qué te ha dado cada arte que ahora usas en interpretación?
El arte, al final, es creación. Entonces, a la hora de crear un personaje, creo que juega ese factor de darle originalidad a una obra o interpretación. Siempre hay algo de mí.
¿Qué papel ha tenido tu madre en este camino? Mencionas que siempre te animó a intentarlo.
Mi madre siempre me ha apoyado en todo lo que he hecho. De pequeña me animaba mucho en la interpretación, pero también era algo difícil por nuestra desinformación y porque en Bilbao, en ese momento, no había tanta escuela como ahora.
Eres muy deportista. ¿Crees que el cuerpo también actúa, que la forma física influye en cómo cuentas una historia?
Siempre me ha gustado mucho el deporte, soy muy animada a practicar cualquier disciplina. Creo que la movilidad es muy importante para la actuación; sentirte libre y suelto con tu cuerpo demuestra naturalidad.
¿Qué aprendiste en los castings que no te enseñó ninguna escuela?
Al final, gestionar el estar delante de alguien que determina si vas a trabajar o no ayuda a quitarte muchos prejuicios y valor sobre la vergüenza.
¿Qué te ha sorprendido más del ritmo real de un rodaje?
La gestión de tener tiempo libre para uno mismo es difícil durante un rodaje, ya que tienes que estar descansado, estudiado y con fuerzas.
Cuando te toca esperar entre proyectos, ¿te cuesta estar quieta o sabes aprovechar ese tiempo creativo?
Creo que la espera es lo peor para todos. Al final, no hacer nada cansa más que hacer, pero la dinámica de un rodaje es así. En las esperas aprovecho para estar con mis compañeros, compartir con ellos y crear más vínculo. Al final, creo que también ayuda para la naturalidad de los personajes entre sí.
Pintas, compones, escribes poemas… ¿Hay algo que nunca mostrarías al público?
Creo que todo lo que escribo, pinto o dibujo lo podría exponer. Pero claro que hay poemas o letras más íntimas. Al final, el arte refleja lo que llevamos dentro. Si lo expusiera algún día, no diría nombres ni sería muy explícita; lo dejaría para quien se dé por aludido y a la duda. Aunque uno nunca sabe.
¿En qué momento te diste cuenta de que esto ya no era un sueño, sino tu vida real?
Creo que cuando el sueño pasa a ser realidad, todos esperamos un cambio enorme en nuestra vida. Mi sueño se ha convertido en mi realidad casi sin darme cuenta. Al final, creo que cuando es tu destino acaba siendo algo más normal de lo que crees. Por eso hay que mirar atrás y valorar cada pequeño logro que hemos conseguido. Y también disfrutar del proceso, que es algo maravilloso y de lo que más se aprende.
¿Cómo ha sido la experiencia de rodar Olympo?
Olympo para mí ha sido todo lo que quería. Conectar tanto con el elenco y el equipo, entrenar, coger disciplina, crear un personaje desde cero con cambio físico incluido (un reto al máximo), llegar a los objetivos, sentirme satisfecha incluso fuera del personaje por la calidad de vida que me ha dado gracias al deporte… El rodaje ha sido de lo más divertido, siempre iba con muchísimas ganas. Estoy muy agradecida a este proyecto.
¿Cuáles son tus próximos proyectos profesionales?
Estoy rodando una serie de comedia, Sin gluten. Es muy divertida, algo totalmente diferente pero muy enriquecedor.