Ácido hialurónico, vitamina C, ácido glicólico… entre los innumerables ingredientes que encontramos en los productos más innovadores para tratar nuestros rostro resulta casi incomprensible que hay un elemento al alcance de nuestra mano que tiene múltiples beneficios para el cuidado facial. Se trata del agua, aplicada en el rostro en forma de vapor.
Y es que este líquido tan presente en nuestro día a día se puede convertir en un suave exfoliante, una gran alternativa para las pieles sensibles a los tratamientos limpiadores más agresivos. El vapor de agua es capaz de limpiar el rostro, aportarle hidratación y luminosidad de manera que la piel se ve rejuvenecida.

Para aplicar este vapor de agua existen dispositivos específicos para rituales de belleza que transforman el agua en vapor y ozono -el encargado de limpiar y desinfectar la piel-. Es importante llevar a cabo esta práctica con uno de estos aparatos específicos para esta función ya que regulan la forma en la que sale a través del difusor y esta se puede ajustar en función de las necesidades de cada piel.
Para que esta rutina sea efectiva el dispositivo debe estar ubicado a la distancia correcta del rostro para evitar irritaciones y enrojecimientos, sobre todo en las pieles más sensibles. Además de la limpieza que da lugar a la exfoliación, este proceso tiene otros beneficios. Y es que el vapor se aplica a una temperatura continua se activa el riego sanguíneo, nutre la piel y facilita la higiene de la piel en los días siguientes. Todo ello con la seguridad de que no se daña la tez, ya que lo único que se emplea en el proceso es agua.
Sin embargo se puede decir que el poder de este elemento del que estamos rodeados en nuestro día a día, se encuentra subestimado, ya que el vapor actúa sobre el rostros como un exfoliante enzimático. Esto convierte a los vapores faciales en un tratamiento muy adecuado para aquellas personas que sufren acné y para las que tienen la piel sensible (teniendo en cuenta aplicar una temperatura adecuada y disponiendo el difusor a una distancia adecuada). Esto es así porque para las personas que sufren estos dos condicionantes, los exfoliantes mecánicos -los de grano- resultan demasiado abrasivos.
No obstante, este método de aplicación de vapores es adecuado para implementar en la rutina de cualquier persona, una vez a la semana. Actuará como un limpiador de poros en profundidad. Además, de esto, la hidratación profunda que proporciona el vapor a las capas externas de la piel contribuye a que todos los productos que se aplican sobre la piel penetren mejor, haciendo que todos sus activos sean más eficaces.
Si todo estos beneficios te han convencido, puedes probarlo de dos formas diferentes. Para empezar sin hacer ninguna inversión puedes infusionar agua con hierbas naturales, ponerla en un bol y tapar su él, tu rostro con una toalla. Si otras por este método, es muy importante que antes de introducir la cabeza bajo la toalla controles la temperatura del vapor. La otra opción, mucho más sencilla, es utilizar un vaporizador facial.