A veces, basta con entrar en el metro en hora punta para darse cuenta: en Madrid (e imagino que en todas las ciudades y pueblos) todo el mundo huele igual. Da igual si estás en Malasaña o en Serrano, en todas partes reinan los mismos de hipercomerciales que, sí, son agradables, pero también muy previsibles. Por supuesto, no hay nada malo en defender este tipo de fragancias, pero no nos diferencian entre la multitud. En un momento en el que la individualidad se celebra más que nunca, apostar por una fragancia que nos defina (y que diga algo de verdad sobre quiénes somos) es algo cercano a un acto de rebeldía olfativa.
No me malinterpretes, fragrance lover: no tengo nada en contra de los perfumes mainstream. Pero cuando una empieza a entrenar la nariz y a sumergirse en el universo de la perfumería nicho, es imposible no soñar con aromas con más carácter y personalidad. Y, sobre todo, con más historia. Por eso, hoy vengo dispuesta a hablar sobre tres perfumes que no dejan indiferente a nadie. Son creaciones únicas, provocadoras, a veces excesivas, pero absolutamente fascinantes. Fragancias que compraría una y otra vez, aunque sé que no están hechas para todo el mundo.
Tres perfumes que se desmarcan por su originalidad (y que no son aptos para todo el mundo)
Jungle Jezebel de Sarah Baker

Desde la primera pulverización, Jungle Jezebel de Sarah Baker se revela como un cóctel vibrante, provocador y deliciosamente kitsch (sí, has leído bien, kitsch). Su salida es una mezcla de chicle, plátano, uvas, melocotón y naranja dulce. Suena a exceso, y lo es, pero hay algo juguetón y carnal en ese dulzor afrutado. Sin embargo, el verdadero giro llega en el corazón: los nardos y el ylang-ylang se fusionan con un ámbar cálido y un sándalo envolvente, mientras la rosa añade un punto inesperadamente elegante. El fondo es puro escándalo. Civet, vainilla, tonka y vetiver se combinan para dejar una estela animal, casi salvaje, que hace honor a su nombre. Es la fragancia que solo las expertas en perfumería se atreven a llevar, y precisamente por eso es tan irresistible. El precio es de 165 euros en The Perfumery Barcelona.
Carnicure de Marlou

Minimalista y enigmático, este perfume desafía las categorías tradicionales. Pertenece a la familia almizcle amaderado floral, pero su esencia va mucho más allá de las etiquetas. Las notas de salida (violeta y flor de azahar) aportan un aire frío y empolvado. A medida que evoluciona, aparecen el pachulí y el sándalo, que aportan una profundidad terrosa y ligeramente áspera. Lo verdaderamente mágico llega con el fondo: almizcle, civet y ládano, una tríada que evoca piel, misterio y un magnetismo casi incómodo (en el mejor sentido de la palabra). No es una fragancia fácil ni complaciente, pero engancha. Carnicure es uno de esos perfumes florales nicho que huyen de los aromas típicos de la primavera, y por eso lo amo. El precio es de 120 euros.
Ôikb Eau de Parfum de Santi Burgas

Esta fragancia tiene algo de ritual íntimo, de viaje al más allá. Ôikb de Santi Burgas pertenece a la familia ámbar especiada, pero lo cierto es que cada nota es una sorpresa. Abre con una lavanda de Grasse etérea y elegante, acompañada por un iris aterciopelado que aporta una suavidad única. En el corazón, la pimienta negra y la nuez moscada introducen una calidez especiada que contrasta con la frescura de la salida, mientras que el fondo (con cedro de Virginia, cuero, tonka brasileña y un misterioso acorde de Pierre d'Afrique), suma densidad, profundidad y una sensualidad oscura que embriaga. Una joya para las amantes de la perfumería con ganas de descubrir algo distinto y cautivador. El precio es de 95 euros en Sillage Barcelona.