En periodos de cambios a nivel mundial, de incertidumbre sobre el futuro, los habitantes de cada país miran con ojos despiertos lo que sus representantes hacen, dicen, cómo y dónde van, para deslumbrar allí el camino, quizás la luz al final del túnel. En el caso particular de las monarquías europeas, donde cada casa reinante y sus representantes han sido siempre modelos de conducta encarnando valores , virtudes, formas, la templanza que logra calmar el alma y expone la firmeza de la identidad histórica. La historia de Inglaterra y la de España siempre estuvieron ligadas.
El mundo recuerda la infancia de Isabel II, como princesa heredera al trono en un contexto de guerra mundial, imágenes familiares, grabaciones, reconocimientos públicos, en el inconsciente colectivo hemos visto crecer a Isabel frente a nuestros propios ojos, sin importar en qué momento de nuestras vidas hemos visto imágenes de una Isabel niña, aprendiendo mecánica y trabajando para el servicio militar, la hemos visto sonreír, nadar, montar, estudiar, correr , de vacaciones , la hemos visto en los escenarios más diversos y exóticos, preocupada y triste. Isabel siempre estuvo. Hoy el contexto es otro. El mundo está bajo la presión de la pandemia causada por el covid19, los medios de comunicación alcanzan un grado alto en la globalización y la comunicación es instantánea. Mientras su majestad la reina de Inglaterra lleva 69 años ejerciendo su trabajo, aquí en España vemos florecer a Leonor.

El mundo ve crecer en simultáneo a la infanta de España, desde su nacimiento, nuestras retinas registran sus pasos, incluso imágenes con cámaras caseras, como aquellas donde vemos a su majestad Felipe y la reina doña Leticia desayunando con sus hijas para luego llevarlas al colegio y durante el camino, la heredera a la corona más joven de Europa recita la tabla de elementos química, esa misma imagen podría superponerse a la de Isabel junto al duque y algunos de sus hijos en el comedor diario teniendo una conversación de carácter intimo, imágenes, fotografías, resúmenes del carácter propio de una nación. Los reyes de España están haciendo una labor impecable en lo que a su alteza real la infanta corresponde, doña Leonor tiene pasta de reina, sus ojos denotan sabiduría y calma, esa que no necesita de actitudes fuera de la regla para sobresalir, ella es la regla.

Hemos visto a la princesa Leonor recibir el toisón de oro con solo una década de vida, siendo la mujer más joven en pertenecer a la orden de caballería, y además la cuarta, gran logro si tenemos en cuenta el lugar que la mujer alcanzando a nivel mundial, hemos escuchado con deleite su primer discurso de los premios princesa de Asturias y sus quince anos, su primer acto en soledad.
Su majestad Isabel II y su alteza real la infanta doña Leonor de España, dos mujeres que alcanzan un paralelismo en una recta de 15 años y contando, en un mundo que cambia por microsegundo, tener la certeza de que ciertos valores, virtudes, conductas, y modales se solidifican, frente a un escenario incierto, da paz.