La Semana de la Moda de Nueva York nos ha dejado momentos estelares. Las colecciones de Retrofête, Laquan Smith o Pamella Roland han sido de diez, al igual que las propuestas de Altuzarra o Aknvas. Más allá de todo lo ocurrido sobre la pasarela, el street style de la Gran Manzana nos ha regalado estilismos de altura que podemos poner en práctica en nuestro día a día.
Cuando hablamos de outfits que están de moda, podemos hacer referencia (entre otros aspectos) a la elección de prendas y accesorios o a la selección de colores. En el caso de hoy, hacemos hincapié en la importancia de elegir colores claros con el fin de dotar de sofisticación y frescura a nuestros looks.

Del blanco puro al color hueso, pasando por el beige o el marfil, existe una amplia variedad de tonos claros que podemos adoptar en nuestro outfit de forma sencilla. En líneas generales, los colores claros reflejan más luz que los oscuros, lo que puede iluminar el rostro y dar una apariencia más fresca y radiante. Así, los tonos claros ayudan a contrarrestar la opacidad de la piel que experimentamos, especialmente, durante los meses de invierno.

Por otro lado, este tipo de colores tienden a ser más llamativos y pueden agregar vitalidad y energía al outfit, tanto de día como de noche. Como punto extra, los tonos claros suelen asociarse con la pureza, lo que puede evocar una sensación de juventud. Como todas sabemos, el blanco se asocia con la pureza y la inocencia, mientras que los tonos pastel se relacionan con la suavidad y la delicadeza.

Finalmente, los colores claros son muy versátiles y pueden combinarse con cierta facilidad. Al tratarse de tonos neutros, quedan estupendamente con otros colores más vibrantes (como el rojo y el naranja) y también pueden convivir, a la perfección, con todo tipo de estampados (como los de motivo animal o los cuadros).

Las mujeres de Nueva York dejan claro que la clave para combinar colores claros y arrasar reside en apostar por tonos parecidos, pero no idénticos. Por ejemplo, una americana blanca queda de infarto sobre un vestido beige. De este modo, se crea un interesante juego de contrastes que aportan volumen y dinamismo.

Aunque somos muchas las que nos resistimos a lucir prendas de tonos claros a diario (ya que se manchan con facilidad), creemos que merece la pena el riesgo, ya que el resultado es sencillamente magnífico.


