Tomarnos las pulsaciones nos permite escuchar el corazón y saber a qué ritmo está trabajando. Una popular canción decía que “son los latidos del corazón los que mueven el mundo” y ¿qué mejor que saber interpretar sus sonidos? Cuando el corazón bombea la sangre por las arterias hacia el resto del cuerpo, éstas se expanden y producen las “pulsaciones” o “pulsos”. Al tomar las pulsaciones, medimos el número de veces que el corazón late por minuto.
¿Cómo se miden?
Las pulsaciones se pueden tomar en diferentes partes del cuerpo. Lo más común es hacerlo en el cuello o en las muñecas, ya que las arterias están más próximas a la piel en estas zonas. Sin embargo, hay otras muchas arterias en las que se puede tomar el pulso, como en la femoral (a la altura del muslo), en el tobillo o en la sien. Para calcular las pulsaciones, colocamos suavemente el dedo índice y el corazón sobre la arteria de la zona que hayamos elegido (en el cuello o en la muñeca nos resultará más fácil) y contamos los pulsos que se producen durante un minuto. Es muy importante hacerlo con esos dos dedos y no hacerlo con el pulgar, ya que tiene pulso propio y puede confundirnos.
Valores normales
Según las estimaciones hechas por las universidades amercinas The American College, Stanford University y Western State College, el número normal de pulsaciones en reposo de una persona adulta está entre 60 y 100 latidos por minuto. Sin embargo, si se trata de una persona atlética, acostumbrada a una actividad física intensa diaria, los valores normales en reposo se sitúan entre las 40 y las 60 pulsaciones por minuto. Las mujeres suelen tener las pulsaciones más elevadas que los hombres: entre 80-100 pulsaciones por minuto en reposo es lo normal en mujeres, frente a las 70-90 pulsaciones por minuto que suelen tener los hombres en las mismas condiciones. Al hacer ejercicio de forma moderada, las pulsaciones aumentan, situándose entre las 110-140 pulsaciones por minuto en el caso de personas que realicen una actividad física normal y con variaciones según el sexo, mientras que las pulsaciones de los más atléticos y entrenados, se sitúan entre las 140 y las 160 pulsaciones por minuto, con las mismas particularidades. Si la intensidad del ejercicio físico es muy alta, una persona con una preparación física media, tendrá unas 130-160 pulsaciones por minuto, mientras que un deportista calculará unas 160- 200 pulsaciones por minuto, teniendo en cuenta, también, que los resultados varían levemente entre hombres y mujeres. Es importante observar nuestras pulsaciones porque nos puede ayudar a detectar problemas de salud. Si, en reposo y de forma constante, tenemos las pulsaciones anormalmente bajas, se denomina bradicardia. Si, por el contrario, nuestra frecuencia cardíaca en reposo es inusualmente alta, se denomina taquicardia. Ambas patologías pueden ser síntomas de problemas de salud de mayor gravedad. Tomar el pulso es rápido, fácil y efectivo para ayudarnos a comprender mejor el lenguaje del motor de nuestra vida.