El 20 de noviembre de 1947, Isabel II y el duque de Edimburgo se daban el 'sí, quiero' convirtiéndose en los protagonistas de la primera boda real tras la Segunda Guerra Mundial. La ceremonia tuvo lugar en la Abadía de Westminster delante de 2.000 invitados, de los que 10 eran monarcas de pleno derecho, y a través de la radio pudieron escuchar el minuto a minuto más de 200 millones de personas en todo el mundo. Además de ser la primera boda tras el fin de la guerra, también fue pionera en ser retransmitida. El matrimonio de los Reyes de Inglaterra ha durado 73 años, hasta que la muerte los separó el pasado mes de abril de 2021, cuando falleció Felipe de Edimburgo.
Tarta nupcial
Este impresionante pastel de cuatro pisos y casi tres metros de altura, fue apodado como 'la tarta de boda de las 10.000 millas', ya que sus ingredientes fueron importados al Reino Unido de Sudáfrica y Australia. La casa de subastas británica de Gorringes, subastó una porción de esta tarta en su envoltorio original, de color marfil, adornado con las iniciales E y P, y la inscripción "Palacio de Buckingham, 20 de noviembre de 1947". Se vendió por 680 euros con una tarjeta que decía: "Con los mejores deseos de sus altezas reales la Princesa Isabel y el Duque de Edimburgo". La tarta, que sería todavía comestible debido a su alto contenido alcohólico, según indicó la casa Gorringes, fue adquirida por un comprador anónimo en Los Ángeles, cuyo padre estuvo invitado al enlace hace 68 años.

Un rayo de luz
Se trata de la primera boda real tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, y es por ello que Isabel II pagó parte de su vestido con cupones de racionamiento como parte de las medidas de austeridad tras la guerra. El pago del traje de novia se realizó con los que la monarca había conseguido ahorrar y más de 200 que recibió como suplemento por parte del Gobierno. Por su parte, Felipe de Edimburgo lució su uniforme naval.

25 costureras y 10 bordadores
La Reina optó por un vestido de novia color marfil en satén duquesa confeccionado por el diseñador de la corte sir Norman Hartnell. 25 costureras y 10 bordadores trabajaron en el diseño, que adornaron con emblemas florales británicos y del resto de la Commonwealth en hilos de plata y oro, pequeñas perlas, lentejuelas y cristales. El diseñador añadió un trébol irlandés de cuatro hojas tejido en la falda, con el objetivo de que la monarca pudiese apoyar su mano en un símbolo de buena suerte.

Percance con la tiara
La tiara de Isabel II se convirtió en una de las protagonistas involuntarias de la boda real. La tradición dicta que solo las mujeres casadas pueden llevarla, así que fue la primera vez que la joven monarca luciría esta pieza. Se trata de una tiara que perteneció a su abuela, la Reina María, y que había sido elaborada con los diamantes que la Reina Victoria le dio a María como regalo de bodas. Pero la pieza se rompió dos horas antes de la boda, y aunque la madre de Isabel II sugirió cambiar de tiara, la monarca se negó y el joyero de la corte de guardia se llevó la diadema al taller para soldarla rápidamente. Aunque pudieron salir del paso, se apreciaba un hueco entre la joya principal y el pico diamantino a su derecha.

Más de 2.000 regalos
En St. James Palace descansaban 2.500 regalos de boda para los novios, que habían llegado desde distintas partes del mundo. Entre ellos, se encontraba el collar de dos hileras de perlas que Isabel había recibido de sus padres, pero que había olvidado por completo. El secretario privado de la royal fue a recogerlo en el coche del Rey de Noruega, pero el tráfico hizo que la mitad de la ruta la hiciera a pie. Además de los obsequios, la pareja recibió unos 10.000 telegramas de felicitaciones.

El padrino
Isabel llegó a la Abadía de Westminster junto a su padre, el Rey Jorge VI, en la carroza de Estado irlandesa. Los royals saludaban a la multitud a través de los cristales, mientras los invitados tomaban asiento dentro de la abadía esperando la inminente llegada de la novia. Se dice que el rey Jorge le dijo al arzobispo responsable de la ceremonia: “Es mucho más emotivo entregar a tu hija en matrimonio que casarte tú mismo”. Winston Churchill y su mujer llegaron tarde, y los reporteros creyeron que se trataba de la llegada de Isabel II. El ex primer ministro se convirtió en el protagonista de un incómodo momento, ya que se levantó en mitad del oficio para ponerse el abrigo.

Menú
El desayuno nupcial, servido justo después de la ceremonia, tuvo lugar en el Palacio de Buckingham. El menú estaba formado por Filet de Sole Mountbatten, Perdreau en Casserole y Bombe Glacée Princesa Isabel. Se sirvió en vajilla de plata dorada por el servicio vestido con librea escarlata. Los más de 2.000 invitados recibieron ramilletes de mirto y flor de brezo blanco de Balmoral.
