Elsa Pataky ha abierto su corazón, revelando sus temores más profundos y sus reflexiones sobre el paso del tiempo. En un mundo obsesionado con la juventud eterna,

Pataky confía en que uno de sus mayores miedos es enfrentarse al envejecimiento y perder la vitalidad que tanto valora. "Envejecer esencialmente. Soy una persona muy activa y si mi cuerpo no permite avanzar, empezaría a frustrarme. Eso me asusta", ha compartido con sinceridad.

Sin embargo, para Pataky, el envejecimiento no se trata solo de la estética, sino de mantener una buena salud y bienestar. "Sigue predominando una idea: si uno no es bello o no se mueve en los cánones de la belleza impuestos en un ser imperfecto. Y no", afirma, desafiando los estándares de belleza superficiales impuestos por la sociedad.

La actriz también reflexiona sobre el valor del miedo en la vida y cómo enfrentarlo con madurez y sabiduría. "No he tenido muchos miedos en mi vida y, si los tengo, intento evitarlos. Por los menos mirarlos de reojo y apenas hacerles caso. Eso te da la madurez", señala, destacando la importancia de la autenticidad y la aceptación personal.

Además, Pataky destaca la paradoja del envejecimiento, donde la edad trae consigo madurez y experiencia, pero también el desafío de aceptar los cambios físicos.
Reconoce que aunque no volvería atrás en el tiempo, sí anhela mantener la vitalidad y la frescura de la juventud. No obstante, aboga por aceptar el paso del tiempo con gracia y dignidad, sin sucumbir a la presión de mantener una apariencia juvenil a toda costa.

La actriz reflexiona también sobre temas relevantes sobre la percepción de la belleza en la sociedad actual. Pataky advierte sobre los peligros de los retoques y filtros en las redes sociales, que pueden distorsionar la autoestima y crear expectativas poco realistas de belleza.
Finalmente, Pataky hace un llamado a la sociedad para redefinir los estándares de belleza y valorar la autenticidad en todas las etapas de la vida. "Alguien que evita su edad es alguien que se evita a sí mismo", reflexiona, instando a celebrar la belleza de cada arruga como un testimonio de experiencias vividas.