Este magnífico deporte nació hace tiempo en las estepas de Asia occidental. Mucho antes de que Alejandro Magno se dispusiera a formar su Imperio, en las tierras de oriente se practicaba el Chovgan, una especie de polo primitivo, que hoy sigue vigente, aún como deporte nacional en algunas regiones.
Aunque inicialmente el polo se desarrolla para la equitación, se convirtió en el pasatiempo de las aristocracias, disputado en extensos campos de juego, con caballos entrenados. Su popularidad fue tan grande que se esparció por todo el continente hasta China, India y Japón. En este último país, comienza nuestra travesía por este glamoroso deporte.

Fueron los ingleses, en su etapa de expansión y comercialización, quienes conocieron el polo de manos de los nativos de India, que lo jugaban sobre elefantes. Y desde tierras británicas prendió en Argentina. En la segunda mitad del siglo XIX, los colonos de las pampas comenzaron a practicarlo en sus ratos libres. El primer juego oficial fue en la Estancia Negrete, Buenos Aires, y pronto se fundaron distintos clubes, como los de Hurlingham o Tortugas: de los más selectos y distintivos.
El polo es un antiguo deporte noble y real, que desde Persia llegó a asentarse en el Río de La Plata. Su gran protagonista es el caballo, un animal noble y libre, que emana estilo por sus cualidades de fortaleza y vulnerabilidad.

La excelencia del polo argentino no solo radica en la grandiosa habilidad de sus jugadores, sino también en la calidad de sus caballos. Rápidos, ágiles y dóciles, son animales inteligentes al extremo y sensibles hasta la médula.
El equipamiento en polo se destina a la seguridad de la dupla humano/equino. Cada jugador debe montar a su caballo en una silla de estilo inglés. Además, debe equiparse con un taco en forma de martillo con cabeza de cigarro, un casco, botas de montar, rodilleras, coderas, guantes, lentes protectores y una fusta.
El polo se juega en un campo cuya extensión equivale a seis campos de futbol. Son cuatro jugadores por equipo, que con su taco golpean una bocha hasta los postes del arco, marcando así un gol. Con cada gol, los equipos cambian de campo.

Los partidos tienen periodos de siete minutos (chukkers) y llevan de cuatro a ocho ckukkers. El empate se resuelve con un ckukker adicional. El polo va a todo o nada.
Mientras fue un deporte olímpico (1900 a 1936), Argentina se llevó el oro en sus dos participaciones de 1924 y 1936. En la actualidad, el polo posee su propia copa mundial desde 1987 y la más importante competencia a nivel de selecciones, con Argentina a la cabeza a pesar de que ser practicado en 77 países. Allí se disputa la llamada Triple Corona, que agrupa a las tres competencias más importantes a nivel nacional. El Campeonato Argentino abierto de Polo de Palermo y los Abiertos del Hurlingham Club y el Tortugas Country Club.
Aunque originalmente reservado a la nobleza, el polo ha evolucionado, como la moda y el estilo, y está más cerca, al alcance de todos. Y ahora que sabes más sobre el deporte de los reyes, ¡pues a disfrutarlo!