Las veces que Carlos de Inglaterra intentó amar a Diana de Gales

Se cumple el aniversario de un divorcio que era un secreto a voces pero que significó el principio del fin para los príncipes de Gales.
Diana de Gales

La historia de amor de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales es una de las más famosas de todos los tiempos pero también la de una de promesas incumplidas, detonadas quizás por la precipitación y un exceso de presión ajena a los protagonistas. Uno, enamorado de su amante -Camilla Parker- y la otra, atrapada en un matrimonio repleto de dudas y que le hizo vivir una vida que en realidad no quería, por mucho que sus apariciones juntos parecieran un cuento de hadas. Cuántas veces se utilizó esa frase en Inglaterra para referirse a su relación, sin saber que esta tendría un final tan amargo. No obstante, hubo un tiempo en el que los príncipes de Gales se quisieron; se miraban a los ojos y sentían sentimientos puros. Pero no duró demasiado. En agosto de 1996 se comunicó oficialmente a través del primer ministro John Major su divorcio.

El romance empezó con el primer contacto visual se dio cuando el heredero británico tenía 29 años y Diana solo 16. Ninguno sabía que el destino les tenía preparada una boda por todo lo alto tres años después. Ella decía sí quiero casi obnubilada por su nuevo estatus y convencida de que Carlos olvidaría de una vez por todas a la que a la postre acabaría siendo mujer de su vida, Camilla. Nadie presagió que detrás de ese bonito enlace entre dos personas de diferentes clases sociales se iba a producir un distanciamiento a corto plazo. Todo se fue torciendo progresivamente y las hadas de ese cuento empezaron a volar lejos para no volver nunca más.

Sus primeras veces ante las cámaras mostraban a una pareja a priori enamorada, pero quien conocía al hijo de la reina Isabel apuntaba a que no estaba tan enamorado de Diana Spencer como ella de él. Muy revelador fue el testimonio de Carlos cuando una periodista le preguntó si estaba enamorado de Diana: "Todo depende de lo que se llame estar enamorado", dijo. Y no solo eso sino que en su círculo de confianza, comentó a algún amigo que estaba "tratando de amar a Diana" porque había dejado atrás su relación con Parker-Bowles. Todo eso antes de que Diana se convirtiera en su prometida y posteriormente en su esposa y madre de sus dos hijos.

Pedida de mano

Después de un romance que quería ser furtivo pero no lo logró, el 24 de febrero de 1981, Carlos presentó a Diana como su prometida. El príncipe le entregó un hermoso anillo de zafiro y diamantes. Presentaron su compromiso a golpe de comunicado: “Con placer la reina y el duque de Edimburgo anuncian el compromiso de su amado hijo, el príncipe de Gales, con Lady Diana Spencer, hija del conde Spencer y la honorable señora Shand Kydd”.

Dama y caballero

En público, Carlos se comportaba como un gentleman, un hombre que amaba a su prometida y que la cuidaba. Si bien, hay mas dudas cuando se trataba de puertas para adentro.

Amor con fecha de caducidad

Con tan solo un noviazgo de seis meses, Carlos y Diana emprendieron camino al altar, pero en aquel momento las dudas ya habían hecho acto de aparición. Las declaraciones de Carlos resonaban en toda la sociedad británica como introducción a su funesto desenlace.

La boda

Y así se llegó al gran día. Carlos y Diana se casaron en la catedral de San Pablo el 29 de julio de 1981, en Londres, cinco meses después del anuncio oficial de su compromiso. Todo era felicidad en sus besos y en sus miradas. El pueblo está de lo más feliz y más de 600.000 personas recorrieron junto a los novios las calles de la city.

Promesas incumplidas

Todo lo que aceptaron ser y que prometieron cumplirse delante del sacerdote, no llegó a buen puerto. Pero aún quedaban momentos buenos para el matrimonio antes de su disolución. Por ejemplo, el nacimiento de su primogénito, Guillermo, el 21 de julio de 1982, y el de Harry, el 15 de septiembre de 1984.

La pasión de Carlos

Y no nos referimos únicamente a la pasión con la que besaba a su mujer sino también al Polo, deporte en el que dos equipos con cuatro jugadores cada uno, montados a caballo, intentan llevar una pequeña pelota de madera hacia la portería del rival. Carlos era un enamorado de esta práctica y ni siquiera la perdonó el día que volvió del hospital junto a una Diana que acababa de dar a luz al príncipe Harry.

A ojos de la sociedad

Todo parecía ir de fábula, pero Diana alertó de que en su matrimonio había infidelidades con su ya famosa frase: "Éramos tres en nuestro matrimonio… y eso es una multitud" dijo en la BBC. En agosto de 1996 separaron sus caminos para siempre y el triste desenlace de la princesa es historia ya contada.

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