Desde pequeñas nuestros padres, abuelos y profesoras nos enseñan a dar las gracias. A decir "gracias" al camarero de la cafetería cuando nos sirve el desayuno, al desconocido que nos abre la puerta de una tienda para que pasemos, al funcionario que nos gestiona ese trámite que tanto necesitamos... Pero dar las gracias es un concepto mucho más elevado que no tenemos solo por qué aplicar con el resto, sino también con nosotras mismas. Hablamos de la gratitud, un concepto que busca poner en valor no solo las cosas que otros hacen por nosotras, sino en general todas las cosas que tenemos.
Qué es la gratitud y para qué sirve
Según Christopher Peterson y Martin Seligman, la gratitud es la capacidad de ser agradecidos que "nos permite reconocer los aspectos pasados y presentes positivos, aquello que nos ha beneficiado de algún modo y que, por lo tanto, ha otorgado un significado agradable a nuestra existencia".
El espectro de cosas hacia las que podemos sentir gratitud es enorme, y va desde que la mujer de delante en la cola del supermercado nos haya dejado pasar porque llevábamos solo una cosa hasta que hayamos podido ver a nuestros abuelos hoy.

Beneficios de practicar la gratitud
Un estudio del experto en gratitud Robert Emmons demostró que escribir durante todos los días durante unas semanas -aquí te dejamos los beneficios del journaling, una práctica que va muy en línea con esto- sobre aquello por lo que estamos agradecidos puede producir mejoras significativas en:
- El estado de ánimo
- La calidad del sueño
- La percepción general del bienestar
Así, un hábito que a priori puede parecer tan pequeño como es el todos los días dar las gracias por escrito tiene el poder de reconfigurar nuestro enfoque vital. Expertos concuerdan en que en líneas generales las personas que practican gratitud de forma regular reportan que este hábito les ha ayudado a tener mayor resiliencia emocional ante la dificultad. Así como a mejorar sus niveles de estrés y ansiedad y mejorar sus relaciones personales.

Cómo practicar la gratitud en solo 3 minutos
Hay mil y una formas de practicar la gratitud y sumar este hábito a nuestra vida diaria. No hay una sola fórmula mágica, sino que en función de las necesidades de cada una de nosotras podemos adaptar tanto el cómo lo hacemos como el cuánto tiempo dedicamos a ello.
Una buena forma de empezar es dedicando tres minutos al día, tanto por la mañana como por la tarde. Esto es precisamente lo que propone el diario de mindfulness que trae el número de septiembre de Marie Claire.

La práctica consiste en escribir cada mañana y cada noche. Solo unos minutos, pero con presencia. La constancia es la clave. No hace falta que tengas un gran día, ni que sientas inspiración. Lo único importante es que te acerques al papel con honestidad.
Practica la gratitud por la mañana
Las preguntas que debes hacerte son, por la mañana:
- Cómo quieres sentirte hoy
- Qué tres cosas de tu vida agradeces
- Qué puedes hacer yo que tu yo del futuro agradecería
Practica la gratitud por la noche
Mientras que por la noche lo ideal es hacerte las siguientes preguntas:
- Qué momentos te hicieron sonreír hoy
- Qué aprendiste hoy sobre ti o sobre la vida
- Qué necesitas soltar antes de dormir
