Su regreso a la Ciudad Condal fue tan inesperado como súbito. Tras desenvolverse entre los entresijos de una complejísima política francesa, Manuel Valls decidió volver a sus orígenes no sin objetivos bien definidos. El político anunció su candidatura a la alcaldía de Barcelona, confirmando definitivamente su renuncia a la vida política en el pays des droits de l’homme. Pero también afianzando su ansia por un cambio necesario en una ciudad reflejo de una evidente decadencia nacional. Como primer ministro francés, de marzo de 2014 a diciembre de 2016, el político de ascendencia catalana se convirtió en la mano derecha eficaz de un Francois Hollande a veces perdido con la responsabilidad de un cargo exigente. Imagen del hombre socialista por excelencia, Manuel Valls no ha ocultado su sensibilidad ante grandes cuestionamientos como la ecología. Y es, precisamente con una energía y voluntad similares, que pretende retomar las riendas de la ciudad catalana.
Hijo de Xavier Valls, pintor catalán, y de Luisangela Galfetti, originaria de Tessin en Suiza, Manuel Valls nació en el barrio de Horta, antes de mudarse a París, y más concretamente en el Marais, donde creció junto a su hermana. Pese a ser naturalizado francés en 1982, el político tuvo que enfrentarse a la compleja situación de inmigrante y sigue reconociendo, en la actualidad, las dificultades que supone vivir con esta condición de ser forastero. Su ascenso en política fue progresivo pero seguro: en el marco de sus estudios de historia en La Sorbona, conoció a algunos importantes apoyos y defensores de Michel Rocard, hombre socialista simbólico de la época. Consiguió la alcaldía de Evry, antes de presentarse a las Primarias de 2011. En 2012, se convirtió en ministro del Interior de Jean-Marc Ayrault antes de consagrarse como primer ministro dos años más tarde. En 2017, su resultado en las elecciones no le permitió imponerse. Mostró, contra todo pronóstico, su apoyo a Emmanuel Macron. Se incorporó asimismo al grupo parlamentario de La República en Marcha (LaREM) en la Asamblea Nacional, perdiendo poco a poco protagonismo en la escena nacional.
Fue en este contexto que Manuel Valls anunció formalmente el pasado 25 de septiembre su candidatura a la alcaldía de Barcelona. Con la intención de devolver a Barcelona su estatuto de ciudad innovadora y creadora, mirando al futuro, el político afirma querer solucionar la situación de los barceloneses que actualmente viven, según sus propias palabras, en la dificultad y sobre todo en la inseguridad. ¿La clave? El optimismo, y sobre todo la voluntad de recuperar un orgullo perdido por una ciudad que aún tiene mucho por ofrecer y puede convertirse en una referencia en un gran número de ámbitos.
Pese a la ausencia de apoyo de algunos políticos como Carles Puigdemont quien considera que el ex primer ministro francés “no conoce la ciudad”, el candidato está listo para imponerse y poner en marcha un cambio, más que necesario, a su juicio. ¿Triunfará?