Mónaco rezuma elegancia y sofisticación en cada rincón. Una condición que es casi como natural y que se plasma en sus calles, edificios, en la gente y también en los eventos. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en el Baile de la Rosa, una cita ineludible dentro del calendario del gotha y que aúna lujo, moda y solidaridad. Cada año, el Principado se viste de gala y con ambiente festivo para llevar a cabo un encuentro en el que los Grimaldi son los protagonistas indiscutibles, entremezclados con otros importantes VIP de la sociedad nacional e internacional. Carolina y Alberto de Mónaco, Charlene, Pierre y Andrea Casiraghi o Beatrice Borromeo son solo algunos de los personajes clave de dicha cita. ¿Cómo es desde dentro?

Habitualmente, el Baile de la Rosa marca el inicio de la primavera, pero la pandemia de Covid-19 ha dado al traste con muchas costumbres y esta es una de ellas. Obligado a cancelarse en 2020 y posponerse en 2021 por el aumento de contagios, la fecha marcada en rojo en el calendario. Será el viernes 8 de julio cuando se reúna lo más granado de la sociedad monegasca. Tras una suspensión y un aplazamiento, hay muchas ganas de celebrar esta edición.
Hablar de esta festividad es hacerlo de un evento con más de medio siglo de historia. Nació en 1954, cuando la princesa Grace Kelly. Cada año lo organiza el grupo Monte-Carlo SBM en la prestigiosa Salle des Etoiles del Sporting Monte-Carlo y tiene como objetivo recaudar fondos para -precisamente- la fundación Grace de Mónaco, centrada en ayudar a niños necesitados y de llevar a cabo acciones humanitarias y filantrópicas. De ahí su carácter solidario. Actualmente, lo presiden sus hijos, Alberto y Estefanía, pero toda la familia tiene un papel relevante.
A medio camino entre la tradición y la modernidad, Le Bal de la Rose se caracteriza también por tener un motivo que sirve de hilo conductor de cada año. A menudo está representado por artistas o corrientes determinadas. Por ejemplo, en el año 2012, cuando se conmemoraban los 150 años del Grupo Montecarlo SBM, el acto se rebautizó para la ocasión Baile de la Rosa del Peñón.
Maestro
En ese momento se erigió como figura indiscutible la de Karl Lagerfeld y la Sala de las Estrellas se transformó en sala de baile Bella y Pop. El diseñador de moda fue un gran amigo de toda la familia Grimaldi.

La movida
En este sentido, el 2008 se recuerda con especial cariño por ser el año que se hizo un guiño a nuestro país. El tema de la gala era La Movida Madrileña y qué mejor representantes de esta corriente que Pedro Almodóvar, Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo, que fueron invitados y lo dieron todo.

Escondidos
Diez años más tarde, en 2018, Carlota Casiraghi se convirtió en el principal reclamo. Los rumores de embarazo junto a Dimitri Rassam inundaban los titulares de los medios de comunicación en la previa.

Un secreto
La hija de Carolina de Mónaco pudo disimular su estado de dulce espera con su espectacular look firmado por Yves Saint-Laurent, pero no hizo lo propio con su anillo de pedida. Esa misma edición fue la última en la que se pudo ver a Karl Lagerfeld, íntimo amigo de Carolina y encargado de la decoración y dirección artística de la gala.

Álbum de recuerdos
El Baile de la Rosa nos deja imágenes tan bonitas como esta.

Charlene, dándolo todo
La esposa de Alberto de Mónaco lleva años sin pisar el Baile de la Rosa pero en sus primeras apariciones acababa convertida en el alma de la fiesta.

Negocios
Le Bal también se utiliza para hacer negocios. Que se lo digan a Borja Thyssen y Blanca Cuesta, que se presentaron en el photocall de Mónaco en 2014 cuando nadie los esperaba. El vínculo que les unía con los Grimaldi era su relación con Christian Nieto, cónsul del Principado en Ibiza. Ambos aprovecharon para encontrar compradores de sus obras de arte y galerías para realizar exposiciones. Son solo algunos ejemplos de todo lo vivido durante estas últimas décadas.

Misterio
En el Baile de la Rosa todo es posible. Dos son los escenarios que se manejan. El primero cuando llegan todos los protagonistas y se dejan fotografiar para forma parte del álbum de recuerdos. Pero lo mejor se queda para el segundo plato, cuando se apagan los focos, se enciende la música y comienza el baile. Es donde los flashes de los fotógrafos no llegan donde ponemos nuestra mirada. Así es el Baile de la Rosa desde dentro.
