Una llamada, una prueba que no sale como se esperaba y de pronto todo cambia. El cuerpo se tensa, la mente se llena de miedo y el tiempo parece detenerse. En ese instante, antes de que haya un diagnóstico definitivo, empieza otro proceso igual de importante que el médico: el emocional. Es ahí donde la figura de la psicooncóloga se vuelve esencial.“Desde el primer momento, la psicooncología está para acompañar, evaluar y ofrecer herramientas tanto a la paciente como a su entorno”, explica Marta de la Fuente Lago, licenciada en psicología y master en psicooncología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de treinta años de experiencia, primero en el MD Anderson Cancer Center de Madrid y actualmente directora de MFL Psicología y Formación.
Su labor va mucho más allá de escuchar: consiste en enseñar a gestionar emociones intensas —como el miedo, la incertidumbre o la rabia— sin que estas lo invadan todo. “Nuestra función no es eliminar el dolor emocional, sino ayudar a convivir con él sin que paralice la vida.”
El cáncer de mama, dice Marta, tiene un fuerte componente emocional. No solo por los tratamientos, sino porque toca la feminidad, la autoestima y la relación con el propio cuerpo. “Las mastectomías, los tratamientos hormonales o los cambios físicos pueden alterar la manera en la que una mujer se mira. Por eso el acompañamiento psicológico especializado es tan importante: para integrar esos cambios sin perder la identidad.”
En muchos hospitales, las psicooncólogas trabajan junto a los oncólogos desde las primeras etapas. Aunque no siempre pueden estar presentes en el momento del diagnóstico, su papel resulta determinante en el impacto emocional. “Acompañar desde el principio ayudaría a que la paciente se sintiera menos sola y más comprendida”, apunta Marta.
A lo largo del proceso, las emociones evolucionan. Primero llega el shock, la incredulidad. Luego pueden aparecer la negación o la rabia, e incluso la culpa (“¿por qué a mí?”). Con el tiempo, si hay acompañamiento y escucha, emerge la aceptación. “Aceptar no significa rendirse ni dejar de sufrir, sino adaptarse a la nueva realidad desde la serenidad”, subraya.
Cómo atravesar el miedo sin perder el equilibrio
- Informa y pregunta. Desconfía de 'Doctor Google': tu médico y tu psicooncóloga son tus únicas y mejores fuentes.
- Defiende tus derechos. Necesitas que tu médico te dedique tiempo, exige información y, si no te sientes comprendida, busca otro profesional.
- Marca límites con el entorno. Permite que te ayuden, pero expresa cómo necesitas que lo hagan.
- Vuelve a la vida. Dedica tiempo a lo que te gusta, a la familia, a tu ocio, a tu trabajo si el estadio de la enfermedad te lo permite. El cáncer forma parte de tu historia, pero no es toda tu historia.
La psicooncología no sustituye a los tratamientos médicos, pero los complementa.
“Cuando una paciente confía en su equipo, comprende lo que vive y se siente acompañada, suele implicarse más activamente en su recuperación, y eso también mejora los resultados físicos"
Cuidar la mente, en definitiva, no es un lujo, es parte del tratamiento. Es reconocer que el bienestar emocional influye en el cuerpo, en la energía, en la esperanza. Porque en este viaje que tantas mujeres recorren cada año, la psicooncóloga es esa presencia discreta que recuerda que la fortaleza también se construye desde la ternura.
“Aceptar no es dejar de sentir. Es aprender a vivir con lo que sentimos sin que nos arrastre”