Más allá del diagnóstico: las historias que están cambiando la forma de mirar el cáncer de mama metastásico

Ciencia, experiencia y emoción se unen en un encuentro que visibiliza el cáncer de mama triple negativo metastásico y la importancia del cuidado integral.

Marie Claire celebró junto a Gilead una jornada necesaria: un espacio para hablar sin filtros de una enfermedad que durante demasiado tiempo ha vivido en la sombra.

El impacto del diagnóstico: un antes y un después vital

La doctora Elena López Miranda, oncóloga médica de la Sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, abrió el encuentro recordando algo esencial: que no existen dos mujeres que vivan el cáncer de mama metastásico de la misma manera.

Cada una llega con su historia, su cuerpo y sus circunstancias. Sin embargo, sí hay un punto de partida común: el diagnóstico irrumpe como una frontera vital, un antes y un después que atraviesa la biografía de cualquiera.

“Cada paciente trae su historia, su contexto, su ritmo”, explicó. Y precisamente por eso, subrayó, el abordaje debe ser completo: no solo clínico, sino emocional, laboral, familiar.

Elena López Miranda, oncóloga médica de la Sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Servicio de Oncología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid. Foto: Blueparadise

Aunque los avances de los últimos años han permitido que muchas mujeres vivan más tiempo y con una calidad de vida impensable hace una década, el cáncer metastásico sigue siendo una experiencia compleja que exige apoyo continuado y una comunicación clara.

Por eso, la doctora destacó otro cambio profundo en la consulta: las pacientes ya no quieren ser meras receptoras de información, sino participar activamente en lo que les ocurre.

Buscan entender, preguntar, formar parte de las decisiones. “Cada vez más mujeres quieren comprender qué les pasa, compartir sus preferencias y encontrar un espacio donde sus inquietudes cuenten”, afirmó. Una señal, dijo, de que la relación médico-paciente está evolucionando hacia un modelo más humano y más compartido.

La cara emocional del cáncer

Si hay alguien que conoce de primera mano ese impacto es Sara Valcárcel, paciente y psicóloga en psicoterapia individual y grupal, especializada en la atención a adolescentes, adultos y en los procesos vitales de la mujer.

Con más de 25 años de experiencia clínica, habló con una honestidad clara: “Hay un imperativo social de ser fuerte, de ser una campeona. Y eso hace daño.”

Sara reivindicó la necesidad de permitir tristeza, miedo y rabia sin culpa. De desmontar la positividad forzada y de crear espacios seguros donde una mujer pueda expresar lo que a veces no dice para no preocupar a sus hijos, su pareja o sus padres.

Muchas pacientes, explicó, contienen tanto durante el proceso —para proteger a los demás, para sostener el día a día— que cuando termina el tratamiento aparece, por fin, todo lo que habían guardado. “El cuerpo y la mente pasan factura”, dijo.

Recordó también la fuerza de herramientas sencillas como la respiración, la relajación muscular o pequeños hábitos de autocuidado que ayudan a devolver sensación de control en un momento en el que todo se tambalea.

Sara Valcárcel, psicóloga en psicoterapia individual y grupal, especializada en la atención a adolescentes, adultos y en los procesos vitales de la mujer. Foto: Blueparadise

La imagen también importa

En ese terreno emocional, la imagen corporal juega un papel esencial. Lo recordó María, responsable de Tizhos, un proyecto familiar dedicado desde hace casi cuatro décadas a acompañar los cambios físicos derivados del cáncer.

Su mensaje fue claro: verse bien no es superficial, es profundamente humano.

La pérdida de cabello o los cambios corporales no solo remueven la identidad, sino que funcionan como un recordatorio diario de la enfermedad. Por eso, explicó, ofrecer pelucas artesanales y espacios íntimos no es solo una cuestión estética, sino terapéutica en el sentido más amplio.

“No se trata de disfrazar nada. Se trata de que la mujer pueda mirarse al espejo y reconocerse.” Un gesto que, para muchas, significa recuperar una parte de sí mismas cuando el mundo alrededor parece haberse desmoronado.

María, responsable de Tizhos con Macarena Orte, subdirectora de Marie Claire. Foto: Blueparadise

La piel habla: ciencia y autocuidado

El dermatólogo Federico Feltes, formado en el Hospital Universitario Ramón y Cajal, con práctica en el Grupo Pedro Jaén y HM Hospitales, recordó algo que a menudo se pasa por alto: la piel, uno de los órganos más expuestos, sufre especialmente durante el proceso oncológico.

Explicó cómo el estrés, la ansiedad y los tratamientos afectan a su capacidad de regeneración y por qué los cuidados diarios. Higienizar, no irritar e hidratar se convierten en un ritual imprescindible para preservar bienestar físico y emocional.

La piel “tiene memoria”, y también vínculos: es un reflejo visible del estado interno, un mapa que acompaña la historia de cada mujer desde el diagnóstico hasta la recuperación, y que puede mejorar con atención y acompañamiento profesional.

Federico Feltes, dermatólogo formado en el Hospital Universitario Ramón y Cajal, con práctica en el Grupo Pedro Jaén y HM Hospitales con Macarena Orte, subdirectora de Marie Claire. Foto: Blueparadise

El testimonio de Raquel Campoy

El momento más conmovedor de la jornada llegó con el testimonio de Raquel Campoypaciente de cáncer de mama metastásico y fundadora de la asociación de pacientes “Con cáncer y con metas”.

Raquel fue diagnosticada un día después de dar a luz. “Lloré toda la noche”, recuerda. “Viví días de incertidumbre absoluta”. Como tantas pacientes, desconectó del mundo en el momento exacto en que una médica le dijo que no sabía si tendría cura.

Sin embargo, Raquel habla desde un lugar de vida, no de derrota. Con voz firme, explicó que lo que más pesa no es el miedo, sino la preocupación por los demás: por sus hijos, su pareja, sus padres. Por el impacto emocional que la enfermedad genera a su alrededor.

Agradece la psicoterapia que la acompañó incluso antes del diagnóstico y el papel esencial de su oncólogo. Y reivindica algo fundamental: que las pacientes tengan voz real en las decisiones que les afectan, desde el diseño de ensayos a la incorporación de nuevos recursos en el sistema público.

Raquel Campoy, paciente de cáncer de mama metastásico y miembro activo de asociaciones como AECMM o Cris contra el Cáncer. Foto: Blueparadise

Humanizar la enfermedad: un objetivo común

Lo que dejó esta jornada es que el cáncer de mama metastásico requiere mucho más que tratamientos médicos. Necesita escucha, acompañamiento, visibilidad y espacios donde compartir sin miedo.

La ciencia avanza, pero la experiencia de quienes viven la enfermedad es la que permite entenderla de verdad: cómo sacude los planes, la identidad, la piel, el cuerpo, la familia y la manera de mirar el futuro.

En un encuentro lleno de aprendizajes, todas las voces coincidieron en algo esencial: cuidarnos mejor empieza por reconocer lo que sentimos, por acompañarnos entre nosotras y por reclamar el lugar que merecemos en cada decisión que nos afecta.

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