El aroma de la ropa recién doblada tiene una cualidad que parece desprender recuerdos familiares. Una colonia con ese perfil olfativo puede evocar la imagen de una habitación en la casa del pueblo, la cama recién hecha y el tacto tan reconocible del algodón limpio. En perfumería, la flor del algodonero transmite ligereza y un punto ligeramente cremoso. El lino, por su parte, introduce un toque más seco, parecido a la brisa. Y los polvos de arroz, utilizados desde hace siglos, ofrecen un acabado delicado, cercano a la piel. Cada una de estas notas posee una función sensorial específica: no intentan imponerse, sino sugerir una memoria íntima, esa percepción reconfortante que relaciona hogar, cuidado y pausa.
Cuando se habla de perfumería francesa, Galimard ocupa un lugar central en la tradición de la región de Grasse. Fundada en 1747 por Jean de Galimard, miembro del gremio de los perfumistas guanteros, la firma abastecía nada menos que a la corte de Luis XV. Con el tiempo, la localidad construyó una industria dedicada a las materias primas aromáticas que transformó la identidad de la zona y la convirtió en referencia mundial. A finales del siglo XX, Galimard abrió sus talleres al público para mostrar el proceso creativo desde el interior, acercando el oficio para que cada visitante comprendiera la construcción de una fragancia. Permanecen gestionados por la misma familia y mantienen el equilibrio entre herencia y experimentación. Dentro de esta trayectoria histórica se enmarca su perfume Blanc d'Azur, una propuesta que podría considerarse ejemplar dentro de la categoría de aromas limpios y serenos.
La colonia francesa firmada por una de las casas más antiguas del mundo
La mezcla de flor de algodonero, lino y almizcle blanco
Blanc d'Azur parte de la idea de recuperar la pureza sensorial de los antiguos lavaderos de Provenza, espacios que fueron centros de encuentro cotidiano. Allí, el agua corría con suavidad y la conversación se mezclaba con el ritmo lento de la vida rural. Esa atmósfera se traduce aquí en una interpretación transparente del concepto “limpio”. En la salida, el té verde y la bergamota aportan claridad. Después, la flor de algodonero y el lino construyen una textura tersa y ligera, con un matiz ligeramente floral. El neroli introduce un toque luminoso, casi cítrico, que refresca el conjunto. Podría decirse que el olor de las sábanas limpias se esconde en esta colonia limpia, atalacada y suave.

En el fondo, se despliega una base elaborada con polvos de arroz, sándalo, almizcle blanco y cedro. El almizcle blanco propone una calidez delicada, el sándalo aporta sustancia y el cedro introduce firmeza. Gracias a este equilibrio se consigue oler a recién salida de la ducha en un día de otoño, con una limpieza sofisticada y un toque envolvente. Además, otro punto a favor de esta fragancia es que Galimard la ha lanzado en tres concentraciones: eau de toilette, eau de parfum y parfum. Nosotras nos quedamos con los 100 ml de eau de toilette, ya que tiene un precio superinteresante de 30 euros.
Otras fragancias con polvos de arroz
Poudrextase de Marlou

Poudrextase de Marlou brilla por su matiz de notas lácteas, un toque ligeramente rosado y una dulzura muy sutil. La base contiene facetas cremosas con una insinuación avainillada y un leve rastro resinoso que recuerda el calor humano. Su precio es de 120 euros en The Perfumery Barcelona.