¿Barcelona ciudad europeísta o capital de una hipotética república catalana? Manuel Valls lo confirma, esta es la pregunta que marcará el nuevo rumbo de la cuidad. El ex primer ministro francés y candidato a la alcaldía de la Ciudad Condal en 2019, pretende encarnar el cambio en una ciudad afectada por una gestión que considera dañina. La de la actual responsable, Ada Colau, por la que el político recientemente re naturalizado español no tiene especialmente buenas palabras.
¿En qué sentido cree que se ha visto afectada Barcelona? El sufrimiento ciudadano, marcado por la pobreza y la incertidumbre, se suma a una inseguridad creciente. En un contexto de subida de populismos en el conjunto de Europa, incluida Francia con el éxito creciente del partido del Front National, las ansias por el independentismo parecen difícilmente acallarse. De ahí, según el político originario del barrio de Horta, la necesidad de cuestionar el futuro legítimo de una ciudad, cuna de dos bandos definidos que no parecen esperar un mismo destino. Barcelona, capital europea que se dirige a los más de 500 millones de hispanohablantes del mundo, como lo recuerda Manuel Valls, o capital de una posible república que cambiaría para siempre las fronteras conocidas de nuestro continente. Todo queda por definir, aunque el candidato lo tiene claro: no apoyará iniciativas fuera del marco constitucional.
Candidato libre pero apoyado por el partido europeísta Ciudadanos, Manuel Valls es consciente, como posible alcalde de una ciudad azotada por un conflicto de identidad, de su responsabilidad y de la necesidad de operar en cuanto antes un cambio para facilitar la evolución favorable de Barcelona. No solo a nivel arquitectónico, sino social, remediando la situación de los jóvenes parados y ancianos que apenas viven con 500 euros al mes, tal y como lo recuerda el ex primer ministro francés. Este objetivo, que se asimila a un reto, plasma una preocupación sincera pero también realista por la situación de la ciudad, y más ampliamente, por una región que podría haber llegado a un punto de inflexión en su historia.
Con una mirada diferente, el ex primer ministro francés llega con nuevas ideas, nuevas intenciones y definitivamente una mirada fresca y renovada sobre Barcelona. Pese a no ser considerado legitimo por algunos políticos como Carles Puigdemont, Manuel Valls parece tomar como un reto personal la rehabilitación de la capital catalana que, como no puede ser de otra manera, le lleva mucho más allá del campo político. El componente emocional de la ciudad de su infancia, recuerdo único de su fallecido padre, es una evidencia. Barcelona no es un lugar elegido al azar, es el recuerdo de una vida y de un origen que el candidato nunca ha querido silenciar y reivindica más allá de todo.
¿Cómo evolucionará Barcelona? ¿Quién tomará las riendas de su gestión? Manuel Valls llega como aspirante con miles de promesas, dejando de lado las críticas y las dudas empedernidas. Confirma, una vez más, su posición de político ambivalente y ambicioso, pero sobre todo, la importancia de permanecer fiel a sus valores y orígenes, más allá de la complejidad del juego político.