A todos nos gustan los chaparrones otoñales. Sobre todo si nos pilla en casa, en el sofá, viendo alguna serie en la televisión y bajo una manta. El sonido de la lluvia es muy relajante y su olor una delicia. No obstante, las tormentas de otoño, intensas, imprevisibles y, a veces, eléctricas, nos cogen al volante. Las condiciones pueden ponerse realmente feas en cuestión de minutos y se puede pasar del sol cegador al aquaplaning en unos instantes. Es importante estar preparado para salir airoso de una buena tormenta y, por ello, os traemos varios consejos para que un aguacero imprevisible no os ponga en peligro.
En primer lugar, la premisa es clara, si va a llover o podemos predecir que va a llover, lo mejor que podemos hacer es no salir de casa. Pero a veces hay que desplazarse por causes de fuerza mayor, como el trabajo o una emergencia, en cuyo caso habrá que tener claras una serie de directrices para evitar sustos. Así, si ya estamos en marcha y se pone a llover fuerte, tanto que nos dificulta la tarea de conducir, lo mejor será buscar un lugar seguro donde parar y esperar a que pase la peor parte. La suerte es que en otoño las tormentas suelen durar poco.
Consideraciones importantes

Si la tormenta es eléctrica, conviene quedarse dentro del coche con el motor detenido y el contacto quitado. La radio debe estar también parada. En caso de caída de rayos, el coche es el lugar más seguro en el que resguardarse, ya que los neumáticos, de goma, aíslan de la electricidad. Su carrocería, en cambio, es conductora, pero sus características hacen que la energía se distribuya alrededor del coche, quedando aislado el interior. Lo mejor es esperar sentado sin tocar las partes metálicas del vehículo.
Si tampoco podemos parar, la premisa será básica, reducir la velocidad, aumentar la distancia de seguridad y armarnos de paciencia. La hora objetivo de llegada debe desaparecer centrándonos en encontrar un ritmo de marcha en el que nos sintamos cómodos. Con las luces encendidas, será importante además dejar mucho espacio de seguridad respecto al vehículo que nos precede, pues la distancia de frenado aumenta sobre manera. En el momento en el que arranca la lluvia, además, debemos tener mucho cuidado con el asfalto, ya que la mezcla de las primeras gotas de agua con el polvo acumulado, provocan que la carretera pase de seca a resbaladiza en segundos.
Aquaplaning

El aquaplaning es ese temido fenómeno que puede hacernos perder el control y provocar un accidente indeseado. Lo peor del aquaplaning es que una vez perdido el control, no sabemos cuándo lo volveremos a recuperar, aunque suele ser tras unos pocos metros. Este se produce cuando los neumáticos del coche no son capaces de contactar con el asfalto al no poder evacuar el agua del firme con efectividad. Para evitarlo, primero debemos asegurarnos de que los neumáticos están buen estado, tanto de desgaste como de presión, una presión baja es sinónimo de aquaplaning, y debemos reducir la velocidad en marcha, ya que la tarea de evacuar el agua es más complicada si vamos rápido.
En caso de sufrirlo, en ningún caso debemos alarmarnos y la premisa es simple: mantener el volante recto y los brazos firmes y ni acelerar ni frenar. Será mejor levantar el pie del acelerador con cuidado para reducir la velocidad poco a poco y recuperar la adherencia lo más pronto posible.