Úrsula Corberó tenía 19 años cuando se estrenó Física o Química. Ester Expósito 18 cuando la vimos por primera vez en Élite. Hunther Schafer, que interpreta a Jules en Euphoria, acababa de cumplir los 20 cuando vimos el primer capítulo de la serie en HBO,… Sin duda, la edad real de estas actrices se aproxima bastante - aunque la supera - a la de los personajes adolescentes que interpretan, que aún cursan sus últimos años de instituto. Sin embargo, esto no es lo habitual. Rachel McAdams tenía 26 años cuando dio vida a la malvada Regina George en Chicas malas, Troian Bellisario había cumplido los 25 en la primera temporada de Pequeñas mentirosas y Anna Kendrick tenía 27 (y no 18) en la primera parte de Dando la nota.
De esta forma, junto con el departamento de vestuario, el de maquillaje juega un papel fundamental en la transformación de actrices adultas en adolescentes. El objetivo que se pretende conseguir es el de un resultado lo más creíble posible, sin caer en el el artificio ni en el disfraz.
Estos son los secretos que los maquilladores profesionales han utilizado para 'rejuvenecer' con sutileza en algunas de las series y películas más famosas, donde los personajes adolescentes son los protagonistas.

Escoge un capítulo de Gossip girl al azar. Serena van der Woodsen - personaje interpretado por Blake Lively - siempre estará absolutamente radiante sin importar lo que esté haciendo. La responsable de este look de belleza effortless es Amy Tagliamonti, quien confiesa no haber 'sufrido' demasiado a la hora de 'quitarle años de encima' a la actriz. Por dos razones: a Blake y a su personaje solo les separaban tres años de edad, y el rostro sin imperfecciones lo traía de serie. Por tanto, de la actriz, lo primero que Tagliamonti quiso destacar fue su piel impecable y luminosa. También sus ojos, a partir de una paleta de sombras con tonos dorados y otros cálidos y naturales como protagonistas. Para la noche, mismos tonos tierra pero más oscuros para crear un ojo ahumado que nunca es demasiado intenso, ya que una de las señas de identidad del estilo de Serena es que nunca va 'súper producida'.

La 'abeja reina' del Instituto North Shore en realidad tenía ocho años más que el personaje de Regina George. Ann MacNeil, maquilladora de la película, se inspiró en un icono de moda y belleza de las adolescentes de la época: Paris Hilton. "La actitud y la confianza de Regina se reflejaron en sus elecciones de maquillaje. Era guapa y elegante, pero no exagerada. Regina estaba destinada a contrastar la simplicidad nerd de Cady [Lindsay Lohan] y el aspecto gótico de Janis [Lizzy Caplan]. Para los looks de instituto utilizamos tonos suaves y apagados, como los rosas y los melocotones; y para las escenas de fiesta y baile usamos rosas más brillantes e iridescentes para dar un poco de brillo".

Cuando Emily Fields, su personaje, comenzó su tercer año en Rosewood High, Shay Mitchell tenía, en realidad, 23 años. Sin embargo, durante las siete temporadas que duró la serie - Mitchell la terminó con 30 - los cambios en su aspecto fueron imperceptibles. Cindy Miguens, al frente del equipo de maquillaje de la serie, se centró en un look muy deportivo para los primeros años, donde el maquillaje es muy sencillo. En las siguientes temporadas, a medida que su personaje cumplía años y pasaba de curso, Miguens y su equipo aportaron más tonos bronces y de acabado brillante, acentuaron los pómulos y añadieron contouring y rubor.

A Cher Horowitz y a Dionne, su mejor amiga en Clueless, en realidad les separaban 9 años de diferencia. Es decir, Stacey Dash tenía 28 años cuando interpretó a esta estudiante de instituto de Beverly Hills. El encargado de que su look de belleza encajara perfectamente con el de una chica de 17 años fue Alan Friedman. Siguiendo un enfoque de 'menos es más' y defendiendo que una buena base de maquillaje lo es todo para crear un cutis impecable, Friedman se centró en los tonos cálidos y en no utilizar más producto del necesario. En muchas ocasiones, al intentar camuflar los signos de la edad con capas extra de maquillaje lo que se consigue es, precisamente, el efecto contrario: envejecer el rostro.