La vivienda es particular y se ubica en La Moraleja (Madrid). La fachada norte cuenta con grandes volúmenes para buscar la luz y conectar interior y exterior. José Luis Gahona y su equipo del estudio Darro 18 Arquitectos son los responsables del proyecto arquitectónico.
Cuando el cliente pide un deseo al estudio de arquitectura de interior y diseño de Mausha Marsá, que ella dirige con su hermano Agustín Marsá como project manager, acepta ese reto con un objetivo concreto: "La idea es optimizar al detalle los espacios y los recursos de cada cliente, así, esa idea inicial se puede convertir en algo real".

Con 20 años de experiencia a sus espaldas, Mausha y su equipo han desarrollado proyectos de arquitectura, interiorismo y diseño en el ámbito residencial, pero también en oficinas, hoteles, restaurantes o locales comerciales.
En este caso "el estudio puso especial atención en la luz. Mausha proyectó en esta casa de La Moraleja una iluminación de última generación, cálida e integrada, en muchos casos oculta, resultado que consiguió retroiluminando ciertas piezas y sacando lo mejor de ellas. Incluso en el fondo de la piscina se creó el reflejo de un cielo estrellado".

Un trabajo en equipo
El éxito de este proyecto, nos cuentan los hermanos Agustín y Mausha, "es la confianza depositada por la familia propietaria. La coordinación entre el estudio, el arquitecto José Luis Gahona Fraga (de Darro 18 Arquitectos)"
Además de "todo el cuerpo técnico y de instalaciones y la colaboración constante de los propietarios, supuso el cumplimiento con excelencia de los objetivos marcados. M&M Construcciones se encargó de la construcción de la vivienda, con absoluta garantía de calidad en cada una las etapas".

La gran ventaja resultó ser el espacio sobre el que trabajaron: "Era espectacular, un verdadero lujo. Partimos de una 'caja blanca' y decidimos revestir los suelos con roble natural, subiendo en algunos frentes con el mismo material para dar continuidad y armonía”.
Además, añaden que “A partir de ahí, dotamos de personalidad cada uno de los espacios, pensando en la funcionalidad según el uso, con un denominador común muy reclamado por sus propietarios: el color. Fucsias, morados, mostazas, turquesas, incluso el negro son los protagonistas del resultado final".

Nada se deja al azar
Esta es una de las premisas del estudio Mausha Marsá: "Los espacios tenían que quedar sobrios (en armonía con la arquitectura), limpios (dejando pasar el aire e integrando el paisaje) y con mucho color y alegría, digno reflejo de sus habitantes”.

“Nada se haría 'porque sí'. Una distribución ordenada hace de la casa una vivienda funcional, donde cada estancia está muy meditada". Los espacios se presentaron al cliente previamente en 3D, de una manera muy realista (y actualmente se pueden comparar con el resultado sin apreciar apenas diferencia).
"Desde el hall organizamos toda la casa. La planta baja alberga las zonas de reunión, abiertas al exterior. Tanto las entreplantas como la planta primera cuentan con dormitorios y servicios, y el semisótano se destinó al ocio”.
Concluyen asegurando que “Mausha Marsá se encargó de seleccionar desde las vajillas, cristalerías y ropa de cama hasta complementos como velas, jarrones… Una llave en mano en toda regla para cuidar todo al más mínimo detalle".