Durante décadas, las Mary Janes o merceditas fueron el símbolo por excelencia del calzado infantil femenino. Con su inconfundible tira en el empeine, su puntera redondeada y ese aire aniñado que recordaba a los uniformes escolares, pocas imaginaron que aquel zapato asociado a la infancia acabaría resurgiendo —y con tanta autoridad— como un icono de estilo para mujeres adultas.
A medio camino entre la inocencia retro y la elegancia effortless, las Mary Janes han dejado de pertenecer al imaginario colegial para instalarse con firmeza en el armario femenino contemporáneo. Desde los desfiles de Miu Miu o Simone Rocha hasta las calles de París, Nueva York o Madrid, este modelo clásico se reinventa como la alternativa chic a las bailarinas y los mocasines.
Y es que la moda, como sabemos, es cíclica. Esta temporada, las Mary Janes regresan con una visión renovada: materiales premium, tonos neutros y tacones sensatos que las convierten en el calzado perfecto para acompañar tanto un traje sastre en clave minimalista como unos jeans rectos y una camiseta blanca. Un híbrido entre nostalgia y sofisticación que encaja con todas las generaciones.
Su atractivo está en ese equilibrio entre lo reconocible y lo nuevo. Y marcas como Merkal lo saben bien: con diseños que respetan la silueta original pero incorporan un giro contemporáneo —más refinado, más urbano—, han logrado que estas Mary Janes vuelvan a ser tendencia sin perder su esencia.
¿Por qué vuelven las Mary Janes?
Porque combinan comodidad, estilo atemporal y un punto de distinción. Firmas como Miu Miu, Prada o The Row han apostado por ellas en sus colecciones, dándoles un giro urbano y elegante. Y las prescriptoras de estilo ya lo han confirmado en Instagram y TikTok: las Mary Janes son el nuevo básico de fondo de armario.
Entre sus claves más actuales destacan los tacones bajos o de bloque, ideales para caminar con comodidad sin renunciar al estilo; una paleta sobria en nude, negro y beige que combina fácilmente con cualquier look; versiones en charol, ante o napa suave que añaden riqueza visual y textura al conjunto; y, por supuesto, la icónica tira del empeine, ahora más minimalista y refinada, que sigue funcionando como seña de identidad sin perder un ápice de elegancia.
Modelos que nos han conquistado
Merceditas de rafia beige de Piccola Piu (Merkal)
Con un diseño fresco, natural y delicado, estas merceditas en textura rafia beige son el par ideal para los meses de entretiempo y primavera. Su acabado ligero las convierte en la opción perfecta para looks relajados con vestidos vaporosos o pantalones de lino. Añaden un toque artesanal y orgánico a cualquier estilismo urbano o boho chic.

Merceditas negras de piel de Fosco (Merkal)
Clásicas y sofisticadas. Este modelo en piel negra con tira sencilla es la apuesta segura para quienes buscan comodidad sin renunciar a la estética pulida. Ideales para la oficina, para acompañar un traje de dos piezas o incluso para contrastar con vaqueros rectos y camisa blanca. Una versión refinada de las Mary Janes que no pasa de moda.

Mary Janes rojas con carácter de Krack
Otra opción que nos ha conquistado es el modelo Katie de la firma Húne (Krack). Confeccionado en piel de acabado brillante, su diseño depurado y su tacón cuadrado medio lo convierten en el equilibrio perfecto entre comodidad y estilo. El detalle de la hebilla metálica en la tira aporta un toque retro muy sofisticado, ideal para quienes buscan una Mary Jane con carácter, apta tanto para jornadas largas como para un afterwork con blazer y labial rojo. Disponible en negro, es ese tipo de zapato que no necesita más para destacar.

Mary Janes negras con tacón cuadrado de Krack Húne
Un giro contemporáneo con aire retro. Estas Mary Janes de Húne (Krack) se inspiran en los 60 con su tacón bloque medio, puntera redondeada y piel pulida. Son el par perfecto para elevar cualquier look sin renunciar a la comodidad. Funcionan igual de bien con medias tupidas y minifalda que con pantalones tobilleros y blazer estructurado.

Cómo combinarlas (sin caer en lo naïf)
Las Mary Janes —o merceditas— tienen un pasado ligado a la infancia, pero su presente se mueve en coordenadas mucho más adultas. Para evitar que te trasladen directamente al patio del colegio, la clave está en cómo las estilizas. El equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo es fundamental, y ahí es donde entran en juego las proporciones, los tejidos y los contrastes bien medidos.
Una de las combinaciones más efectivas es llevarlas con pantalón sastre y blazer oversize. Esta fórmula, de inspiración working girl, funciona especialmente bien con Mary Janes de tacón medio, ya que rompen con la rigidez del traje y aportan un aire más relajado pero igual de sofisticado. También puedes añadir un top de punto fino o una camisa fluida para suavizar aún más el look.
Otra opción infalible es mezclarlas con una falda midi y una camisa blanca. En este caso, el conjunto adquiere un punto romántico sin caer en lo cursi, sobre todo si eliges prendas con cierta estructura o acabados actuales como el satén o las transparencias. El zapato actúa aquí como punto de conexión entre la feminidad y la funcionalidad.
Para el día a día, las Mary Janes encuentran su mejor aliado en el denim. Combinadas con unos jeans rectos, una camiseta blanca y un trench fluido, logran elevar un estilismo básico sin que parezca forzado. Un pequeño truco de estilo: añadir calcetines finos de lúrex o canalé que asomen ligeramente sobre el zapato. El efecto es sutilmente francés y tremendamente cool.
También funcionan muy bien con vestidos, sobre todo si tienen líneas limpias o tejidos naturales como el lino. En estos casos, unas Mary Janes en rafia o ante beige aportan frescura y naturalidad, perfectas para un look de entretiempo con aire desenfadado pero cuidado. Añade un bolso tipo cesta o de piel estructurada y tendrás un outfit impecable.
Y si buscas una opción de noche o más rotunda, opta por un total black look con pantalón fluido, top lencero y blazer masculino. Las Mary Janes negras en charol aportan un guiño retro irresistible y el toque final perfecto es un labio rojo, que equilibra la dulzura del calzado con un punto de audacia.