Los que conocen mi gusto por los perfumes saben que hay una nota que me define por encima de todas, la rosa. No me malinterpretes: como periodista de belleza con una colección de fragancias bastante extensa, mi estantería está llena de aromas de lo más variados, desde vainillas gourmand y composiciones frutales chispeantes hasta perfumes almizclados tipo "segunda piel" y potentes ouds que te hacen sentir invencible. Pero si echas un vistazo a mis favoritos de siempre, hay un patrón que se repite sin fallo: los perfumes con rosa son mi debilidad.
Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, cuando empecé a interesarme por el mundo de las fragancias, evitaba los perfumes de rosa (y los florales en general) como si fueran la peste. En su lugar, me decantaba por acordes cítricos infalibles y aromas dulces, frutales. La mayoría de las fragancias con rosa me parecían anticuadas, predecibles e incluso, a veces, capaces de provocarme dolor de cabeza. Eso fue así hasta que descubrí el perfume que cambió por completo mi manera de ver esta nota y me obligó a mirarla desde otra perspectiva: Portrait of a Lady, de Frédéric Malle.
Portrait of a Lady, de Frédéric Malle, un perfume de rosa única
Recuerdo la primera vez que lo olí, hace casi diez años. Una amiga obsesionada con los perfumes y yo estábamos en plena misión para encontrarle una nueva fragancia insignia. Por aquel entonces yo aún no me dedicaba profesionalmente a reseñar perfumes, pero eso no impidió que me plantara en cada mostrador, probándolo todo con tal de salir de mi zona de confort. Lo primero que me llamó la atención fue el nombre: Portrait of a Lady. Me transmitió al instante sofisticación y elegancia, así que no tardé mucho en convencerme a mí misma para probarlo. Más tarde descubrí que el nombre está inspirado en la novela de Henry James publicada en 1881.

En cuanto lo rocié sobre mi piel, me sorprendió su carácter tan particular. La rosa seguía siendo la protagonista (dato curioso: se necesitan nada menos que 400 rosas para producir un frasco de 100 ml), pero se percibía mucho más madura, atemporal y lujosa, con un giro oscuro e inesperado gracias a notas como el pachulí, el sándalo y el incienso.
Un aroma que cumple 15 años
Y cuando digo atemporal, lo digo en serio. Este año, Portrait of a Lady celebra su 15º aniversario y sigue siendo uno de los perfumes más vendidos de la marca. Creado por Dominique Ropion, es todo menos una fragancia de rosa plana o convencional. Su complejidad lo hace cálido, especiado, suave y potente a la vez. Abre con una rosa turca intensa, con un toque sutilmente dulce y fresco (gracias a las notas de grosella negra y frambuesa). A medida que evoluciona en la piel, se transforma en una mezcla cálida, especiada y misteriosa. Justo eso es lo que lo hace tan adictivo.

Pero lo que realmente me conquistó fue su impresionante duración. Sin duda, es uno de los perfumes más persistentes que tengo, y lo mejor es que mejora con el paso de las horas. Para mí, esta fragancia es el potenciador de confianza definitivo: me hace sentir inmediatamente más segura y "pulida". Lo he llevado a entrevistas de trabajo, primeras citas, bodas y más de una reunión importante. También es un auténtico imán de cumplidos. De hecho, he perdido la cuenta de cuántas veces un desconocido me ha parado por la calle para preguntarme qué perfume llevo, móvil en mano para apuntar el nombre.
Una esencia atemporal
A diferencia de muchas perfumes florales nada típicos, en mi opinión, Portrait of a Lady es de esas pocas que puede llevar cualquiera, sin importar la edad. Cada vez que vuelvo a casa a visitar a mi madre, acabamos compartiéndolo durante unos días. En resumen, diría que tiene un efecto muy parecido al de un pintalabios rojo, ya que puede intimidar al principio, pero es tan elegante y eterno que acaba convirtiéndose en un básico del tocador.
Este artículo se publicó originalmente en Marie Claire UK por Denise Primbet. Traducción y adaptación: Anna Pardo