Nunca pensé que un perfume pudiera llamar tanto la atención como para que alguien, sin conocerme de nada, se atreviera a pararme por la calle solo para preguntarme qué fragancia llevo. Pero eso es exactamente lo que ha pasado. Y la culpable tiene nombre (y fruta): la manzana. Esta nota, que tantas veces se ha subestimado, ha conseguido hacerme sentir el centro de todas las miradas. No es casualidad: la manzana, bien trabajada, tiene matices crujientes, dulces, chispeantes e incluso altamente seductores.
Lo que más me fascina de esta nota es su versatilidad. Puede ser verde, roja, jugosa o sutilmente especiada, y eso la convierte en una aliada perfecta para crear perfumes más frescos y seductores para disfrutar de un largo y cálido verano. La he olido combinada con maderas secas, con flores blancas envolventes, con toques de almizcle limpio o incluso con guiños tropicales. En los perfumes nicho más interesantes, la manzana no busca ser la gran protagonista (de hecho, suele aparecer en la salida), pero siempre deja su huella. Hace poco descubrí Floro de Jeroboam, y sí, fue una revelación absoluta. Desde entonces, es el perfume por el que me preguntan aunque no me conozcan. Esa sensación de llevar algo especial, diferente, que despierta curiosidad sin necesidad de grandes gesto no tiene precio.
Floro de Jeroboam, el perfume por el que me preguntan aunque no me conozcan
Desde el primer spray, supe que Floro tenía algo especial. La salida es directa, casi adictiva: una combinación afrutada de manzana jugosa y piña que evoca un cóctel elegante bajo el sol, pero nada en esta fragancia es superficial. A medida que evoluciona, aparecen las notas florales, con jazmín y un sándalo cremoso que genera un corazón muy equilibrado. El fondo, con cedro, almizcle y notas amaderadas, se queda en la piel como una caricia persistente. Es la fragancia que solo las expertas en perfumería se atreven a llevar.

No es un perfume discreto, pero tampoco es estridente. Es ese tipo de aroma que deja estela sin saturar, que se recuerda sin empalagar, un punto clave cuando las temperaturas suben y buscas algo más ligero. Me encanta que sea floral sin caer en el cliché, que tenga fruta sin ser juvenil. Para mí, Floro se ha convertido en una de esas fragancias que compraría una y otra vez, y que recomiendo sin dudar a quienes quieren salir de la zona de confort sin arriesgarse en exceso. El precio es de 100 euros por 30 ml.
Otros perfumes que apuestan por la belleza de la manzana
Arashi No Umi de Maison Matine

Arashi No Umi tiene una apertura brillante, con manzana verde, fresia y durazno, que nacen ligeros, luminosos, como una brisa suave. Después aparece un corazón floral con rosa de Damasco, jazmín y ylang-ylang que le da estructura sin perder ligereza. Y lo que realmente me conquistó fue su fondo, con almizcle, sándalo y cedro de Virginia: una combinación cremosa y sutilmente cálida que se funde con la piel. El precio es de 60 euros.
Ginza Murasaki de Shiseido

Por otro lado, Ginza Murasaki tiene un estilo más voluptuoso. Aquí, la manzana aparece desde el principio junto con granada y un punto de violeta que aporta un matiz aterciopelado muy diferencial. El corazón floral mezcla glicinia, fresia y jazmín con una delicadeza que sorprende, y el fondo (con cachemira, madera de cachemira y sándalo) es de los que te abrazan con elegancia. El precio es de 110,60 euros.