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Cuando la protagonista es una mujer madura y la historia es de amor: 10 películas que reivindican el romanticismo en la madurez femenina

Estas mujeres luchan contra las convenciones sociales, satisfacen sus apetitos sexuales y viven nuevos romances cuando todo parece indicar que esto les está vetado por cuestión de edad.

Otra vez el edadismo. De la misma forma que los escotes pronunciados de las actrices maduras en la alfombra roja siguen siendo objeto de titulares, las historias femeninas de amor extra matrimoniales y una vez alcanzada la menopausia (o muy cercanas a este punto) continuan resultando extrañas.

Sobra decir que si los protagonistas son ellos lo llamamos 'crisis de la mediana edad' y no pensamos que han dejado de centrarse en las necesidades de su familia para concentrarse en las suyas propias y vivir plenamente, haciendo lo que les pide el cuerpo una vez que su existencia está más que encarrilada y sus hijos se mantienen por sí mismos.

El cine ha documentado ampliamente el personaje de la mujer madura con ganas de satisfacer sus apetitos sexuales, aunque la verdad es que lo ha hecho a través de muchos menos títulos que si hablamos de la versión contraria. La señora Robinson en El graduado es uno de los grandes referentes de esta trama, pero personificada como una mujer fatal con ganas de 'pervertir' al novio de su hija - pobrecito -sin que este tenga mucha experiencia para evitar caer en la tentación. Lo mismo le sucedía un siglo antes a la condesa Ellen Olenska en La edad de la inocencia. A pesar de que, por cuestiones de supervivencia, se vio obligada a abandonar a un marido que, además de serle infiel, la maltrataba, a ojos de la sociedad neoyorquina seguía siendo una auténtica arpía.

Los personajes femeninos que protagonizan las películas que recomendamos a continuación coinciden en haber llegado a una edad en la que se han dado cuenta de que no han conseguido muchas de las cosas que un día imaginaron. Son conscientes de que les queda menos tiempo de vida del que ya han consumido y no se resignan a claudicar. Si se les presenta la oportunidad de vivir un nuevo amor, van a por él. Pero también tienen que luchar contra las convenciones sociales y no solo de forma externa, sino también de forma interna a través de la culpa. Sin embargo, una verdad absoluta se acaba imponiendo: todas son conscientes de que no van a vivir dos veces.

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